Todo esto pasó el 12 de diciembre de 2016, y también el 12 de diciembre
de 2015. Y es que se trata de una fecha especial, pues es el día de la Virgen
de Guadalupe. A la conocida activista no le importa pasarse navidades entre
rejas. Es la Jesús Poveda canadiense
Mary Wagner entró en un abortorio a repartir rosas y pedir a las futuras
madres que no matasen a sus hijos, que cuidasen de ellos. Lo hizo a pesar de
que la policía le advirtió que no podía entrar en el centro, que si quería
protestar lo hiciese desde fuera. Ahora se enfrenta a 18 meses de cárcel.
Todo esto pasó el 12 de diciembre de 2016, y también
el 12 de diciembre de 2015. Y es que se trata de una fecha especial,
pues es el día de la Virgen de Guadalupe, la patrona de los no nacidos.
Wagner ha pasado más de 4 años y medio en prisión, y
puede pasar otros 18 meses más, pero con toda seguridad en cuanto salga volverá
a acudir a un centro abortista por si puede salvar alguna vida.
Y ese es el motivo, su perseverancia, por el que la
justicia canadiense quiere meterla entre rejas. No se puede olvidar que ha sido
detenida un total de 10 veces.
Su forma de actuar no cambia a pesar de los años.
Entra en el centro, e intenta evitar un aborto. La testigo Lupovici, que se
encontraba el 12 de diciembre en el abortorio, lo relató así en el juicio:
“Entró y empezó a preguntar a las mujeres embarazadas:
‘¿Estás segura de que quieres matar a tu bebé?’, ¿Por qué elijes quitarle la
vida a tu hijo no nacido?’, ¿Te das cuenta de que vas a matar a tu
bebé?’, y les decía además que ‘Jesús te ama'”.
“No se podía razonar con ella, causó mucho estrés y
malestar entre las presentes, y tuvimos que esperar a que llegase la policía.
Hasta entonces las mujeres estuvieron molestas”, reconoce Lupovici.
Su defensa del nasciturus
Hay mucha gente que no entiende la reiterada actitud
de la activista provida, sobre todo porque cumpliendo una serie de normas, como
protestar a más distancia de los centros abortistas, podría evitar la cárcel,
pero desde hace tiempo Mary Wagner dejó clara su postura con una carta que
se publicó en varios medios:
“La gente a
menudo me pregunta si no podía simplemente quedarme fuera de la zona en la se
me ha prohibido entrar, y de esa manera, evitar el arresto. Pero cuando me
plantea esta cuestión se olvidan algo: los niños que ese día van a ser
asesinados no tienen a nadie que vaya a luchar por ellos. ¿Vamos a dejar de
acudir a la clínicas y abandonarlos a ellos y a sus madres por obedecer una
restricción inmoral impuesta por las autoridades?”.
“Si pensamos simplemente en que podemos ser
arrestados o no, perdemos de vista a Cristo, escondido en
‘el angustiante disfraz de los pobres’. Unos niños tan pobres que no podemos ni
verles ni escucharles”.
Pablo González de Castejón
Fuente: Actuall