Boye fue acusado de
colaborar en el secuestro de Revilla, por el que en 1996 fue condenado a una
pena de catorce años de prisión
Los católicos españoles, aunque
acostumbrados a las cotidianas ofensas del laicismo, no dejaron de sorprenderse
cuando la revista de ultraizquierda "Mongolia" publicó en Twitter un saludo por el día del orgullo gay con la imagen de un Corazón de Jesús
pintada con el arcoíris homosexual y el lema "Viva Cristo Gay".
El tuit del 2 de
julio de este año reprodujo la portada que Mongolia publicó originalmente en
abril de 2015 –una de las tantas dedicadas a mofarse de la religión–
en la que entre otras cosas decía: "¡Viva CristoGay!"..."si este tipo que se llama Cristo dijo que todos somos él y muchos de nosotros somos gays. ¡No se hable más! ¡Viva Cristo Gay y Súper Dios gay y la Madre que los parió!"
en la que entre otras cosas decía: "¡Viva CristoGay!"..."si este tipo que se llama Cristo dijo que todos somos él y muchos de nosotros somos gays. ¡No se hable más! ¡Viva Cristo Gay y Súper Dios gay y la Madre que los parió!"
La publicación, a la que siguió una
retahíla de afrentas a los católicos vía su cuenta de Twitter, ha llevado a
muchos a preguntarse qué es la revista Mongolia, y quién es Gonzalo Boye, el
extraño personaje chileno detrás de su anticlericalismo.
Gonzalo Boye
estudió en el elitista colegio de origen británico chileno The Mackay School,
para después licenciarse en Ciencias Políticas y en Economía por la universidad
alemana de Heidelberg. Llegó a España en 1987 junto con otros chilenos de
ultraizquierda que escapaban de la dictadura pinochetista, y en 1992 fue
detenido –junto con otras tres personas de nacionalidad chilena– como
sospechoso de haber participado en los secuestros de los empresarios Emiliano
Revilla y Manuel Prado, ambos perpetrados por la banda terrorista ETA. Tanto
Boye como el resto de los detenidos eran miembros o simpatizantes del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) nacido en Chile.
Boye fue
finalmente acusado de colaborar en el secuestro de Revilla, por el que en 1996
fue condenado a una pena de catorce años de prisión.
En la cárcel se
matriculó en una universidad a distancia y completó la licenciatura en Derecho,
lo que le mereció una reducción de pena. Así, en 2002, seis años después de
haber sido encarcelado, fue puesto en libertad. Boye se dedicó al derecho aprendido en la cárcel y, según un medio chileno, se convirtió en
"un abogado que tiene de clientes a todos los criminales que llegan desde
Latinoamérica", y que es "representante de varios chilenos detenidos
por robos, estafas, fraudes y delitos económicos en España".
Al mismo tiempo,
Boye, siempre leal a sus ideas de extrema izquierda, buscó rápidamente la
atención internacional defendiendo a militantes palestinos antisraelíes y a los
terroristas recluidos en la base naval de Guantánamo en Cuba, a la vez que se
convirtió en abogado defensor de presuntos terroristas españoles como Rodrigo
Lanza, quien junto con otros militantes fue condenado a 5 años de prisión por
agredir en febrero de 2006 a un policía de Barcelona que quedó en estado
vegetativo irreversible.
Pese a su pasado
cercano al terrorismo del MIR y ETA, Boye, casado con su socia Isabel Elbal y
padre de tres hijas, atiende desde su confortable estudio en la Calle del Pilar
de Zaragoza en la capital española y, según detalla una entrevista publicada en el diario chileno
El Mostrador, “se desplaza por Madrid al volante de un Mercedes Benz
y suele cruzar España en el AVE, el tren de alta velocidad”.
Boye siempre ha
negado su vínculo directo con el secuestro perpetrado por ETA, pero según
los registros del juicio que
se le siguió junto a los otros tres chilenos del MIR, Boye "no niega haber
prestado su coche marca Chrysler 150 ranchera, de matrícula alemana, a Ramiro
Silva Vial, para efectuar vigilancias".
El terrorista
Ramiro Silva también identificó a Boye como la persona que "le había
prestado el coche de su propiedad dos veces para las vigilancias, participando
en estas con pleno conocimiento". Con esos elementos, la Audiencia
Nacional española señaló que las actividades de Gonzalo Boye y de los chilenos
Alexis Corvalán y René Valenzuela son tipificadas por el Código Penal como un
delito de colaboración con banda armada, por haber realizado "actos de
colaboración, favorecedores de la realización de una actividad de la banda
terrorista ETA y la consecución de sus fines de extorsión".
Más aún, el
exfiscal de la Audiencia Nacional, Ignacio Gordillo, dijo en
marzo de este año, hablando de Boye "que esas personas que han sido
condenadas por ello, lógicamente pueden tener una vinculación con los
terroristas, llámale colaboración, participación o inducción. Y con una pena de
diez años, aunque la haya cumplido y se haya rehabilitado, yo creo que como
cuestión de historia y como cuestión de que ha ocurrido, no pasa ningún problema
porque se cite en un medio de comunicación. No se están haciendo opiniones
particulares ni subjetivas de si una persona es más o menos terrorista, sino
refiriéndose a una sentencia condenatoria en firme del Tribunal Supremo".
En el mismo
sentido, cuando se hizo público que Boye estaba defendiendo a la esposa chilena
de una de las víctimas del ataque terrorista contra el metro de Madrid del 11
de marzo, la
influyente Asociación Víctimas del Terrorismo remitió un comunicado a los medios de comunicación señalando
que "es una inmoralidad y una desfachatez que alguien que ha provocado
tanto dolor ejerciendo una actividad criminal esté ahora representando, como
abogado, a otra víctima del terrorismo"; y se preguntó "qué hace un
ex colaborador de la banda terrorista ETA defendiendo a una víctima del brutal
atentado del 11-M".
Además de editar
Mongolia y convertirla en una frecuente fuente de ofensas contra los católicos,
Boye es –según la revista chilena El Dinamo– un
abogado "de esos que disfruta apareciendo en la prensa, dando entrevistas
y siendo parte de los casos más televisivos”.
En efecto, en el
año 2014 Boye se incorporó, por razones puramente publicitarias, al equipo
jurídico que defiende a Edward Snowden, el antiguo empleado de la Agencia de
Seguridad Nacional norteamericana acusado por el Gobierno de Estados Unidos de
divulgación de secretos de Estado. Snowden, que vive en Rusia desde que escapó
de la justicia norteamericana, ni siquiera está enterado de que su
"equipo" de abogados incluye al ex recluso chileno.
Boye es además un habitué en los documentales de izquierda como
"The Guantanamo Trap", "Ciutat Morta",
"Citizenfour"; y recientemente ha producido un largometraje
documental a estrenarse este año bajo el modesto título de "Boye".
Desde el mensual
Mongolia, el ex recluso se ha dedicado a ridiculizar al cristianismo bajo el
argumento de que
"la libertad religiosa de nadie no es más valiosa que la libertad de
expresión de otros".
Entre otras, las
carátulas de Mongolia han propuesto la celebración de una "semana
satán" como alternativa a la Semana
Santa, han presentado a un Cristo crucificado con un chaleco
explosivo como a punto de cometer un atentado terrorista y ha utilizado para
fines vulgares la imagen de la Virgen de la Macarena de Sevilla.
Y cuando
a Boye se le preguntó "¿Qué
exclusiva les gustaría dar en portada?", respondió "El papa confiesa:
lo de dios es un camelo (farsa)". Pero su inquina hacia Dios parece
limitarse al Dios cristiano. En efecto, salvo una tímida caricatura sobre
Mahoma publicada en solidaridad con el atentado contra la revista parisina
Charlie Hebdo, Mongolia nunca se ha atrevido a mofarse de los musulmanes. Y no
han sido pocos los que han acusado a la revista de cobardía por este motivo.
En el caso de la
ridiculización de la imagen de la Virgen de la Macarena de Sevilla, Boye respondió
a una carta notarial de la cofradía manifestando su desprecio por la
religión católica y su visión del humor antirreligioso: "En cualquier
caso, si alguien se ha podido sentir molesto, por no entender la sátira, lo
sentimos pero el espíritu de la Revista Mongolia es el que es y los principios
informadores basados en el humor, aunque no guste a algunos, seguirán siendo
los pilares sobre los que se asiente nuestra publicación".
Los pilares de
Mongolia, sin embargo, no resultaron ser tan firmes: dado que la carta notarial
de la cofradía incluía enérgicas y específicas amenazas de acción judicial,
Boye retiró inmediatamente la imagen ofensiva tanto de la página web como de la
propaganda que había preparado para el lanzamiento de Mongolia en Sevilla. Y
sus críticos siguen esperando que Boye muestre con los musulmanes,
especialmente los radicales que vienen desolando Europa, algo de la virulencia
que tiene reservada a los católicos.
Fuente:
ACI Prensa