El Pontífice en la
audiencia a los participantes en el Jubileo de la Vida Consagrada habla de
obediencia, profecía, cercanía y esperanza
“Si tengo la tentación de decir algo contra un
hermano, una hermana, de botar una bomba de habladuría…”, entonces: “muérdete
la lengua, mmm, ¡fuerte!”. Lo recomendó el Papa Francisco al
recibir en audiencia a los participantes en el Jubileo de la Vida Consagrada
este lunes 1 de febrero de 2016 en el Aula Pablo VI del Vaticano.
El Pontífice decidió no pronunciar su discurso
preparado con antelación. “Entregué el texto al cardenal Prefecto porque está
muy aburrido”, sostuvo entre las risas del público y del cardenal portugués
Joao Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida
Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
“Prefiero hablar con ustedes con lo que me viene del
corazón. ¿De acuerdo?”, añadió entre los aplausos.
Así, dejando atrás las hojas preparadas y metiendo en
el bolsillo los lentes para leer, propuso la obediencia, la profecía, la
cercanía y la esperanza como puntos cardinales de la vida consagrada.
El Papa habló a los “religiosas y religiosos, es
decir, hombres y mujeres consagrados al servicio del Señor que ejercitan en la
Iglesia este camino de una pobreza fuerte, de un amor casto que les lleva a una
maternidad y paternidad espiritual para toda la Iglesia”.
La obediencia
Luego se refirió a la obediencia, y señaló
que siempre “nos hace falta algo, porque en este caso la perfecta obediencia es
la del Hijo de Dios que se ha rebajado, se ha hecho hombre por obediencia hasta
la muerte en la Cruz”.
Con voz íntima y mirando al público de religiosos
aseguró: “Pero existe entre ustedes hombres y mujeres que viven una obediencia
fuerte, una obediencia no militar -…no, no eso, eso es disciplina, eso es otra
cosa-, una obediencia del corazón”.
El Papa denunció la anarquía como “obra del diablo”
que contradice la que llamó “la obediencia y la profecía”. “Yo hago lo que me
gusta….la anarquía de la voluntad es hija del demonio…el Hijo de Dios no ha
sido anárquico. No ha llamado a los suyos para hacer una fuerza de
resistencia contra sus enemigos”, afirmó.
“Él dijo a Pilatos: “Si yo fuera un rey de este mundo
yo hubiera llamado a mis soldados para que me defendieran”…¡ No! Él ha
obedecido al Padre, lo único que dijo fue ‘Padre, este cáliz no, pero se haga
tu voluntad’”.
La obediencia de Jesús -explicó a los consagrados y
consagradas- es “hacer las cosas que tantas veces no nos gustan”. Y con un
gesto espontáneo con las manos enseñó que es como “tragar” una medicina amarga
o “deglutir pasando” entero, según la idiosincrasia popular.
“Cómo mi italiano es muy pobre tengo que hablar el
lenguaje de los sordomudos”, agregó entre las risas de la multitud. “Se debe
tragar ¿eh? Eso es obediencia, pero se hace”.
La profecía
Después describió la profecía, que es “decir a
la gente que hay un camino de felicidad…que te llena y ese camino es Jesús”.
La profecía –reveló– “es un don, es un carisma” que se
debe pedir al Espíritu Santo. Y pidió: que “yo sepa decir esa palabra en ese
momento justo, que yo haga la cosa justa en el momento justo, que toda mi vida
sea una profecía, hombres y mujeres profetas”.
La profecía es salirse de lo que hace todo el mundo,
es decir que “hay algo más allá, más bonito, más bello a lo cual todos estamos
llamados”.
Los religiosos y religiosas presentes meditaban las
palabras del Papa en silencio.
La cercanía
El tercer concepto expuesto fue la cercanía, es
decir estar cerca de las personas. Lo contrario –explicó – es alejarse de la
gente detrás de las comodidades. Al mismo tiempo, pidió cercanía para “entender
la vida de los cristianos y los no cristianos”.
Aquí, usó un tono solemne para alentar a la “cercanía”
con los que sufren, los que tienen problemas. Y “viven tantas cosas que
solamente se entienden si un hombre y una mujer consagrada se vuelve prójimo”.
“Pero, Padre yo soy una monja de clausura, pero ¿qué
debo hacer?, piensen en santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones,
que con su corazón ardiente era prójimo, y sus cartas la hacían cercana a la
gente”.
El Papa luego llamó a la humildad porque “ser
consagrados o consagradas no significa estar dos o tres escalones más en alto
en la sociedad…”. Y con un gesto mirando por encima de su hombro quiso
significar que no se trata de mirar a los demás con suficiencia a través de un
“estatus de vida”.
Por ello, “la vida consagrada debe llevar a la
cercanía con la gente” e invitó “a la cercanía física y espiritual”, a conocer
la gente, no sólo los pobres y necesitados, sino también a quien está al lado
en lo cotidiano.
En este sentido, puso el ejemplo de las religiosas que
hacen caridad en la calle, pero que no saben de la vida de las otras hermanas
más ancianas y enfermas que se encuentran en la enfermería de su misma casa.
No al terrorismo de las habladurías
“Cercanía…y ¿cuál es el primer prójimo de una
consagrada o un consagrado?…el hermano o la hermana de la comunidad. Este es
vuestro primer prójimo”, dijo suscitando la ovación de los religiosos.
Específicamente incitó a una cercanía con amor,
amable. “Yo sé que en sus comunidades jamás hay habladurías (chismes)”, agregó
con ironía.
“Un modo de alejar a los hermanos y las hermanas de la
comunidad es precisamente el terrorismo de las habladurías, quien hace
chismes es un terrorista, porque bota bombas con las palabras” contra
otros. “Destruye, quien hace esto destruye…como una bomba”.
Y puso como ejemplo las palabras del apóstol Santiago:
“dominar la lengua”. “Si tengo la tentación de decir algo contra un
hermano y una hermana, de botar una bomba de habladuría… muérdete la lengua,
mmm, ¡fuerte!…(risas y aplausos) ¡Terrorismo en las comunidades no!”, pidió.
En el caso de encontrarse ante un defecto o algo por
corregir, el Papa enseñó que es mejor decirlo a la persona directamente, con
palabras del estilo “tú tienes esta actitud que me fastidia o no está
bien”. O también referirlo a la persona que puede resolver el problema,
sin habladurías. En público es mejor decir las cosas, delante de todos.
“Son virtudes de cercanía y los santos tenían esto”,
contó. Entre el público algunas religiosas ancianas tomaban notas en sus
cuadernos. El Papa puso como ejemplo a santa Teresa del Niño Jesús, una
cercanía concreta, según Bergoglio.
Y en el contexto del Año Santo de la Misericordia
sostuvo: “Si cada uno de ustedes lograra no hacer jamás el terrorista hablador,
esto sería un éxito grandísimo de santidad para la Iglesia. ¡Ánimo!”.
La esperanza
Por último, habló de la esperanza. El Papa
confesó que le cuesta mucho hablar de esperanza al ver la falta de
vocaciones, cuando debo recibir a los obispos y les pregunto: “¿Cuántos
seminaristas tiene? Uno o cuatro…, cuando existen monasterios….el cardenal
Vallejo les puede decir, que son sacados adelantes por dos o tres religiosas
viejitas”.
En ese momento aseguró que le viene “una tentación
contra la esperanza”.
¿Señor porque el vientre de la vida consagrada se
vuelve tan estéril?.
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Luego sorprendió con un paragón sobre la ‘inseminación
artificial’. “Algunas congregaciones hacen la comparación del experimento de
la inseminación artificial. ¿Qué hacen? Reciben, reciben, ven acá, sí….”.
Entretanto, ha perdido el discernir bien las vocaciones y ayudarlas a
crecer.
“Rezar por las vocaciones”, instó, como lo hizo Ana.
El Papa pidió “golpear” a la puerta del “corazón de Dios”.
Además, lamentó que las pequeñas congregaciones tienen
la tentación del dinero. “El dinero no les dará la felicidad”, advirtió.
Por otro lado, se preguntó: ¿Qué sería la Iglesia
sin las monjas? El Papa reconfirmó la tarea especial que tienen las
monjas o religiosas en la Iglesia y les agradeció todo lo que hacen en las
escuelas, los hospitales y las misiones, entre otros lugares donde se
desempeñan.
Después de rezar con los presentes, el Papa
saludó pidiendo como siempre que recen por él.
Los religiosos y religiosas, con motivo de la
conclusión del Año de la Vida Consagrada, esta tarde a las seis de Roma se
reunirán de nuevo para celebrar un evento musical dirigido por Marco Frisina,
también en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Hoy, martes 2 de febrero, los consagrados y consagradas
realizarán una peregrinación a las Basílicas de Santa María la Mayor y San
Pablo Extramuros.
Finalmente, el Papa Francisco presidirá una misa a las
17.30 en la Basílica Vaticana.
Fuente: Aleteia
