Las
sugerencias de este experto en psicología conjugan le fe católica con la
psicología moderna
Estoy constantemente absorto por las muchas
responsabilidades y actividades de mi vida. Siento como si mi ansiedad
estuviera empeorando cada vez más, y no logro relajarme ni disminuir el paso.
¿Cómo puedo hacer para seguir con el dinamismo de la
vida cuando es tan difícil decir no?
Esto de estar tan ocupado, me creas o no, es uno de
los problemas más comunes. Tenía el mismo problema cuando iba a la universidad,
y me había vuelto insoportable.
Un día fui a ver al capellán del campus y le hablé de
mi ansiedad y de mi constante estar ocupado. “¿Por qué has elegido estar
siempre tan ocupado?”. No lograba creer su respuesta.
Primero no me parecía que estar tan ocupado fuera una
elección mía. Pero luego pensándolo bien, me di cuenta que él tenía razón.
Había elegido yo estar ocupado.
Cada actividad extracurricular, cada invitación que
aceptaba, todo lo que estaba haciendo, era mi elección.
Me di cuenta de que mi vocación de esa época
era ser un estudiante universitario, y no era necesario estar involucrado en un
millón de otras actividades extracurriculares.
Estas actividades extra me estaban, de hecho, causando
ansiedad y añadían ruido a mi vida, impidiéndome tener tiempo de silencio
indispensable para reflexionar y cuidar de mi mismo.
No estoy diciendo que no debemos tener actividades
fuera de nuestro trabajo. El tiempo libre es muy importante para la salud
mental y el bienestar social.
Las actividades que fungen de desembocadura social y
dan tiempo para “recargarse” son de gran ayuda y pueden ser también maravillosas
oportunidades para volverse más virtuosos.
El problema surge cuando estas cosas son fuentes de
ansiedad más que de alegría y relax.
El centro de la situación difícil que estás pasando en
este momento no está sólo vinculado con la elección de estar ocupados, sino
también con la idea de que decir “no” a los demás tendrá consecuencias
negativas sobre tu relación con ellos, sobre la imagen que tienes de ti
mismo, o sobre ambas cosas.
En el centro de la necesidad de estar ocupados radica
la idea de que sin las actividades con las que ocupar el tiempo perdemos valor
hacia los demás y hacia nosotros mismos.
Cuando creemos esto, nuestra autoestima se vincula
directamente con lo que logramos realizar y lo bien que hacemos lo que
hacemos.
Una posible solución a este enfoque es recordar que tu
dignidad y tu valor no se basan en las cosas que haces. Si sientes que una
cierta actividad o un cierto compromiso te está causando un estrés excesivo y
ansiedad, ¡olvídalo!
Probablemente será difícil. Nadie quiere aparecer como
poco fiable, pero es mucho mejor que ser gobernados por el ansia o que nos
salga una úlcera en el estómago.
Si estos cambios no te dan el alivio que buscas,
entonces te recomiendo ir a un terapeuta para trabajar sobre las razones
más profundas y personales que te empujan a estar siempre tan ocupado.
Y luego recuerda que Cristo te da dignidad y
respetabilidad, y no importa lo que hagas o lo que piensen de ti otras
personas: su amor por ti no cambiará nunca.
Fuente:
Aleteia