Lamentó asimismo la explotación de los
niños, con el trabajo infantil y
de los menores en tantas partes del mundo, a los que se les niega el derecho a
estudiar
El
Papa Francisco recibió, esta mañana, a los Delegados de la Confederación
Italiana de Sindicatos de Trabajadores – CISL - y destacó el tema elegido para
el Congreso que celebran en Roma: «Para la persona, para el trabajo».
«Trabajo
y persona son dos palabras que pueden y deben ir juntas. Porque si pensamos
y decimos el trabajo sin la persona, el trabajo acaba volviéndose algo inhumano, que olvidando a las
personas olvida y se pierde a sí mismo.
Pero si pensamos las personas sin trabajo, decimos algo parcial, incompleto, porque la persona se realiza en plenitud cuando es trabajador, trabajadora, porque el individuo se vuelve persona cuando se abre a los demás, a la vida social, cuando florece en el trabajo. La persona florece con el trabajo. El trabajo es la forma más común de cooperación que la humanidad haya generado en su historia.
Cada día millones personas cooperan simplemente trabajando: educando a nuestros niños, accionando aparatos mecánicos, tramitando trabajos de oficina… El trabajo es una forma de amor civil: no es un amor romántico ni siempre intencional, pero es un amor verdadero, auténtico, que nos hace vivir y lleva adelante el mundo».
Pero si pensamos las personas sin trabajo, decimos algo parcial, incompleto, porque la persona se realiza en plenitud cuando es trabajador, trabajadora, porque el individuo se vuelve persona cuando se abre a los demás, a la vida social, cuando florece en el trabajo. La persona florece con el trabajo. El trabajo es la forma más común de cooperación que la humanidad haya generado en su historia.
Cada día millones personas cooperan simplemente trabajando: educando a nuestros niños, accionando aparatos mecánicos, tramitando trabajos de oficina… El trabajo es una forma de amor civil: no es un amor romántico ni siempre intencional, pero es un amor verdadero, auténtico, que nos hace vivir y lleva adelante el mundo».
El
Obispo de Roma hizo hincapié en que la persona no es solamente trabajo y se
refirió a las numerosas formas de injusticia laboral y a la falta de empleo, en
especial para los jóvenes.
Lamentando
asimismo la explotación de los niños, con
el trabajo infantil y de los menores en tantas partes del mundo, a los que se
les niega el derecho a estudiar. Sin olvidar, las desigualdades en los sueldos
y pensiones, pues no siempre se reconoce a todos el derecho a una pensión
justa, el Santo Padre subrayó que «es
urgente un nuevo pacto social humano, un nuevo pacto social
para el trabajo», que reduzca las horas de trabajo de quienes están cerca de la
jubilación para dar empleo a los jóvenes
En lo
que respecta al cometido y al papel de los movimientos sindicales en la
actualidad, el Papa quiso subrayar en su denso discurso
«dos desafíos epocales»: la profecía y la innovación.
En el
primer desafío - que señala la vocación del sindicato de dar voz a los que no
tienen voz en la sociedad - puso
en guardia contra la pérdida de la verdadera naturaleza profética del
sindicato, que se va pareciendo demasiado a otras instituciones o poderes, que
sin embargo debería criticar:
«El
sindicato, con el pasar del tiempo ha terminado con parecerse demasiado a la
política, o mejor dicho, a los partidos políticos, a su lenguaje, a su estilo.
Y sin embargo, se falta esta típica y diversa dimensión, también la acción
dentro de las empresas pierde fuerza y eficacia. Ésta es la profecía».
En el
segundo desafío, el de la innovación, el Papa Francisco lamentó que «el
capitalismo de nuestro tiempo no comprende el valor del sindicato, porque ha olvidado
la naturaleza social de la economía, de la empresa»:
«Éste es uno de los pecados más grandes.
Economía de mercado: no. Digamos economía
social de mercado,
como nos ha enseñado San Juan Pablo II: economía social de
mercado. La economía ha olvidado la naturaleza social que tiene como vocación,
la naturaleza social de la empresa, de la vida, de las relaciones, de los
pactos. Pero quizá nuestra sociedad no comprende al sindicato también porque no
lo ve luchar lo suficiente en los lugares de los ‘que aún no tienen derechos’:
en las periferias existenciales, entre los descartados del trabajo».
Lejos
de desanimarse porque la corrupción haya entrado también en los sindicatos, el
Papa alentó a proseguir su compromiso social, en particular en lo que respecta
a los migrantes, a los jóvenes y a las mujeres».
CdM
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