He podido descubrir que detrás de cada rostro hay una persona que sufre, que busca comprensión y sobre todo ser amado
Abrir la puerta de tu casa y de tu corazón para dar
pan y cariño a aquellas personas necesitadas que llaman cada día llena de
satisfacción y alegría, y ayuda a comprender que «servir es la mejor manera de
amar». Esto es lo que hemos hecho estos últimos 25 años en el comedor Ave
María.
Mañana tras mañana hombres y mujeres han encontrado no solo un desayuno
caliente y un bocadillo, sino también un poco de calor humano. Gracias a la
colaboración de los voluntarios hemos servido 2.100.124 desayunos. María Teresa nos cuenta lo que han supuesto para ella
el servicio a los necesitados durante estos años: «Para mí el comedor ha sido
un gran regalo de Dios a nivel de fe, pero también humana y socialmente.
Me ha
dado la posibilidad de reencontrarme con Dios a través del hombre; sobre todo
he entendido cómo Dios ama al hombre, cómo sigue paso a paso nuestra
trayectoria y cómo con su amor misericordioso nos invita a levantarnos con
confianza.
A nivel humano me ha dado la posibilidad de conocer al
hombre y acercarme a él, a su ser más profundo, a no quedarme solo en lo
exterior. He podido descubrir que detrás de cada rostro hay una persona que
sufre, que busca comprensión y sobre todo ser amado. Un rostro detrás del cual
está el mismo Cristo. Y mirándolos a ellos he aprendido a no juzgar nunca si no
es desde el amor. A nivel social, me ha hecho entender cómo no puedo pasar de
largo ante una realidad como la que se está viviendo hoy de marginación y de
desamor.
El comedor es motivo de agradecimiento a Dios porque he
descubierto que ir a servir el desayuno no es motivo de vanagloria. Sentarme a
la mesa con ellos y tender la mano me ha ayudado a comprender que ser discípulo
de Jesús es “estar siempre en camino”, como María, que sale “a toda prisa” al
encuentro de aquellos que necesitan un poco de pan y de calor humano.
Amigos, nuestro mundo necesita menos palabras y más
obras. Que entre todos sigamos haciendo posible que el Ave María sea una puerta
de amor abierta a la esperanza y a la justicia».
Paulino
Alonso
Responsable del comedor Ave María. Madrid
Fuente: Alfa y Omega