Aumentan
testimonios de milagros atribuidos a la mediación del santo italiano
San Antonio de Padua sigue siendo muy
milagroso. Por lo menos así lo testimonian varias personas que en los últimos
meses han recibido favores especiales del santo franciscano en su Basílica en
Padua, Italia.
Estos testimonios fueron recopilados
recientemente por Il mattino di
Padova, medio de comunicación italiano: la mayoría de ellos
consisten en curaciones
milagrosas que se relacionan con la visita a la tumba del santo
o el haber orado con gran devoción ante una de sus reliquias.
Entre los testimonios ha llamado la atención el de Kairyn, una bebita de Verona, Italia, que fue diagnosticada con un tumor antes de nacer.
Sus padres ya habían acudido a los
especialistas quienes les confirmaron que su pequeña padecía un liposarcoma, un
mal que ponía en peligro la vida de la bebé.
Mientras esta diagnóstico era dado a los
padres, la abuela de la niña, muy devota a san Antonio, se encontraba en Padua
orando frente a la tumba del santo.
Al poco tiempo los padres deciden ir
donde otra especialista en Bolonia ante la esperanza de tener un diagnóstico no
fatal.
La cita la tienen justo el 13 de junio en
la fiesta de San Antonio, acuden al lugar y la abuela intensifica sus
oraciones.
Muy pronto las plegarias son escuchadas y el tumor
desaparece. Kairyn nace completamente sana y es bautizada en la Basílica de San
Antonio en Padua.
El otro testimonio, que es el más
reciente que se dio a conocer, es el de una
pareja infértil que médicamente se sabía no podía procrear.
Los esposos comienzan a frecuentar al
santo, especialmente la misa que se celebra cada año el primer domingo de
febrero que el santuario dedica para las mujeres embarazadas y aquellas que
quieren un hijo.
Después de algunos días la mujer descubre
que está embarazada.
Hoy el pequeño se llama Giovanni.
Otro de los casos es el de una mujer en Estados Unidos que tenía un
tumor en su cerebro y llevaba años en una silla de ruedas.
La mujer oró con gran fervor ante una
reliquia de san Antonio y de inmediato se puso en pie. Los médicos luego confirmaron que se
había recuperado en un 70% de la discapacidad física que padecía.
Aunque el padre Enzo Poiana, rector de la
Basílica franciscana en Padua, se ha referido a la prudencia con estos casos, ya que la
Iglesia tiene sus procedimientos antes de hablar oficialmente sobre un milagro,
lo cierto es que San Antonio ha sido considerado desde siempre como el
“Milagroso de Padua“, y en vida se difundieron varios de los
prodigios de Dios por manos del santo paduano.
Uno de los más conocidos es el de la mula, cuando un herético
cuestiona la presencia de Jesús en la Eucaristía y desafía al santo a demostrar
con un milagro la verdadera presencia de Cristo en la hostia consagrada,
prometiendo que si lo hacía se convertiría a la verdadera doctrina.
San Antonio decide encerrar una mula en
el establo por algunos días sin darle de comer, anuncia que la llevaría a la
plaza, frente a todos, y que pondría frente al animal la hostia consagrada, y
también comida.
Al llegar el día, el santo pronunció: “En
virtud y en nombre del Creador que, a pesar de ser indigno, tengo
verdaderamente entre las manos, te digo, oh animal, y te ordeno acercarte
enseguida y con humildad y ofrécele la debida veneración”. De inmediato la mula
baja la cabeza y se arrodilla ante la Santa Hostia.
Otro milagro que el santo paduano hizo en
vida fue el del pie
re-injertado. El hecho ocurrió con un hombre de Padua que
confiesa a san Antonio que había dado una brutal patada a su madre.
El santo, lleno de tristeza, le dice: “El
pie que golpea a la madre o al padre, merecería ser amputado al instante”. El
hombre, lleno de remordimiento, regresa a su casa y se corta el pie.
Antonio sabe de la noticia y de inmediato
corre donde él. Tras una oración, y haciendo la señal de la cruz, el santo pega
el pie a la pierna. De inmediato el hombre se levanta y comienza a saltar de
alegría por el gran prodigio.
Artículo originalmente publicado por Gaudium Press
