En
Francia las Hermanitas Discípulas del Cordero siguen el "pequeño
camino" de Santa Teresita
Ofrecerse a Dios en testimonio del
Evangelio de la Vida.
Esta es la misión de las Hermanitas
Discípulas del Cordero, una orden contemplativa en Francia que abre sus puertas
a las mujeres que sientan la llamada de la vida religiosa pero a las que tal
vez hayan dado la espalda otras comunidades por tener síndrome de Down.
La
comunidad depende de otras Hermanitas que no tienen síndrome de Down pero que
están comprometidas a compartir sus vidas con estas encantadoras y santas
mujeres.
Las Hermanitas viven de forma discreta e
independiente, con sus corazones y mentes volcados en Dios. Según la misión de
la Orden:
Guiadas
por la sabiduría de San Benedicto, enseñamos a nuestras hermanitas
discapacitadas las labores manuales necesarias para su desarrollo. Vivimos la
pobreza poniéndonos a su disposición. Con ellas, compartimos el trabajo de la
vida diaria.
El
ministerio, la adoración y la oración del rosario están adaptados a su ritmo y
sus capacidades. En un espíritu de silencio, nuestra oración se alimenta cada
día de la Eucaristía y de la meditación sobre el Evangelio.
La comunidad fue fundada en 1985 con el
apoyo y el estímulo de Jerome Lejeune, un pediátrico y genetista francés
cuyo laboratorio descubrió el vínculo entre las anomalías cromosómicas que
incluyen la trisomía 21 (síndrome de Down).
En 1990, el grupo fue reconocido
canónicamente como asociación pública por el Arzobispado de Tours. Las
Hermanitas residen ahora en un convento en Le Blanc, donde modelan sus vidas
según “el caminito” de Santa Teresa de Lisieux. Según explica un panfleto
publicado por la comunidad:
Seguimos todos los días “el caminito” que
enseñaba Santa Teresa; sabiendo que “las grandes acciones nos están
prohibidas”, aprendemos de ella a recibir todo de Dios, a “amar por los
hermanos que luchan”, a “esparcir flores por Jesús” y a rezar por los propósitos
que se nos han confiado.
Fuente: Aleteia