Mensaje sorpresa
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Hace unos dos años me tocó un sitio nuevo en el
refectorio. Lo cierto es que tiene varias cosas que no me gustan: la ventana
queda a mi espalda (por lo que mi sombra cae sobre el plato y siento que como a
oscuras), hay un escalón en mitad de la mesa que hace que el plato baile...
Pero a todo se puede acostumbrar uno. Al principio me molestaba, pero ahora ya,
ni lo pienso.
Tan acostumbrada estoy a mi nuevo sitio, ¡que también
he dejado de sorprenderme! Menos mal que el Señor me lo ha recordado...
Resulta que había amanecido un día nublado, de esos
tristes que invitan a meterse en la cama... ¡puf! Horroroso.
Llegué al desayuno con los pies pesándome como plomo y
de pronto... ¡no pude evitar una sonrisa!
En mitad de mi mesa, la madera hace un dibujo muy
curioso y muy definido: ¡la cara de un niño sonriendo! Ya me había
acostumbrado, ¡pero el Señor me regaló sorprenderme de nuevo! Sentí que esa
sonrisa era también la Suya, llenando de Sol mi día, invitándome a apostar por
vivir el día como una apasionante aventura que Él me regalaba. ¡Es increíble lo
que puede hacer una sonrisa, aunque sea de madera!
Y es que el Señor no se cansa de llenar cada uno de
nuestros días con miles de detalles para recordarnos su amor. Nuestro problema
es... ¡que nos acostumbramos! Como siempre están ahí, llega un momento en que
casi dejamos de verlo, se acaba el asombro, se acaba el agradecimiento.
Pero... ¡por eso te regala un día nuevo! Un día para
empezar de cero, para comenzar la jornada de su mano y pedirle que te dé unos
ojos capaces de asombrarse. ¡Verás que el día cambia de color!
Hoy el reto del amor es que pongas un papelito o un
post-it en la mesa de una persona a la que quieras. Dibuja una sonrisa y
déjasela para que se la encuentre como una sorpresa cuando llegue a comer, a
estudiar o a trabajar. ¡Te aseguro que las sonrisas de papel también son
contagiosas! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma