Uno tiene que poner toda su inteligencia y
corazón para que la relación funcione
¿Cómo alejar las sombras del
divorcio de tu relación? El matrimonio es como el vino, si no se cuida, con los
años se vuelve vinagre. ¡Haz lo que esté en tu mano para evitarlo!
1- Vivir a plenitud el compromiso.
En el amor no se elige realmente si uno no se compromete con ese alguien
elegido. Haber elegido al cónyuge es una gran manifestación de nuestra
libertad, porque renunciando a todo lo que no sea ese alguien amado, nos
enriquecemos en un: “yo, para ti, contigo” en la salud o en la enfermedad, en
la riqueza o la adversidad. Lo contrario sería el mayor de los absurdos, pues
nadie renuncia a todo por nada.
2- Jamás admitir la indiferencia.
Esforzarse por “estar ahí” participando el uno con el otro, lo mismo en
preguntarse por sus respectivas ocupaciones del cada día, que cuidar juntos los
niños, o hacer la cena. Esforzarse por escuchar, sin hacer como que se escucha,
por trivial que sea el comentario: desde la ganga que se encontró en el
supermercado, hasta el último chiste que se sabe y soltar la carcajada. No dejar solo al otro en lo que le ocupa
y preocupa, desde los asuntos más delicados, hasta los más pequeños detalles.
Solo si se atiende al otro se le puede comprender en lo que piensa, siente, sus
alegrías y preocupaciones, lo que lo anima y lo que lo desanima. Saber ponerse
en su lugar y ser uno su principal motivo.
3- No aceptar una dependencia enfermiza Cuidar siempre el mutuo espacio para
tomar decisiones, defendiendo razonablemente los propios criterios, discutiendo
cara a cara si es necesario lo que por amor es de mutuo interés. Cuidar ambos
su individualidad en esa nueva forma de ser que nace de la unión entre dos,
pues es así como lo cónyuges se necesitan. Antes que coartar la autonomía del
otro, es preferible dejarlo correr el riesgo de equivocarse.
4- No manipular. Tener una comunicación
espontanea y sincera que refleje siempre la intimidad del pensamiento. No decir
esto para que se entienda lo otro, no hacer cálculos recurriendo a la excusa o
el pretexto. Manipular es instrumentalizar y no respetar la condición de persona
en el cónyuge. Se manipula con las palabras, argumentos, tonos de voz,
expresiones corporales; se manipula con toda la humanidad cuando precisamente
es a través de esta que podemos amar. La sinceridad es el fuerte tejido del
amor, y a la vez su delicado perfume.
5-Respetar la libertad. No
olvidar nunca que el cónyugees un ser libre aunque libremente se haya convertido
en un don para mí; que es por su libertad que gozo de su amor. Sus decisiones,
gustos, aficiones, talentos, son la riqueza de un ser único e irrepetible, que
brotan de su intimidad para compartir conmigo haciéndome mejor.
6– Confiar. No reservarse
algo que el otro debe saber. Buscar siempre un dialogo abierto desde lo más
ordinario, hasta el más profundo sentimiento. Ser conscientes de que lo que no
se comunica, deviene luego en un secreto, en una barrera que luego lleva a la
discrepancia que incomunica, separa, aísla. Toda diferencia se resuelve y une
más con el motivo del amor, sin la desconfianza de por medio.
7-No admitir los celos. No comparar los logros
del uno con los del otro. No exponer al cónyuge comparándolo con terceros, ni
dudar de la fidelidad de su amor cayendo en suspicacias injustas. No aceptar
vivir bajo el temor, bajo el peso de una amenaza, estando seguro de su cariño.
8- Moldear el carácter. No justificar la intemperancia ante
las contrariedades, dando lugar a los malos comportamientos, tanto en la casa
como en lugares públicos; exhibiendo tonos destemplados, gesticulaciones,
ademanes que avergüenzan y humillan profundamente, creando inseguridad en el
otro y atentando contra la dignidad de su amor.
9- Rechazar el temor. “El temor aleja de si al amor” El
cónyuge que por temor al conflicto en la relación, empieza concediendo, termina
por ceder permitiendo que el otro crezca en el error. Se debe tener confianza
para decir que se está cansado y no se desea salir al cine, hablar sobre la
impertinencia de uno de los dos, sobre la falta de paciencia, el desinterés, el
error cometido, etc., etc. No aceptar esa falsa prudencia que da solo la
apariencia de que el matrimonio está bien ajustado, mientras se incuban
resentimientos.
10- Cuidar nuestra conciencia. En el matrimonio nadie
puede faltarse el respeto a si mismo sin faltar también al respeto del cónyuge
y viceversa. Se debe luchar contra las faltas morales que anidan en la persona,
rompiendo su integridad y desdoblando su personalidad con la mentira.
El amor entre esposos madura cuando se comprende la personalidad
del amado; cuando se pone en su piel para aceptarle plenamente y amarlo desde
sí mismo. Solo así el don del amor es verdadero don.
Fuente: Aleteia/Por Orfa Astorga de Lira, Orientadora familiar. Máster
en matrimonio y familia.Universidad de Navarra.