De modo especial el Pontífice se
detuvo en dos palabras contenidas en el pasaje bíblico, a saber: elegir y pequeñez
Para
escuchar la voz del Señor es necesario hacerse pequeños. Lo recordó el Santo
Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en
la capilla de la Casa de Santa Marta, en la Solemnidad del Sagrado
Corazón de Jesús.
El
Señor nos ha elegido, se “ha implicado con nosotros en el camino de la vida” y
“nos ha dado a su Hijo y la vida de su Hijo por nuestro amor”. Aludiendo a la Primera
Lectura del día tomada del libro del Deuteronomio, en que Moisés dice
que Dios nos ha elegido para ser su pueblo de entre todos
los pueblos de la tierra, Francisco explicó el modo de alabar a
Dios porque “en el corazón de Jesús nos da la gracia de celebrar con
alegría los grandes misterios de nuestra salvación, de su amor por
nosotros”, es decir, celebrando “nuestra fe”.
De
modo especial el Pontífice se detuvo en dos palabras contenidas
en el pasaje bíblico, a saber: elegir y pequeñez. De la primera dijo
que no hemos sido nosotros quienes lo elegimos a Él, sino que es Dios quien
se ha hecho “nuestro prisionero”:
“Se
ha ligado a nuestra vida, no puede separarse. ¡Ha jugado fuertemente! Y
permanece fiel en esta actitud. Hemos sido elegidos por amor y ésta
es nuestra identidad. ‘Yo he elegido esta religión, he elegido…’: No, tú
no has elegido. Es Él quien te ha elegido a ti, te ha llamado y se ha unido. Y
ésta es nuestra fe. Si nosotros no creemos esto, no entendemos lo que es el mensaje
de Cristo, no comprendemos el Evangelio”.
En
cuanto a la segunda palabra, el Obispo de Roma recordó que Moisés especifica
que el Señor ha elegido al pueblo de Israel porque es “el
más pequeño de todos los pueblos”:
“Se
ha enamorado de nuestra pequeñez y por esto nos ha elegido. Él elige a los
pequeños: no a los grandes, a los pequeños. Y Él se revela a los
pequeños: ‘Has escondido estas cosas a los sabios y a los doctos y las has
revelado a los pequeños’. Él se revela a los pequeños: si tú quieres comprender
algo del misterio de Jesús, abájate: hazte pequeño. Reconoce que eres
nada. Y no sólo elige y se revela a los pequeños, sino que llama a los
pequeños: ‘Vengan a mí, todos ustedes que están cansados y oprimidos: yo les
daré descanso’. Ustedes que son los más pequeños, por los sufrimientos, por el
cansancio… Él elige a los pequeños, se revela a los pequeños y llama a los
pequeños. Pero, ¿a los grandes no los llama? Su corazón está abierto, pero
los grandes no logran oír su voz porque están llenos de sí mismos. Para
escuchar la voz del Señor, es necesario hacerse pequeños”.
De
este modo, se llega al misterio del corazón de Cristo, que no es, “como
alguien dice” – recordó el Papa Francisco – una “imagencita” para los
devotos: el corazón traspasado de Cristo es “el corazón de la
revelación, el corazón de nuestra fe porque Él se ha hecho pequeño, ha
elegido este camino”.
El Santo
Padre subrayó que la elección de humillarse a sí mismo y de “anonadarse
hasta la muerte” en la Cruz “es una elección hacia la pequeñez para
que la gloria de Dios se manifieste”. Del cuerpo de Cristo
traspasado por el soldado con una lanza “salió sangre y agua” – agregó el Papa –
y “éste es el misterio de Cristo”, en esta celebración de un “corazón que
ama, que elige, que es fiel” y que “se une a nosotros, se revela a los
pequeños, llama a los pequeños, se hace pequeño”:
“Creemos
en Dios, sí; sí, también en Jesús, sí… – ‘¿Jesús es Dios?’ – ‘Sí’. Y el
misterio es éste. Ésta es la manifestación, ésta es la gloria de Dios.
Fidelidad al elegir, al unirse y pequeñez también para sí mismo: llegar a ser
pequeño, anonadarse. El problema de la fe es el núcleo de nuestra vida: podemos
ser tan, tan virtuosos, pero con nada o poca fe; debemos comenzar desde aquí,
del misterio de Jesucristo que nos ha salvado con su fidelidad”.
Francisco concluyó
pidiendo al Señor que nos conceda la gracia de celebrar en el
corazón de Jesucristo “las grandes gestas, las grandes obras de
la salvación, las grandes obras de la redención”.
María
Fernanda Bernasconi
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