¿Sacamos algo del
bolsillo?
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
De
la consulta del médico de la vacuna salía, en los brazos de su madre, una niña
llorando desconsolada. Llevaba los brazos con las marcas propias de las pruebas
de la alergia. Luchaba por borrar cada una de las marcas que la doctora le
había puesto con el boli.
Metí
las manos en los bolsillos en busca de algo que le pudiese ayudar y descubrí
que tenía un globo, ¡y encima rosa! Nunca sabes cómo van a reaccionar los
niños, pero me acerqué a ella. Al ver el globo, levantó la cabeza del hombro de
su madre y desvió su atención de las pruebas que le habían hecho. Luego le
pregunté que a dónde tenía que ir para que me pintasen a mí también los brazos.
La niña sonrió, cogió el globo y me indicó la puerta de la consulta.
Mientras
nos vacunaban, aproveché para garabatear mis brazos y así poder enseñárselos a
la pequeña. Cuando salí y los vio, su cara era de complicidad, ¡nos entendíamos
mutuamente! Y, emocionada, cogió entre sus manos un rosario que le regalamos.
Me
di cuenta de que, para calmar a la niña, me tuve que hacer una con ella. No
valía decirle frases como: "Luego se pasa", "Es por tu
bien"... Para calmar a esa persona que tienes cerca, a esa persona que hoy
te vas a encontrar con dolor en su corazón, pídele al Señor el don de poder
sentir con ella, de ver que tu corazón late con el suyo. ¿Qué supone esa
situación por la que está pasando? ¿Qué se siente con esas "marcas en los
brazos"? ¿Cómo ponerte a su altura para poder mirarle a los ojos?
Cristo
se acerca a los que sufren, les da la mano, se "pringa" al máximo. Si
te fijas, en los evangelios en los que sana a alguna persona, siempre se
implica: escucha, se sienta con ellos en la mesa, tiende la mano, camina junto
a ellos...
Hoy
el reto del amor es que saques consuelo "de tu bolsillo". Ora por esa
persona a la que estás viendo sufrir, pide oraciones si es necesario; dedícale
tiempo sin reloj, sin tiempo límite; escucha con atención, ora mientras habla.
Pide al Señor sentir con el corazón esa persona y deja que Cristo ponga en ti
Sus gestos y palabras a la hora de actuar. Y, al despedirte, mete la mano en tu
bolsillo y regálale ese Rosario o esa cruz que te acompaña.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma