Que dice lo
mucho que importa comenzar con gran determinación a tener oración, y no hacer
caso de los inconvenientes que el demonio pone.
1. No os
espantéis, hijas, de las muchas cosas que es menester mirar para comenzar este
viaje divino, que es camino real para el cielo. Gánase yendo por él gran
tesoro, no es mucho que cueste mucho a nuestro parecer. Tiempo vendrá que se
entienda cuán nonada es todo para tan gran precio.
2. Ahora,
tornando a los que quieren ir por él y no parar hasta el fin (1), que es llegar
a beber de esta agua de vida, cómo han de comenzar, digo que importa mucho, y
el todo (2), una grande y muy determinada determinación de no parar hasta
llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que
se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera
en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda
el mundo, como muchas veces acaece con decirnos: "hay peligros",
"fulana por aquí se perdió", "el otro se engañó", "el
otro, que rezaba mucho, cayó", "hacen daño a la virtud",
"no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones", "mejor
será que hilen", "no han menester esas delicadeces", "basta
el Paternóster y Avemaría".
4. Siempre yo
he sido aficionada y me han recogido más las palabras de los Evangelios (5) que
libros muy concertados. En especial, si no era el autor muy aprobado, no los
había gana de leer. Allegada, pues, a este Maestro de la sabiduría, quizá me
enseñará alguna consideración que os contente.
No digo que
diré declaración de estas oraciones divinas (6) (que) no me atrevería y hartas
hay escritas; y que no las hubiera, sería disparate), sino consideración sobre
las palabras del Paternóster. Porque algunas veces con muchos libros parece se
nos pierde la devoción en lo que tanto nos va tenerla, que está claro que el
mismo maestro cuando enseña una cosa toma amor con el discípulo, y gusta de que
le contente lo que le enseña, y le ayuda mucho a que lo deprenda, y así hará
este Maestro celestial con nosotras.
5. Por eso,
ningún caso hagáis de los miedos que os pusieren (7) ni de los peligros que os
pintaren. Donosa cosa es que quiera yo ir por un camino adonde hay tantos
ladrones, sin peligros, y a ganar un gran tesoro. Pues bueno anda el mundo para
que os le dejen tomar en paz; sino que por un maravedí de interés se pondrán a
no dormir muchas noches y a desasosegaros cuerpo y alma. Pues cuando yéndole a
ganar -o a robar, como dice el Señor que le ganan los esforzados- (8) y por
camino real y por camino seguro, por el que fue nuestro Rey y por el que fueron
todos sus escogidos y santos, os dicen hay tantos peligros y os ponen tantos
temores, los que van, a su parecer, a ganar este bien sin camino, ¿qué son los
peligros que llevarán?
6. ¡Oh hijas
mías!, que muchos más sin comparación, sino que no los entienden hasta dar de
ojos en el verdadero peligro, cuando no hay quien les dé la mano, y pierden del
todo el agua sin beber poca ni mucha, ni de charco ni de arroyo.
Pues ya veis,
sin gota de esta agua ¿cómo se pasará camino adonde hay tantos con quien
pelear? Está claro que al mejor tiempo morirán de sed; porque, queramos que no,
hijas mías, todos caminamos para esta fuente, aunque de diferentes maneras.
Pues creedme vosotras y no os engañe nadie en mostraros otro camino sino el de
la oración. [7] Yo no hablo ahora en que sea mental o vocal para todos; para
vosotras digo que lo uno y lo otro habéis menester. Este es el oficio de los
religiosos. Quien os dijere que esto es peligro, tenedle a él por el mismo
peligro y huid de él. Y no se os olvide, que por ventura habéis menester este
consejo. Peligro será no tener humildad y las otras virtudes; mas camino de oración
camino de peligro, nunca Dios tal quiera. El demonio parece ha inventado poner
estos miedos, y así ha sido mañoso a hacer caer a algunos que tenían oración,
al parecer.
8. Y mirad qué
ceguedad del mundo, que no miran los muchos millares que han caído en herejías
y en grandes males sin tener oración, sino distracción, y entre la multitud de
éstos, si el demonio, por hacer mejor su negocio, ha hecho caer a algunos que
tenían oración, ha hecho poner tanto temor a algunos para las cosas de virtud.
Estos que (9) toman este amparo para librarse, se guarden; porque huyen del
bien para librarse del mal. Nunca tan mala invención he visto: bien parece del
demonio. ¡Oh Señor mío!, tornad por Vos; mirad que entienden al revés vuestras
palabras. No permitáis semejantes flaquezas en vuestros siervos (10).
9. Hay un gran
bien: que siempre veréis algunos que os ayuden. Porque esto tiene el verdadero
siervo de Dios, a quien Su Majestad ha dado luz del verdadero camino, que en
estos temores le crece más el deseo de no parar. Entiende claro por dónde va a
dar el golpe el demonio, y húrtale el cuerpo y quiébrale la cabeza. Más siente
él (11) esto, que cuantos placeres otros le hacen le contentan.
Cuando en un
tiempo de alboroto, en una cizaña que ha puesto -que parece lleva a todos tras
sí medio ciegos, porque es debajo de buen celo-, levanta Dios uno que los abra
los ojos y diga que miren los ha puesto niebla para no ver el camino, ¡qué
grandeza de Dios, que puede más a las veces un hombre solo o dos que digan
verdad, que muchos juntos!; tornan poco a poco a descubrir el camino, dales
Dios ánimo. Si dicen que hay peligro en la oración, procura se entienda cuán
buena es la oración, si no por palabras, por obras. Si dicen que no es bien a
menudo las comuniones, entonces las frecuentan más. Así que como haya uno o dos
que sin temor sigan lo mejor, luego torna el Señor poco a poco a ganar lo
perdido.
10. Así que,
hermanas, dejaos de estos miedos. Nunca hagáis caso en cosas semejantes de la
opinión del vulgo. Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que
viereis van conforme a la vida de Cristo. Procurad tener limpia conciencia y
humildad, menosprecio de todas las cosas del mundo y creer firmemente lo que
tiene la Madre Santa Iglesia, y a buen seguro que vais buen camino.
Dejaos -como he
dicho- (12) de temores, adonde no hay qué temer. Si alguno os los pusiere,
declaradle con humildad el camino. Decid que Regla tenéis que os manda orar sin
cesar -que así nos lo manda- y que la habéis de guardar (13). Si os dijeren que
sea vocalmente, apurad si ha de estar el entendimiento y corazón en lo que
decís. Si os dijeren que sí -que no podrán decir otra cosa-, veis adonde
confiesan que habéis forzado de tener oración mental, y aun contemplación, si
os la diere Dios allí.
NOTAS
1 Ahora tornando
al tema: comenzó a tratarlo en el c. 19, nn. 1-2.
2 La 1ª
redacción intercalaba aquí una interesante referencia literaria:
"importa... el todo y aunque en algún libro he leído lo bien que es llevar
este principio -y aun en algunos- me parece no se pierde nada en decirlo
aquí...
3 Alude al c.
19, n. 2.
4 En la 1ª
redacción decía: ... en cosas subidas no haré sino tocar, porque -como digo-
las tengo ya escritas [se refiere al libro de la Vida]; y no os podrán quitar
libro, que no os quede tan buen libro... -Esta última expresión alude a la
reciente prohibición de libros en lengua vulgar ("Indice de libros
prohibidos..." del Inquisidor F. de Valdés, 1559) que tan honda pena causó
a la Santa (cf. Vida c. 26, n. 5).
5 ... que se
salieron por aquella sacratísima boca así como las decía, añadía la 1ª red.
6 Estas
oraciones: el paternóster y avemaría, porque en un principio se propuso
comentar las dos, renunciando luego a la segunda. -La frase siguiente: "y
si no las hubiere (otras obras escritas), sería disparate (escribirlas
yo)".
7 Pusiera,
escribió por distracción.
8 Mt 11, 12.
9 Estos que...:
los que huyen de la oración para evitar sus peligros.
10 Haced bien,
hijas, que no os quitarán el paternóster y avemaría. Así proseguía la 1ª
redacción, aludiendo nuevamente a la prohibición inquisitorial (cf. nuestra
nota al n. 3); pero esta vez la alusión no fue del agrado de uno de los
censores, que la tachó en el autógrafo de El Escorial y añadió al margen:
"Parece que reprehende a los Inquisidores que prohibieron los libros de
oración". Esta glosa marginal fue tachada tan meticulosamente, que hasta
el presente no había sido descifrada.
11 Siente él: el
demonio.
12 En el n. 5 y
10.
13 Véase el
texto de la Regla en c. 4, nota 3.
Fuente: Mercaba