No vueles solo
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Cuando
celebramos los cumpleaños, después del desayuno felicitamos a la homenajeada.
Le damos dos besos cada una, charlamos con ella, cantamos una canción y, entre
todas las jóvenes... ¡la lanzamos al aire!
En
cuanto acaba la canción, rodeamos a la cumpleañera, tendemos los brazos y la
cogemos entre todas para “mantearla”. Al grito de “¡Una... dos... y tres!”, la
monja en cuestión es alzada en un vuelo de corto alcance.
Ayer
fue el cumpleaños de una de las mayores (no lo digo por la edad, que aquí
siempre se es joven... es más por los dolores de huesos y demás que van
apareciendo en cierto momento de la vida...). Nos abalanzamos hacia ella y, en
lugar de salir corriendo, se puso en una posición fácil para dejarse coger,
para dejarse lanzar. Es como si tuviese la certeza de que no le íbamos a dejar
caer y de que el lanzamiento sería el adecuado a sus circunstancias. Y así fue:
devolvimos a tierra a la monja totalmente ilesa.
La
situación nueva por la que te toca pasar hace que el miedo te haga correr en
otra dirección: la persona que está a tu lado que se empieza a debilitar, la
decisión importante que tienes que tomar... ante tantas situaciones tememos
sentirnos en el aire, sentimos caer al vacío.
Y
es verdad, el vértigo del vuelo o la situación que tienes delante no se puede
evitar; pero sí el miedo, la incertidumbre. Con Cristo sabes que siempre hay
unos brazos que no te van a dejar caer, que van a hacer que el vuelo no te haga
daño y que tu corazón salga ileso.
Hoy
el reto del amor es que no tengas miedo al vuelo. Mete un crucifijo en tu
bolsillo y, cuando sientas vértigo, agárralo fuerte y déjate caer en Sus
brazos. No tengas miedo, no vueles solo ni te dejes caer al vacío, Sus brazos
son pista de aterrizaje segura. ¡Adelante!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma