En la
comunión Jesús no se “encarna” en nosotros. Cuando recibimos a Jesús nos alimenta
espiritualmente. El instituyó la Eucaristía como alimento
No entiendo o no quiero entender que cuando comulgamos la presencia
física de Jesús dura lo que duran las especies sacramentales. Para mí, al
comulgar es la misma Carne y Sangre de Jesús que entra en mí y habita en mí, y
hace todo lo que Él sabe hacer, y le doy la bienvenida con un abrazo, y bailo y
me regocijo espiritualmente, no sé por cuánto tiempo, y sé que mis células y mi
sangre se mezclan con las de Jesús y me vuelve cada vez más parecida a Él y me
da la fuerza para seguir adelante y le digo siempre, por favor Señor al momento
que me tenga morir, dame tu cuerpo y tu sangre, por eso no entiendo cómo puedo
pensar que solo 10 minutos va a estar en mí, y luego se va a ir, entonces
porque nos dice Jesús en Jn. 6, 55-58 El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en Mí y Yo en el…..
La verdad me da mucha desilusión pensar así, a un Jesús visitante, siendo El mi hermano, mi Padre etc…
La verdad me da mucha desilusión pensar así, a un Jesús visitante, siendo El mi hermano, mi Padre etc…
Jesús está físicamente presente en la Eucaristía, con
su cuerpo, con su sangre, con su alma y su divinidad: Él entero, vivo,
glorioso, el único Jesús que existe (no es “un” cuerpo de Jesús, sino Jesús
mismo, escondido en las especies sacramentales).
En el momento de la consagración, el pan y el vino se
convierten en Cristo, permaneciendo las apariencias de pan y vino (lo que
llamamos las especies de pan y vino). Las especies nos dicen donde está Jesús:
“detrás” de ellas (por decirlo de alguna manera).
Cuando las especies de pan y vino dejan de ser
especies de pan y vino, porque las apariencias de vino se avinagran o las de
pan se pudren o son disueltas por el estómago, la presencia física de Jesús
cesa. Jesús no está presente en vinagre, ni en pan podrido (por poner un
ejemplo).
Lo mismo ocurre cuando comulgamos. Por eso, se dice
que la presencia física de Jesús en nosotros dura unos diez minutos.
Es lógico y bueno que sea así. Jesús no se “encarna”
en nosotros. Nos une a él como el alimento. Cuando nosotros comemos un chorizo,
el chorizo no permanece en nosotros como chorizo… Nos alimenta, nos da
calorías, proteínas… Cuando recibimos a Jesús nos alimenta espiritualmente. El
instituyó la Eucaristía como alimento.
Además, sería muy complicado tener a Jesús físicamente
en nosotros… tendríamos que darle culto todo el tiempo, cómo haríamos en
momentos que quizá no sería digno que Jesús estuviera físicamente en nosotros…
(así como no llevamos la Eucaristía a un comedor, a un cine, a…).
Que cese la presencia real, no quiere decir que Jesús
se vaya de nosotros. Está en nuestra alma en gracia, pero no físicamente su
cuerpo… está en la inhabitación de la Trinidad: Dios habita en nosotros, ahí
está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Una presencia que es real, pero no
es sustancial, como lo es el rato después de comulgar.
Alguna vez he leído a un autor espiritual, que se
cumple lo que Jesús dice en la Ultima Cena: “les conviene que yo me vaya…”, que
cuando cesa la presencia real en nosotros después de comulgar, es como si
hubiera una nueva infusión del Espíritu Santo.
Así que como ves, no perdemos. Nos alimentamos de
Jesús -vivimos de Él- y sigue presente en nosotros (aunque no de un modo
físico, como lo está en la Eucaristía).
Por P. Eduardo Volpacchio
Fuente: algunasrespuestas.wordpress.com