¿Hacia dónde tienes tu mirada?
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
He comprendido que la frase "mirarse el
ombligo" está muy bien expresada. Sí, la verdad es que es algo que de vez
en cuando experimento en mí misma.
No se trata de que esté todo el día sin hacer nada,
sino que, cuando llega el momento de darse un poco más... mil buenísimas
razones llenan mi cabeza de excusas. Y, en lo que tardo en pensármelo, ya otro
se ha levantado a hacerlo por mí.
Me refiero a esas ocasiones en que nos damos cuenta de
que nos hemos dejado arriba tal cosa, o para recoger la mesa, o incluso para
poner una lavadora...
Y por eso digo haber entendido bien la frase, porque,
si haces literalmente el gesto de mirarte el ombligo, te darás cuenta de que
sólo te ves a ti mismo, sólo tienes la visión de tu ombligo, y a los demás no
los ves, como mucho ves su sombra a tu lado.
Cuando me empiezo a ver así, me hace gracia, porque
experimento que el Señor me mira con una sonrisa de pillo, de ésas que expresan
complicidad, de las que te lo está diciendo todo pero, como sabe que ya lo
sabes (porque ya has experimentado antes a qué te lleva eso), sólo te sonríe.
Lejos de juzgarme o de sentirme empujada por una obligación, lo que experimento
es esa mirada de amor que me invita a volver a levantar la cabeza y mirar a los
demás, que me invita a descubrir de nuevo que "hay más dicha en dar que en
recibir".
Cristo, en el Evangelio, siempre mira a cada uno de
los que se encuentran con Él. Les mira a los ojos, les sana, les quita las
vendas y les ama con la mirada, invitándoles a mirar ellos también a los demás
para que todos tengan esa experiencia de Amor.
Hoy el reto del Amor es mirar por los demás. Hoy
quiero adelantarme, porque, para amar, no hay razones que valgan; quiero
comenzar el día amando gratuitamente, porque así lo he recibido de Cristo.
Quiero hacerme cómplice del cansado y ayudarle en su tarea, quiero tener ese
gesto de cariño que sea bálsamo para el otro, quiero mirar al hermano y
levantar también su mirada, hacerme uno con él y experimentar de nuevo que
necesito entregarme amando para ser feliz. Y amar es darlo todo.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma