Los
autores del artículo indican la consecuencia de la disociación entre amor,
matrimonio, sexo, coincidiendo con la Humanae Vitae
The Bussines Insider ha dado una sorpresa al tratar en sus
páginas un asunto no precisamente relacionado con los temas económicos, de
finanzas y negocios que suele abordar.
En un artículo titulado “Time To Admit It: The Church Has Always Been Right On Birth Control” (“Es tiempo de admitirlo: la Iglesia siempre ha sido recta con el control de la natalidad”) los autores ponen en evidencia cómo la Iglesia católica ha tenido razón en su postura sobre el control de la natalidad.
En un artículo titulado “Time To Admit It: The Church Has Always Been Right On Birth Control” (“Es tiempo de admitirlo: la Iglesia siempre ha sido recta con el control de la natalidad”) los autores ponen en evidencia cómo la Iglesia católica ha tenido razón en su postura sobre el control de la natalidad.
El periódico on-line en inglés que reporta un tráfico semejante al The Wall Sreet Journal, comienza mostrando cómo para muchas personas (incluido el editor del Bussines Insider) la posición de la Iglesia católica acerca de los anticonceptivos resulta pasada de moda. E inmediatamente después comienzan a ponderar algunos argumentos de historia sobre si esa actitud entrañará algún valor… y razón.
Hablan, por ejemplo, de los 21 siglos de
experiencia que tiene la Iglesia (lo que la convierten en la institución más
antigua de la humanidad), de sus establecimientos que tocan prácticamente toda
actividad humana a lo largo y ancho del mundo (lo que le permite hablar de lo
que habla) e incluso de los grandes intelectuales que ha dado a la humanidad,
antiguos y contemporáneos, como Agustín de Hipona o René Girard.
Y es entonces que plantea la cuestión: el
uso generalizado de anticonceptivos ha traído consigo cuatro resultados que ya
Pablo VI recogió en 1968 en la encíclica Humanae Vitae: 1) descenso en
general de las normas morales, 2) aumento de la infidelidad y de hijos
ilegítimos, 3) reducción de las mujeres a objetos de placer y 4) la actividad
coercitiva de los gobiernos en materia reproductiva. O en otras palabras: lo
que ha estado pasando en los últimos 40 años.
Los autores del artículo ejemplifican
esas cuatro consecuencias de la disociación entre amor, matrimonio, sexo y
procreación enseñada por la Iglesia con:
1) actualmente no se puede dar por
sentado que alguno de los padres sea necesariamente responsable de sus hijos.
Esto quedaría todavía más patente si se considera que ser padre equivale hoy en
día al cumplimiento de pagos para el sustento infantil ordenados por las
cortes. Esto hace que los estándares de paternidad estén por los suelos;
2) Un par de datos: en 1960 sólo el 5,3%
de los bebés nacían de mamás solteras; para el año 2010 el porcentaje ascendía
a 40,8 %. En 1960 tres cuartas partes de los hogares estaban compuestos por
matrimonios casados; en 2010 apenas llegan al 48%.
3) La reducción de la mujer a un mero
objeto de placer está ligada al usa y tira que de hecho hacen de ella los
anticonceptivos. En cuanto cosificación, basta mirar el aborto selectivo que
abiertamente se hace de las niñas en China y veladamente en muchos otros
países.
Michael Brendan y Pascal-Emmanuel Gobry,
autores del artículo, también tocan el mito de la sobrepoblación para la cual
los anticonceptivos serían un remedio. En este ámbito, las críticas contra la
Iglesia son que, de seguirse el “sed fructíferos y multiplicaos” que enseña la
Biblia, la tierra se volvería insostenible. Pero las estadísticas parecen no
apoyar esa idea.
El “The Population Bureau of the
Department of Economic and Social Affairs of the United Nations” muestra, de
suyo, que en las próximas décadas se dará una desaceleración del crecimiento de
la población (¡y eso que la ONU promueve la anticoncepción y el aborto!). El
caso más dramático es el de China quien va encaminada a una crisis demográfica
a causa de la política del “hijo único” mantenida por el gobierno durante
muchos años.
Y entonces, ¿en qué concluye el artículo
del Business Insider? En que ve la posición de la Iglesia en materia de
reproducción como algo completamente acertado: “El progreso humano es la gente.
Más gente significa más progreso. El inventor de la cura para el cáncer podría
ser el cuarto hijo de alguien que decidió no tenerlos más”. Y añaden: “Es una
buena idea que la gente sea fructífera y se multiplique. Independientemente de
cómo se sienta ante la postura de la Iglesia sobre el control de la natalidad,
la Iglesia se ha demostrado bastante profética”.
Fuente: Zenit