Incluso para quien es fan
del country o del rock, la música clásica puede reducir el estrés y potenciar
la creatividad
Nunca se me había ocurrido evaluar
el tipo de música que escucho hasta que mi madre me envió un interesante
artículo hace varios meses. En él se detallaban los efectos que tienen los diferentes tipos de música sobre los diseños
que forma el agua congelada.
La música clásica generaba una
formación de cristales de agua soberbios parecidos a los copos de nieve. La
música rock, por el contrario, causaba que el agua se congelara en patrones
desiguales y agrietados.
Me sorprendió descubrir que la
música clásica ofrece a los que la escuchan una buena lista de beneficios,
tanto físicos como psicológicos.
1. Estimula la capacidad cerebral y la creatividad
Craig Ballantyne, editor del sitio
web de superación personal Early to Rise, explica el “efecto Mozart” como el resultado mental de
escuchar música clásica, en especial las obras de Mozart. “En una investigación
controlada de la Universidad de California, los estudiantes que escucharon 10
minutos de Mozart antes de hacer un examen tenían mejores notas que los
estudiantes que no lo hacían”, explica Ballantyne. También hacía referencia a
un estudio de la Universidad de Washington en el que se aseguraba que los
revisores de textos que escuchaban clásica mientras revisaban se percataban de
un 21% más de errores.
La escritora Cinda Yager elogia los efectos psicológicos que la música clásica causó en
ella. “Animada por la música, mi imaginación se volvía más juguetona. Sonaba en
las escenas sobre las que trabajaba en la novela, presentaba soluciones para
los problemas que surgían, me daba ideas para reforzar los personajes, me
sugería revisiones necesarias que antes no percibía. Fue algo increíble”.
2. Mejora la apreciación de la música
Hace poco me encontré con un antiguo
profesor mío y surgió el tema de los géneros musicales. Me sorprendió saber que
él prefería la música clásica por encima de cualquier otro tipo. “Antes la
odiaba”, admitió. “Un año, en Cuaresma, decidí dejar de escuchar todo
lo que no fuera música clásica. Para cuando llegó la Pascua, ya no quería
escuchar ninguna otra cosa”. Cuando le pregunté por qué, me explicó que los
otros tipos de música ahora le sonaban como un ruido molesto. “No hay
profundidad en las melodías de la música moderna”, me contó. “Cuando escuchas
música clásica, te pierdes dentro de ella”.
En mi caso, aunque llevo escuchando
música clásica de forma bastante consistente durante unas semanas, todavía
disfruto de las canciones rock, pop y country que
siempre me han atraído. Sin embargo, creo que a mi profesor no le falta razón.
Las obras instrumentales de la música clásica no tienen comparación con ningún
otro género en su capacidad para conmover a una persona. Albert Einstein llegó a comentar con mucho acierto que la música de
Mozart era “tan pura que parecía haber existido en el universo
desde siempre, esperando a ser descubierta por su dueño”.
3. Tiene propiedades curativas
Si el sonido de la música clásica genera la formación en el agua de elegantes cristales
de hielo, es inevitable plantearse lo que puede hacer por nuestros
cuerpos, compuestos en un 70% de agua. El director del estudio, el doctor
Masaru Emoto “considera la energía como vibraciones que atraviesan la materia”.
Estas vibraciones incluyen las ondas sonoras de la música, que pueden
afectarnos de variadas maneras. El doctor Emoto se refiere a las vibraciones como hado.
Ofrece varios ejemplos sobre piezas
clásicas concretas y sus efectos curativos, empezando por Die Moldau,
de Bedrich Smetana. De forma evidente, el hado de esta obra
activa los tejidos linfáticos corporales. De manera similar, el Danubio
azul de Johann Strauss II puede revitalizar el sistema nervioso
central, según los descubrimientos del doctor Emoto.
4. Actúa como reductor del estrés
El sitio web de salud mental PsychCentral informa de
que la música clásica “puede tener un efecto beneficioso en nuestras funciones
fisiológicas, reduce el pulso y el ritmo cardiaco, reduce la presión sanguínea
y disminuye los niveles de hormonas del estrés”.
Una de las cosas de las que me
percaté cuando empecé a poner música clásica en el coche con mi hija de un año
es que lloraba menos y parloteaba más. Como la mayoría de bebés de su edad,
prefiere moverse con libertad y normalmente no le gusta estar confinada en el
asiento del coche. Antes, cuando ponía cualquier tipo de música que sonara en
la radio o incluso canciones infantiles, se ponía revoltosa con los trayectos
más cortos, lo cual repercutía en más estrés para mí como conductora. Aunque no
sea necesariamente la solución perfecta, he notado sin duda que está más
relajada cuando suenan canciones clásicas.
5. Ayuda a expresar las emociones
La Universidad Metodista del Sur, en
Texas, llevó a cabo un estudio en el que se pedía a 85
individuos que reflexionaran en voz alta sobre la experiencia vital más
significativa que hubieran tenido. Los participantes en cuya entrevista se
reprodujo música clásica de fondo resultaron ser más expresivos y detallados en
su expresión. Esto es debido a que la música clásica es un “excitante cognitivo
y, por ello, también emocional”, concluye el estudio.
¿Tienes problemas a la hora de
articular tus sentimientos? Prueba a escuchar algo de Mozart o Beethoven para
ver si te ayuda a expresar lo que tienes en tu interior.
Es una lástima que la popularidad de
la música clásica haya decaído tan drásticamente con el paso de los siglos. El
gusto de la sociedad en cuestiones musicales es siempre cambiante, en especial
cuando los avances tecnológicos van dejando obsoleto el virtuosismo
instrumental.
Sin embargo, siguen existiendo pocas
cosas tan preciosas como escuchar una pieza de música clásica sonando con esos
instrumentos atemporales que resuenan en lo más íntimo de nuestro ser.
Fuente: ELIZABETH PARDI/ ALETEIA FOR HER