¿No entiendes algunos libros de la Biblia o ves
ideas que te parecen lejanas a la cultura actual o al Evangelio?
La Iglesia nos ha
enseñado que la Biblia entera o la Sagrada Escritura es la palabra de Dios; es
decir, que Dios “habla” a través de los libros contenidos en la Biblia, tanto
en los libros del Antiguo Testamento como en los del Nuevo Testamento.
Y la Biblia como Palabra
de Dios no tiene fecha de caducidad, tiene un valor permanente porque nos
manifiesta cómo se ha ido mostrando o realizando el proyecto de salvación de
Dios.
El Antiguo
Testamento, aunque contenga relatos y/o expresiones no fáciles de armonizar
sobre todo con los criterios del hombre de hoy, es también Palabra de Dios.
Es más, en sus libros se
encuentra un tesoro de sabiduría y de oración; especialmente si
tenemos en cuenta lossalmos; dichos salmos pertenecen a la oración
cotidiana de la Iglesia.
De consecuencia ningún
libro de la Biblia sobra como tampoco ningún libro contradice a otro;
todos están en la misma línea cuyo hilo conductor nos habla de una historia, de
la historia de la salvación.
“El Antiguo Testamento
es una parte de la Sagrada Escritura de la que no se puede prescindir. Sus
libros son divinamente inspirados y conservan un valor permanente, porque la
Antigua Alianza no ha sido revocada” (Catecismo, 121). Los mandamientos y
las profecías del pueblo de Israel o de la antigua alianza y las promesas que
se contienen en ellas, no han sido revocados.
“Y los cristianos
veneran el Antiguo Testamento como verdadera Palabra de Dios. La Iglesia ha
rechazado siempre vigorosamente la idea de prescindir del Antiguo Testamento so
pretexto de que el Nuevo lo habría hecho caduco (marcionismo)” (Catecismo,
123).
Básicamente el
marcionismo dice que el Antiguo Testamento menciona cosas anacrónicas o nada
lógicas que no gustan y que, por eso, se puede prescindir de él. Y aunque
es cierto que el Antiguo Testamento contiene libros difíciles de entender y que
pueden expresar ideas no acordes con los estereotipos de la cultura actual o
con el Evangelio, también es cierto que su importancia está en que nos hace ver
cómo Dios va orientando la historia del pueblo de Israel hacia
Jesucristo.
Es evidente que esto no
sea siempre, y por todos, fácil de ver y de entender pero es así. Es por esto
que ver el proyecto de Dios en la Biblia implica estudiarla bien; y
para estudiarla y comprenderla como se debe requiere, entre otras cosas, un
serio trabajo intelectual.
“La economía del
Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, anunciar
proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor
universal y la del Reino Mesiánico. Mas los libros del Antiguo Testamento
manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar
de Dios justo y misericordioso con los hombres, según la condición del género
humano en los tiempos que precedieron a la salvación establecida por Cristo.
Estos libros, aunque contengan también algunas cosas imperfectas y adaptadas a
sus tiempos, demuestran, sin embargo, la verdadera pedagogía divina. Por tanto,
los cristianos han de recibir devotamente estos libros, que expresan el
sentimiento vivo de Dios, y en los que se encierran sublimes doctrinas acerca
de Dios y una sabiduría salvadora sobre la vida del hombre, y tesoros
admirables de oración, y en los que, por fin, está latente el misterio de
nuestra salvación” (Dei Verbum, 15).
De manera pues que Dios
es un gran pedagogo, y el Antiguo Testamento hace parte de su pedagogía.
Con esto se está
diciendo que Dios no ha revelado a la humanidad todas las cosas de una sola
vez, sino que lo ha ido haciendo de modo progresivo.
El Antiguo Testamento
tiene una función pedagógica de Dios para preparar la venida de Cristo.
Sin el Antiguo
Testamento no se puede comprender a Jesús. Es decir, con el Antiguo Testamento,
Dios ha querido preparar a la humanidad para que pudiera acoger y comprender el
mensaje y la obra redentora de Jesús.
Fuente: Aleteia
