Un ángel le preguntó a Santa Gema Galgani:
"¿Cuánto tiempo hace que no has rogado por las almas del purgatorio?"
Los Santos Ángeles de la Guarda han sido
enviados por Dios para cumplir diferentes tareas a favor de nosotros:
fortalecen nuestra voluntad, nos protegen de los enemigos, nos asisten en
nuestra vida e iluminan nuestro entendimiento acerca de los designios de
misericordia que Dios tiene para con cada uno de nosotros.
Dentro de
estas tareas los Ángeles del cielo cumplen una misión que es la de iluminarnos
acerca de la realidad del Purgatorio y la de recordarnos la comunión que
tenemos con estas almas que, como enseña el Catecismo de la Iglesia, han muerto
“en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque
están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una
purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría
del cielo” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1030).
Esta
iluminación que nos dan los Ángeles de esta realidad debe ser entendida como un
llamado a abrir nuestra alma a contemplar esta realidad que nos une a estas
almas, y en este sentido el Ángel nos mueve a la oración, la penitencia y
sacrificio en favor de estas almas que se encuentran en el purgatorio.
En este sentido la ayuda que brindan los
santos ángeles es muy variada. Nos
invitan y exhortan a orar por las almas del purgatorio, mueven nuestro corazón
pidiendo que recemos por estos hermanos nuestros que se encuentran en aquel
lugar de purificación.
Leemos en el
Diario de Santa Gemma Galgani que “Su ángel la estimulaba en este deseo de
liberar a estas almas. Un día le dijo: “¿Cuánto tiempo hace que no has rogado por
las almas del purgatorio? Desde la mañana no había rogado
por ellas. Me dijo que le gustaría que, cualquier cosa que sufriera, la
ofreciera por las almas del purgatorio. Todo pequeño sufrimiento las alivia,
sí, hija, todo sacrificio por pequeño que sea, las alivia”. Esas palabras
también te las dirige el Ángel en el día de hoy: “¿Cuánto tiempo que no has
rezado por las almas del purgatorio?”.
Precisamente
el Catecismo nos enseña que “desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado
la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular
el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan
llegar a la visión beatífica de Dios.
La Iglesia
también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en
favor de los difuntos: «Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los
hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre (cf. Jb 1,
5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les
lleven un cierto consuelo? […] No dudemos, pues, en socorrer a los que han
partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos” (Catecismo de la Iglesia
Católica 1032).
Y en este
sentido los Ángeles nos vuelven a ayudar, pues estas oraciones y sacrificios
que ofrecemos llegan ante el trono de Dios de manos de los Ángeles. San Rafael
Arcángel en el libro de Tobias enseña que cada vez que se presentan oraciones,
son los ángeles quienes llevan nuestras oraciones ante el altar de Dios (cfr.
Tb. 6).
Que tú Ángel
de la Guarda vaya lleno de oraciones y sacrificios por estas almas; cuán
tristes deben estar los Ángeles al presentarse ante Dios sin nada que ofrecer
de ti, se presentan con las manos cruzadas sobre el pecho.
Y de manera
especial sobresale San Miguel Arcángel, el Ángel de las almas del Purgatorio: él
está siempre presente en el juicio particular, asiste a los agonizantes y los
sostiene y fortalece en el combate contra el demonio.
El Ángel
exhorta: “Si supierais cuánto os aman estas almas benditas. Ellas desean que os
salvéis, y que evitéis el Purgatorio…Rezad por estas benditas almas que rezan
por vosotros. Ninguna oración se pierde jamás: a menudo hay personas aquí abajo
que rezan por todo tipo de cosas, y Dios ordena que su oración sea utilizada en
favor de las almas del Purgatorio…” (Tomado del libro “El Purgatorio, una
revelación particular, Ed. Rialp).
Y cuando
nuestra oración, sacrificio, limosna logra sacar un alma del Purgatorio los
Ángeles se visten de gran hermosura y van a sacar el alma de su protegido a
llevarla al encuentro con Dios.
De Maria de
Jesús Agreda leemos que “Cuando murió la reina Isabel de Borbón, el 6 de
octubre de 1644, se le apareció varias veces para pedirle oraciones. El día de
las ánimas, dos de noviembre de este año de mil seiscientos y cuarenta y cinco,
estando en los maitines y oficio que hace la iglesia por los difuntos, se me
manifestó el purgatorio con grande multitud de almas, que estaban padeciendo y
me pedían las socorriese. Conocí muchas, incluida la de la reina y otra de una
persona que yo había tratado y conocido antes. Yo me admiré de que el alma de
la reina, después de tantos sufragios y misas como se habían ofrecido por ella,
estaba todavía en el purgatorio, aunque sólo había pasado un año y veintiséis
días de su muerte… Llegada la noche vi algunos ángeles en la celda con grande
hermosura y me dijeron que iban al purgatorio a sacar el alma de la reina por
quien yo había pedido… Y los ángeles la llevaron al eterno descanso, que gozará
mientras Dios fuere Dios”.
Así orar por las
almas del purgatorio es cumplir una obra de misericordia, salvar un alma y
alegrar a los ángeles del cielo.
Padre Antonio María Cárdenas ORC
Fuente: Aleteia