Conoce las deformaciones
del culto a María
Es preciso,
ahora más que nunca, hacer una buena elección de la verdadera devoción a la
Santísima Virgen. En efecto, hoy más que nunca, nos encontramos con falsas
devociones que fácilmente podrían tomarse por verdaderas.
El demonio,
como falso acuñador de moneda y ladrón astuto y experimentado, ha engañado y
hecho caer ya a muchas almas por medio de falsas devociones a la Santísima
Virgen y cada día utiliza su experiencia diabólica para engañar a muchas otras,
entreteniéndolas y adormeciéndolas en el pecado, so pretexto de algunas
oraciones mal recitadas y de algunas prácticas exteriores inspiradas por él.
Como un
falsificador de moneda no falsifica ordinariamente sino el oro y la plata y muy
rara vez los otros metales, porque no valen la pena, así el espíritu maligno no
falsifica las otras devociones tanto como las de Jesús y María: la devoción a
la Sagrada Comunión y la devoción a la Virgen porque son entre las devociones,
lo que el oro y la plata entre los metales.
Es, por ello,
importantísimo:
- 1° conocer las falsas devociones para evitarlas y
las verdaderas para abrazarlas,
- 2° conocer cuál es, entre las diferentes formas
de devoción verdadera a la Santísima Virgen, la más perfecta, la más
agradable a María, la más gloriosa para el Señor y la más eficaz para
nuestra santificación, a fin de optar por ella.
Hay, a mi
parecer, siete clases de falsos devotos y falsas devociones a la Santísima
Virgen, a saber:
- Los devotos críticos;
- Los devotos escrupulosos;
- Los devotos exteriores;
- Los devotos presuntuosos;
- Los devotos inconstantes;
- Los devotos hipócritas;
- Los devotos interesados.
1.- Los devotos
críticos.
Los devotos
críticos son, por lo común, sabios orgullosos, engreídos y pagados de sí
mismos, que en el fondo tienen alguna devoción a la Santísima Virgen, pero
critican casi todas las formas de piedad con las que las gentes sencillas
honran ingenua y santamente a esta buena Madre, sólo porque no se acomodan a
sus fantasías.
Ponen en duda
todos los milagros e historias referidas por autores fidedignos o extraídas de
las crónicas de las Órdenes religiosas, que atestiguan la misericordia y poder
de la Santísima Virgen. Se irritan al ver a las gentes sencillas y humildes
arrodilladas para rogar a Dios ante un altar o imagen de María o en la esquina
de una calle… Llegan hasta acusarlas de idolatría, como si adorarán la
madera o la piedra.
En cuanto a
ellos así dicen no gustan de tales devociones exteriores ¡ni son tan cándidos
para creer a tantos cuentos e historietas como corren acerca de la Santísima
Virgen! Si se les recuerdan las admirables alabanzas que los Santos Padres
tributan a María, responden que hablaban como oradores, en forma hiperbólica, o
dan una falsa explicación de sus palabras. Esta clase de falsos devotos y
gente orgullosa y mundana es mucho de temer: hace un daño incalculable a la
devoción a la Santísima Virgen, alejando de Ella definitivamente a los pueblos
so pretexto de desterrar abusos.
2.- Los devotos
escrupulosos.
Los devotos
escrupulosos son personas que temen deshonrar al Hijo al honrar a la Madre,
rebajar al Uno al honrar a la Otra. No pueden tolerar que se tributen a la
Santísima Virgen las justísimas alabanzas que le prodigaron los Santos Padres.
Toleran penosamente que haya más personas arrodilladas ante un altar de María
que delante del Santísimo Sacramento, ¡como si esto fuera contrario a aquello o
si los que oran a la Santísima Virgen, no orasen a Jesucristo por medio de
Ella! No quieren que se hable con tanta frecuencia de la Madre de Dios ni que
los fieles acudan a Ella tantas veces.
Oigamos algunas
de sus expresiones más frecuentes: “¿De qué sirven tantos Rosarios? ¿Tantas
congregaciones y devociones exteriores a la Santísima Virgen? ¡Cuánta
ignorancia hay en tales prácticas! ¡Esto es poner en ridículo nuestra religión!
¡Hábleme más bien de los devotos de Jesucristo! Y, al pronunciar frecuentemente
este nombre, lo digo entre paréntesis, no se descubren. Hay que recurrir
solamente a Jesucristo. El es nuestro único mediador. Hay que predicar a
Jesucristo: ¡esto es lo sólido!”
Y lo que dicen
es verdad en cierto sentido. Pero, la aplicación que hacen de ello para
combatir la devoción a la Santísima Virgen es muy peligrosa, es un lazo sutil
del espíritu maligno, pretexto de un bien mayor. Porque ¡nunca se honra tanto a
Jesucristo como cuando se honra a la Santísima Virgen! Efectivamente, si se la
honra, es para honrar más perfectamente a Jesucristo y si vamos a Ella, es para
encontrar el camino que nos lleve a la meta, que es Jesucristo.
La iglesia, con
el Espíritu Santo, bendice primero a la Santísima Virgen y después a Jesucristo:
“Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús”. Y esto, no porque
la Virgen María sea mayor que Jesucristo o igual a Él lo cual sería intolerable
herejía sino porque para bendecir más perfectamente a Jesucristo hay que bendecir
primero a María. Digamos, pues, con todos los verdaderos devotos de la
Santísima Virgen y contra sus falsos devotos escrupulosos. “María, bendita tú
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”.
3.- Los devotos
exteriores.
Los devotos
exteriores son personas que cifran toda su devoción a María en prácticas
externas. Solo gustan de lo exterior de esta devoción, porque carecen de
espíritu interior. Rezan muchos Rosarios, pero atropelladamente. Participan
en muchas Misas, pero sin atención. Se inscriben en todas las cofradías
marianas, pero sin enmendar su vida, sin vencer sus pasiones, ni imitar las
virtudes de la Santísima Virgen. Sólo gustan de lo sensible de la devoción, no
buscan lo sólido. De suerte que si no experimentan algo sensible en sus
prácticas piadosas, creen que no hacen nada, se desalientan y lo abandonan todo
o lo hacen por rutina.
El mundo está
lleno de esta clase de devotos exteriores. No hay gente que más critique a las
personas de oración, que se empeñan en lo interior como lo esencial, aunque sin
menospreciar la modestia exterior, que acompaña siempre a la devoción
verdadera.
4.- Los devotos
presuntuosos.
Los devotos
presuntuosos son pecadores aletargados en sus pasiones o amigos de lo mundano.
Bajo el hermoso
nombre de cristianos y devotos de la Santísima Virgen, esconden el orgullo, la
avaricia, la lujuria, la embriaguez, el perjurio, la maledicencia o la
injusticia, etc.; duermen en sus costumbres perversas, sin hacerse
mucha violencia para corregirse, confiados en que son devotos de la Santísima
Virgen; se prometen a sí mismos que Dios les perdonará, que no morirán sin
confesión ni se condenarán, porque rezan el Rosario, ayunan los sábados,
pertenecen a la cofradía del Santo Rosario, a la del escapulario y otras
congregaciones, llevan el hábito o la cadenilla de la Santísima Virgen, etc.
Cuando se les
dice que su devoción no es sino ilusión diabólica y perniciosa presunción,
capaz de llevarlos a la ruina, se resisten a creerlo. Responden que dios es
bondad y misericordia; que no nos ha creado para perdición; que no hay hombre
que no peque, que basta un buen “¡Señor, pequé!” a la hora de la muerte. Y
añaden que son devotos de la Santísima Virgen; que llevan el escapulario, que
todos los días rezan puntualmente siete Padrenuestros y Avemarías en su honor
y, algunas veces, el Rosario o el Oficio de Nuestra Señora, que ayunan, etc.
Para confirmar
sus palabras y cegarse aún más, alegan algunos hechos verdaderos o falsos poco
importa que han oído o leído, en los que se asegura que personas muertas en
pecado mortal y sin confesión, gracias a que durante su vida hablan rezado
algunas oraciones o ejercitado algunas prácticas de devoción en honor de la
Virgen resucitaron para confesarse o su alma permaneció milagrosamente en el
cuerpo hasta que lograron confesarse o, a la hora de la muerte, obtuvieron del
Señor, por la misericordia de María, el perdón y la salvación. ¡Ellos esperan
correr la misma suerte!
Nada, en el
cristianismo, es tan perjudicial a las gentes como esta presunción diabólica. Porque, ¿Cómo puede alguien decir con verdad que ama y honra a la
Santísima Virgen, mientras con sus pecados hiere, traspasa, crucifica y ultraja
despiadadamente a Jesucristo, su Hijo? Si María se obligara a salvar por su
misericordia a esta clase de personas, ¡Autorizaría el pecado y ayudaría a
crucificar a su Hijo! Y esto, ¿quién osaría siquiera pensarlo?
Protesto que
abusar así de la devoción a la Santísima Virgen devoción que después de la que
se tiene al Señor en el Santísimo Sacramento es la más santa y sólida de todas
constituye un horrible sacrilegio, el mayor y menos digno de perdón después de
la comunión sacrílega.
Confieso que,
para ser verdadero devoto de la Santísima Virgen, no es absolutamente necesario
que seas tan santo, que llegues a evitar todo pecado aunque esto sería lo más
deseable. Pero es preciso, al menos (¡nota bien lo que digo!):
- Mantenerse sinceramente resuelto a evitar, por lo
menos, todo pecado mortal, que ultraja tanto a la Madre como al Hijo;
- Violentarse para evitar el pecado;
- Inscribirse en las cofradías, rezar los cinco o
quince misterios del Rosario u otras oraciones, ayunar los sábados, etc.
Todas estas
buenas obras son maravillosamente útiles para lograr la conversión de los
pecadores por endurecidos que estén. Y si tú,
lector, fueras uno de ellos, aunque ya tuvieras un pie en el abismo… te las
aconsejo, a condición de que las realices con la única intención de alcanzar de
Dios por intercesión de la Santísima Virgen la gracia de la contrición y perdón
de tus pecados y vencer tus hábitos malos y no para permanecer tranquilamente
en estado de pecado, no obstante los remordimientos de la conciencia, el
ejemplo de Jesucristo y de los santos y las máximas del Santo Evangelio.
5.- Los devotos
inconstantes.
Los devotos
inconstantes son los que honran a la Santísima Virgen a intervalos y como a
saltos. Ahora fervorosos, ahora tibios… En un momento parecen dispuestos a
emprenderlo todo por su servicio, poco después ya no son los mismos.
Abrazan de momento todas las devociones a la Santísima Virgen y se inscriben en
todas sus cofradías, pero luego no cumplen sus normas con fidelidad. Cambian
como la luna. Y María los coloca debajo de sus pies junto a la medialuna,
porque son volubles e indignos de ser contados entre los servidores de esta
Virgen fiel, que se distinguen por la fidelidad y la constancia.
Más vale no
recargarse con tantas oraciones y prácticas devotas y hacer menos pero con amor
y fidelidad a pesar del mundo, del demonio y de la carne.
6.- Los devotos
hipócritas.
Hay todavía
otros falsos devotos de la Santísima Virgen: los devotos hipócritas. Encubren
sus pecados y costumbres pecaminosas bajo el manto de esta Virgen fiel, a
fin de pasar a los ojos de los demás por lo que no son.
7.- Los devotos
interesados.
Existen,
finalmente, los devotos interesados. Son aquellos que sólo acuden a María
para ganar algún pleito, evitar un peligro, curar de una enfermedad o por
necesidades semejantes… sin las cuales no se acordarían de Ella.
Unos y otros
son falsos devotos, en nada adeptos a Dios ni a su Santísima Madre.
Pongamos, pues,
suma atención a fin de no ser del número.
- De los devotos críticos, que no creen en nada
pero todo lo critican;
- De los devotos escrupulosos, que temen ser
demasiado devotos de la Santísima. Virgen por respeto a Jesucristo;
- De los devotos exteriores, que hacen consistir
toda su devoción en prácticas exteriores;
- De los devotos presuntuosos, que bajo el oropel
de una falsa devoción a la Santísima Virgen, viven encenagados en el
pecado;
- De los devotos inconstantes, que por ligereza
cambian sus prácticas de devoción o las abandonan a la menor tentación.
- De los devotos hipócritas, que entran en las
cofradías y visten la librea de la Santísima Virgen para hacerse pasar por
santos.
- Y finalmente de los devotos interesados, que
sólo recurren a la Virgen para librarse de males corporales o alcanzar
bienes de este mundo.
Artículo originalmente publicado por pildorasdefe.net
