La silla colgante
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
tiempo que teníamos ganas de colocar en la huerta una silla-columpio que está
hecha a base de nudos y preparada para colgarla de los árboles.
Salimos
Sión y yo decididas a encontrar la rama adecuada para colocarla... y vimos una
que parecía bastante robusta, así que fuimos a por todos los aperos para poder
atarla de forma segura: escalera, cabos...
Tras
unos minutos ya la teníamos colgada. Aparentemente estaba perfecta, pero,
mientras la miraba, sentí una gran inseguridad, algo me quitaba la paz. Y
enseguida nos dimos cuenta de que, al estar colgada sólo de una rama, ésta
sostenía todo el peso. Podría suceder que la rama se quebrara, ocurriendo una
gran desgracia, ya que caería sobre la persona que estuviera sentada en la
silla...
Sin
pensarlo dos veces, buscamos otra solución: repartir el peso entre dos ramas de
dos árboles diferentes. Y así lo hicimos. Aquello ya era otra cosa, y volvimos
a sentir la seguridad de que estaba bien colgado. Lo probamos y, efectivamente,
ya no había peligro.
Sentada
en la silla, contemplaba cómo nuestra vida también ha de estar colgada del
tronco del amor. Pero, como la silla, también necesitamos dos ramas para
sostenernos: el amor del Señor y el amor al prójimo.
Muchas
veces me sucede que comienzo el día entregándome y deseando darme para amar a
los demás, pero pronto noto que se me acaban las fuerzas, y es entonces cuando
me doy cuenta de que estoy colgando sólo de una rama. Y, sin embargo, otras
veces me quedaría todo el día en la capilla, apartada de todo y de todos, pero
pronto siento que el Señor me empuja, me envía de nuevo a los hermanos, porque,
si no, pronto comenzaría a mirarme sólo a mí misma, y esa rama también se
rompería.
El
Señor ha diseñado nuestra felicidad colgada de estas dos ramas. Y es que Cristo
nos ha demostrado hasta qué punto está dispuesto a vivir colgado del Padre y de
su Amor por nosotros: Él murió por nosotros en la Cruz, colgado de estas dos
ramas.
Si
sientes que tu vida se rompe, que te falta una pieza, quizá estés colgando sólo
de una rama. Por eso, hoy el reto del amor es coger una cruz en tu mano y
pedirle al Señor que te enseñe a vivir colgado de las dos ramas. No tengas
miedo, no hay nada que perder. Si le das tu mano, Él te mostrará por dónde
continuar.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma