Muchos
cristianos, fascinados con novelas como las de P. Coelho, o los libros de Bryan
Weiss han comenzado, sin pretenderlo, a cambiar aspectos fundamentales de la
fe
La “New Age” (Nueva Era) no
es una secta, no, ni una religión. Es, más bien, una vaga, dilatada e imprecisa
corriente sociocultural, en que confluyen, acríticamente y sin ánimo de
concierto, una caterva de ingredientes provenientes de las más diversas
fuentes: religiones tradicionales, magia, terapias alternativas, gnosticismo,
ocultismo, psicología transpersonal, espiritismo, física cuántica, ecología,
meditación, yoga, ovnis, pensamiento positivo, teosofía, místicos y maestros
espirituales de todas las tradiciones religiosas.
Dilatada y cambiante, sin
fundadores concretos y visibles, sin expresiones sociales y programáticas
orgánicas, la Nueva Era evoluciona calladamente, propagándose en la intimidad y
multiplicación de cursos, artículos ocasionales, revistas, libros, talleres,
seminarios, gurús, conferencistas y a través de un extendido tejido de grupos
pseudorreligiosos y sectas. Sus ideas y prácticas, su literatura y
“espiritualidad” van penetrando también los poros de las grandes religiones e
iglesias históricas.
Una espiritualidad de mercado
En esta corriente cada cual
se siente libre de incorporar a su personal credo aquellas vivencias, prácticas
y ofertas que considere convenientes, ya sin instituciones ni mediaciones que
se interpongan en el camino. La “New Age” no acepta ninguna verdad que esté
fuera del ámbito de la propia experiencia subjetiva. Una libertad que deriva en
el dogmatismo de la pura subjetividad: “lo que a mí me gusta, lo que yo siento…
porque a mí me gusta, porque yo lo siento así”. Mera intimidad de sensaciones
placenteras. Una “espiritualidad” que no sólo no une, sino que nos aleja cada
vez más a unos de otros, que nos va encerrando a cada cual en un recóndito y
esotérico ego, donde ya no hay lugar para el “molesto prójimo”. Una espiritualidad
acorde a la mentalidad consumista donde no queda tiempo para mirar al otro, tan
solo satisfacer la propia necesidad y pensar solo “en positivo”.
La lógica instrumental de la
tecnoeconomía ha ido por su parte colonizando la cultura, convirtiendo todo en
mero producto de consumo. También “lo divino” es volcado al mercado en útiles
envases descartables. Los urgidos clientes, deseosos de refrescantes dosis para
el alma, van abrazando sucesivamente una y otra técnica espiritual, o varias a
la vez, con la mente y el bolsillo fijos en su eficacia.
La Era de Acuario y la
tradición gnóstico-esotérica
El mismo nombre, “New Age”
remite a una concepción astrológica de la historia. El tiempo presente es el
del pasaje de la era de Piscis –que correspondería a la era cristiana-, a la
era de Acuario –que corresponde a la Nueva Era-. Con la llegada astrológica de
Acuario nacerá una nueva humanidad, un nuevo orden mundial, una nueva forma de
vivir y comprender la religiosidad, una era de paz, abundancia y armonía…, una Nueva
Era donde las religiones clásicas, y sobre todo el cristianismo alcanzarían su
fin, y un nuevo paradigma emerge, listo para revelarnos sus secretos.
El “gran secreto” de los
movimientos gnósticos, siempre reservados a una élite, ahora se vende en el “mercado
religioso”. Mediante una iniciación progresiva en un cierto conocimiento, se
alcanza la verdad escondida: “somos la divinidad”. La conciencia del “Yo Soy”,
es la conciencia de la propia divinidad. Es la conciencia panteísta, y por esta
vía espiritual Dios no es ya una persona, sino que se trata de una energía
impersonal que todo lo invade y del cual somos parte, con la vaga expresión de
“somos energía”.
Esta concepción se alimenta
de la milenaria tradición esotérica, la cual canoniza a toda una serie de
personajes de dudosa reputación y grandes maestros del ocultismo occidental,
junto a magos, alquimistas, rosacruces y teósofos. Círculos herméticos, logias
esotéricas y sociedades ocultistas caminaron siempre por carriles paralelos a
los de las religiones tradicionales buscando secretos ocultos y una filosofía
perenne. Pero la Nueva Era hace del esoterismo algo exotérico, es decir,
público. Por ello la difusión de tanta literatura sobre ángeles, cábala,
alquimia, libros apócrifos, y la fascinación por la brujería y las religiones
precristianas (celtas, egipcios, asirios, indígenas, etc).
Siguiendo a sus precursores
teósofos, la Nueva Era ha puesto también el énfasis en las religiones
transpersonalistas (que llamamos orientales) como el budismo y el hinduismo, de
las que la Nueva Era toma los elementos que más le interesa,
descontextualizándolos de su cosmovisión original.
No quieren saber nada con la
ascesis, ni con el sacrificio, solo crear una religiosidad para hombres y
mujeres de éxito, donde no hay fracasos, ni debilidad, ni error. Toman de las
religiones de oriente solo lo que les conviene.
Magia y ocultismo con fachada
científica
La cosmovisión de la Nueva
Era pretende ser holística, integradora y lograr la fusión entre religiones y
ciencia. Procura emplear un lenguaje pseudocientífico y se afana en presentar
temas espirituales con un ropaje científico y viceversa. Esto explica la
promoción de todo tipo de terapias alternativas y de pseudoterapias, tal es el
caso, por dar un ejemplo, de la “Terapia de vidas pasadas”. Supuestos
psicólogos enseñan técnicas hipnóticas para regresar a supuestas vidas
anteriores. Y así encontramos toda clase de fetichistas, astrólogos, videntes y
brujos cobijados bajo nebulosos títulos como el de “parapsicólogo” o “terapeuta”.
En el fondo está el viejo
anhelo de la magia y de la ciencia: tener técnicas que logren manipularlo todo
para propio beneficio, y para sostener sus postulados como “científicos”
recurren a la psicología de James y Jung, a la física cuántica de F. Capra, y a
algunos escritos de Lessing, Theilard de Chardin, Maslow, A. Huxley y muchos
otros.
No olvidemos que la religión (cualquiera que sea) religa al hombre, lo pone en relación, y de ahí se desprende una ética hacia el otro y hacia el medio en el que vive, en cambio la magia es meramente instrumental, funcionalista y desinteresada del bien común.
De la meditación a la locura…
Aunque algunas de las nuevas
terapias “complementarias” puedan contener elementos valiosos, es necesario
decir que, en el contexto en que son presentadas y vividas por la “New Age”, la
mayoría de ellas han deparado graves lesiones psicológicas y secuelas espirituales
en muchos de sus practicantes. Baste mencionar que los viajes astrales, la
invocación de maestros ascendidos, las meditaciones de hiperventilación y
expansión de la conciencia, las regresiones hipnóticas y la casi totalidad de
los métodos de control mental han generado delirios místicos, o de influencia,
desdoblamientos de personalidad, y otros diversos estados psicopatológicos.
El especialista J. M.
Baamonde hablando de las inducciones a estados de trance escribe: “Estas
similitudes, también, indicarían la inconveniencia de fomentar estos estados
alterados de conciencia, por el riesgo implícito de generar serias
perturbaciones psíquicas a raíz de personificaciones y automatismos
inconscientes que, en ciertos casos, asumirán el carácter de delirios
sistematizados… Una de las consecuencias más habituales es la generación de
brotes esquizofrénicos de diversa intensidad, en asistentes a estos cultos que
cuenten con una subestructura psicótica”.
Nuevas sectas para la Nueva
Era
A partir de los ochenta en
los EE.UU., y de los noventa en el resto del mundo, las sectas de mayor
crecimiento –que son precisamente las que enarbolan la bandera de la Nueva
Era-, vienen prometiendo y ofreciendo toda suerte de bienestar por medio de
estas técnicas “espirituales”, técnicas muy costosas para el bolsillo, y
peligrosas para la salud. Muchos de estos grupos se presentan, no como lo que
realmente son, sino como institutos terapéuticos o centros holísticos, donde el
lenguaje pseudocientífico y las estrategias de marketing son una simple
fachada, bajo la cual se esconde una verdadera secta destructiva o simple
charlatanería.
¿Católicos en la Nueva Era?
El principal desafío para las
Iglesias hoy, es la penetración de la Nueva Era en su propia pastoral. En
muchos retiros la Palabra de Dios es progresivamente dejada de lado. En su
lugar se proponen técnicas psicológicas, meditativas y esotéricas. En varias
iglesias se ofrecen cursos de Rei Ki y de Yoga muy poco purificados de sus
contenidos orientales (karma, reencarnación, “chakras”, etc.). El Eneagrama es
otra de estas técnicas promovidas, la cual se habría originado en el misticismo
sufí… pulida, reinterpretada y difundida por iniciados en el esoterismo como
Claudio Naranjo y Óscar Ichazo, seguidores del ocultista Gurdjief.
Muchos cristianos, fascinados
con novelas como las de P. Coelho, o los libros de Bryan Weiss comenzaron, sin
pretenderlo, a cambiar aspectos fundamentales de la fe.
Al respecto cobran especial
interés las palabras dirigidas por el Papa Juan Pablo II, al tercer grupo de
obispos norteamericanos , en la visita ad limina apostolurum del 18 de mayo de
1993:
“Mientras sigue avanzando la
secularización de muchos aspectos de la vida, hay una nueva demanda de
espiritualidad, como lo muestra la aparición de muchos movimientos religiosos y
terapéuticos, que pretenden dar una respuesta a la crisis de los valores de la
sociedad occidental. Esta inquietud del homo religiosus produce algunos resultados positivos y
constructivos, como la búsqueda de un nuevo significado de la vida, una nueva
sensibilidad ecológica y el deseo de ir más allá de una religiosidad fría y
racionalista. Por otra parte, este despertar religioso trae consigo algunos
elementos muy ambiguos, incompatibles con la fe cristiana.
…Las ideas de la New Age a
veces se abren camino en la predicación, la catequesis, los congresos y los
retiros, y así llegan a influir incluso en los católicos practicantes, que tal
vez no son conscientes de la incompatibilidad de esas ideas con la fe
cristiana.
En su perspectiva sincretista
e inmanente, estos movimientos pararreligiosos prestan poca atención a la
Revelación, más bien, intentan llegar a Dios a través del conocimiento y la
experiencia, basados en elementos que toman prestados de la espiritualidad
oriental y de técnicas psicológicas. Tienden a relativizar la doctrina
religiosa a favor de una vaga visión del mundo, que se expresa mediante un
sistema de mitos y símbolos revestidos de un lenguaje religioso. Además
proponen a menudo una concepción panteísta de Dios, incompatible con la Sagrada
Escritura y la tradición cristiana. Reemplazando la responsabilidad personal de
nuestras acciones frente a Dios con un sentido del deber frente al cosmos,
tergiversando así el verdadero concepto de pecado y la necesidad de la salvación
por medio de Cristo”.
La actualidad de las palabras
del Apóstol:
“Estén atentos, no sea que
alguien los seduzca por medio de filosofías o de estériles especulaciones
fundadas en tradiciones humanas o en poderes cósmicos, pero no en Cristo.
Porque es en Cristo hecho hombre en quien habita la plenitud de la divinidad, y
en él, que es cabeza de todo dominio y potestad, ustedes han obtenido la
plenitud… Que nadie los prive del premio presumiendo de humildad o de dar culto
a los ángeles; es gente que se enorgullece de lo que cree haber visto, que se
vanagloria de pensamientos mundanos y que no se mantiene unida a Cristo…”
(Colosenses 2, 9-10.18-19)
“Predica a tiempo y a
destiempo, corrige, reprende y exhorta, hazlo con mucha paciencia y conforme a
la enseñanza. Porque vendrá el tiempo en que los hombres no soportarán la sana
doctrina, sino que, llevados por sus propios deseos, se rodearán de multitud de
maestros que les dirán palabras halagadoras, apartarán los oídos de la verdad y
los desviarán hacia las fábulas. Tú sin embargo, procura ser siempre prudente,
soporta el sufrimiento, predica el evangelio y dedícate plenamente a tu
ministerio”. (2 Tim 4,2-5)
Fuente: Aleteia/Miguel
Pastorino