Comiénzase a
explicar el segundo verso de la primera canción. Dice cómo el alma, por fruto
de estos rigurosos aprietos, se halla con vehemente pasión de amor divino

2. Siéntese
aquí el espíritu apasionado en amor mucho, porque esta inflamación espiritual
hace pasión de amor; que, por cuanto este amor es infuso, es más pasivo que
activo, y así engendra en el alma pasión fuerte de amor. Va teniendo ya este
amor algo de unión con Dios, y así participa algo de sus propiedades, las
cuales son más acciones de Dios que de la misma alma, las cuales se sujetan en
ella pasivamente; aunque el alma lo que aquí hace es dar el consentimiento; mas
al calor y fuerza, y temple y pasión de amor o inflamación, como aquí la llama
el alma, sólo el amor de Dios que se va uniendo con ella se le pega.
El cual
amor tanto más lugar y disposición halla con el alma para unirse y herir en
ella, cuanto más encerrados, enajenados e inhabilitados le tiene todos los apetitos
para gustar de cosa del cielo ni de la tierra.
3. Lo cual en
esta oscura purgación, como ya queda dicho, acaece en gran manera, pues tiene
Dios tan destetados los gustos y tan recogidos, que no pueden gustar de cosa
que ellos quieran. Todo lo cual hace Dios a fin de que, apartándolos y
recogiéndolos todos para sí, tenga el alma más fortaleza y habilidad para
recibir esta fuerte unión de amor de Dios, que por este medio purgativo le
comienza ya a dar, en que el alma ha de amar con gran fuerza de todas las
fuerzas y apetitos espirituales y sensitivos del alma: lo cual no podría ser si
ellos se derramasen en gustar de otra cosa. Que, por eso, para poder David
recibir la fortaleza del amor de esta unión de Dios, decía a Dios (Sal. 58,
10): Mi fortaleza guardaré para ti, esto es, de toda la habilidad y apetitos y
fuerzas de mis potencias, no queriendo emplear su operación ni gusto fuera de
ti en otra cosa.
4. Según esto,
en alguna manera se podría considerar cuánta y cuán fuerte podrá ser esta
inflamación de amor en el espíritu, donde Dios tiene recogidas todas las
fuerzas, potencias y apetitos del alma, así espirituales como sensitivas, para
que toda esta armonía emplee sus fuerzas y virtud en este amor, y así venga a
cumplir de veras con el primer precepto, que, no desechando nada del hombre ni
excluyendo cosa suya de este amor, dice (Dt. 6, 5): Amarás a tu Dios de todo tu
corazón, y de toda tu mente, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas.
5. Recogidos
aquí, pues, en esta inflamación de amor todos los apetitos y fuerzas del alma,
estando ella herida y tocada, según todos ellos, y apasionada, ¿cuáles podremos
entender que serán los movimientos y digresiones de todas estas fuerzas y
apetitos, viéndose inflamadas y heridas de fuerte amor y sin la posesión y
satisfacción de él, en oscuridad y duda?; sin duda, padeciendo hambre, como los
canes, que dice David (Sal. 58, 7, 1516) rodearon la ciudad, y, no se viendo
hartos de este amor, quedaron ahullando y gimiendo. Porque el toque de este
amor y fuego divino de tal manera seca al espíritu y le enciende tanto los
apetitos por satisfacer su sed de este divino amor, que da mil vueltas en sí y
se ha de mil modos y maneras a Dios con la codicia y deseo del apetito. David
da muy bien a entender esto en un salmo (62, 2), diciendo: Mi alma tuvo sed de
ti: ¡cuán de muchas maneras se ha mi carne a ti!, esto es, en deseos. Y otra
translación dice: Mi alma tuvo sed de ti, mi alma se pierde o perece por ti.
6. Esta es la
causa por que dice el alma en el verso que "con ansias en amores" y
no dice: "con ansias en amor inflamada", porque en todas las cosas y
pensamientos que en sí revuelve y en todos los negocios y cosas que se le
ofrecen ama de muchas maneras, y desea y padece en el deseo también a este modo
en muchas maneras en todos los tiempos y lugares, no sosegando en cosa,
sintiendo esta ansia en la inflamada herida, según el profeta Job (7, 24) lo da
a entender, diciendo: Así como el siervo desea la sombra y como el mercenario
desea el fin de su obra, así tuve yo los meses vacíos y conté las noches
prolijas y trabajosas para mí. Si me recostare a dormir, diré: ¿cuándo me
levantaré? Y luego esperaré la tarde, y seré lleno de dolores hasta las
tinieblas de la noche.
Hácesele a
esta alma todo angosto, no cabe en sí, no cabe en el cielo ni en la tierra, y
llénase de dolores hasta las tinieblas que aquí dice Job, hablando
espiritualmente y a nuestro propósito: esperar y padecer sin consuelo de cierta
esperanza de alguna luz y bien espiritual, como aquí lo padece el alma. De donde
el ansia y pena de esta alma en esta inflamación de amor es mayor, por cuanto
es multiplicada de dos partes: lo uno, de parte de las tinieblas espirituales
en que se ve, que con sus dudas y recelos la afligen; lo otro, de parte del
amor de Dios, que la inflama y estimula, que con su herida amorosa ya
maravillosamente la atemoriza.
7. Las cuales
dos maneras de padecer en semejante sazón da bien a entender Isaías (26, 9),
diciendo: Mi alma te deseó en la noche, esto es, en la miseria; y ésta es la
una manera de padecer de parte de esta noche oscura. Pero con mi espíritu,
dice, en mis entrañas hasta la mañana velaré por ti; y ésta es la segunda
manera de penar en deseo y ansia de parte del amor en las entrañas del
espíritu, que son las afecciones espirituales.
Pero en medio
de estas penas oscuras y amorosas siente el alma cierta compañía y fuerza en su
interior, que la acompaña y esfuerza tanto, que, si se le acaba este peso de
apretada tiniebla, muchas veces se siente sola, vacía y floja. Y la causa es
entonces que, como la fuerza y eficacia del alma era pegada y comunicada
pasivamente del fuego tenebroso de amor que en ella embestía, de aquí es que,
cesando de embestir en ella, cesa la tiniebla y la fuerza y calor de amor en el
alma.
Fuente: Mercaba