...y el que menos nacimientos tiene: ¿Al borde de un “suicidio demográfico”?
La situación de la familia es preocupante en España, un país de tradiciones católicas donde el número de rupturas matrimoniales
(divorcios y separaciones) superó los 105.846 (100.746 divorcios) en 2014, un 66,4 por ciento del número de matrimonios,
que el mismo año fueron 159.279, según datos del Instituto Nacional de
Estadística (INE).
El número de matrimonios baja de modo
continuado (han pasado del 5,3 por mil en 2000, al 3, 4 en 2014), mientras que
aumenta el número de divorcios (en 2014 aumentó en un 5,6 por ciento, según el
INE).
Dentro de muy pocos años se llegará a
igualar el número de matrimonios con el número de divorcios.
Con una natalidad ya muy baja -0,917- por
mil, España está también a la cola de Europa y del mundo.
Esta situación es calificada por
Alejandro Macarrón, director general de la Fundación Renacimiento Demográfico,
como de “suicidio
demográfico”.
España está a la altura de Hungría,
Portugal y Bélgica como los más divorcistas de Europa, incluso por encima de
los países nórdicos. El papel de la familia es clave para cambiar a positiva la
tendencia en el número de nacimientos.
Nos podemos preguntar si este fuerte
incremento de divorcios puede deberse a unos matrimonios tempranos. Pero no es
así, pues la edad media del hombre que se casa es de 34,4 años y la de la mujer
de 32,2, según el INE.
Es decir que se casan ya a una edad
realmente adulta, donde las parejas saben lo que hacen, y así tienen el primer
hijo ya en edad avanzada.
De este modo no se resuelve la crisis de
la natalidad, que requiere fomentar los valores de una familia fuerte.
Ante esta situación, y ahora que España
acaba de entrar en una campaña electoral (la segunda en seis meses) para elegir
a sus representante en el Parlamento o Cortes Españolas, bueno sería alcanzar
entre todas las organizaciones familiares un acuerdo con la mayoría de las fuerzas políticas para
crear un marco legal estable adecuado para fomentar la familia,
pues de este modo se evitarían los vaivenes de políticas distintas y tal vez
opuestas de los distintos gobiernos.
Detrás del número de divorcios y
separaciones, de estos fracasos matrimoniales, está no solo el fracaso individual de las
personas que han contraído el matrimonio, sino sobre todo la repercusión que tiene en los hijos.
En los casos de separaciones y divorcios
los hijos sufren un estrés importante. En los colegios los profesores captan
inmediatamente cuándo un niño o niña o adolescente tiene un problema de
separación de los padres: cambia de carácter, modifica su humor, baja el
rendimiento escolar, está más triste y se le ve más solo al lado de los
compañeros.
A unos les cuesta mucho y a otros les
cuesta menos, pero el estrés que sufren es difícil superarlo.
La familia, la institución familiar, no
puede ser defendida solo por un partido, sino que deben defenderla más partidos
y entre todos crear una legislación
básica, con el fin de mantener y hasta fomentar la familia,
aunque cambie el color del gobierno.
Dos puntos claros, como primer paso, debería
tener el acuerdo en favor de la familia: fomentar
la natalidad con diversas políticas de ayudas laborales,
sociales, etc., y fomentar
mayor estabilidad en las familias, ayudándolas a sobrellevar
los problemas que toda familia tiene y cuya solución no está en tirar el
matrimonio a la basura.
La situación de más divorcio empobrece no
solo a la familia en general, a la natalidad, a las personas incursas en estos
procesos, sino que empobrece especialmente a las mujeres, que ven
disminuir su poder adquisitivo porque tienen la carga de los hijos, y también
empobrece a los hijos que normalmente viven con la madre.
Por otro lado, consecuencia de esta
ausencia de valores familiares, existen cada vez más hogares con una sola persona
(ya son el 25 por 100, según
el INE y sigue aumentando).
De estos hogares, un 40 por ciento están
formados por personas mayores de 65 años, la gran mayoría mujeres, con lo que
se capta un problema de
soledad y abandono en muchos casos.
Además, en 2015, y según las estadísticas
oficiales, los hogares monoparentales han aumentado un 8 por ciento y suponen
ya el 10,3 por ciento de los hogares españoles.
La opinión pública está concienciada
de la falta de trabajo, el paro, las pensiones, la corrupción política, la
pederastia, pero no tiene
conciencia de que faltan políticas familiares, que son las que realmente pueden crear un
futuro esperanzador para los ciudadanos.
Salvador Aragonés
Fuente:
Aleteia