Tenemos cuatro semanas en las
que domingo a domingo nos vamos preparando para la venida del Señor
Inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina
antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°,
2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 17 al 24 de diciembre (la Novena de
Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.
El tiempo de Adviento tiene una duración de cuatro semanas. Este año 2015,
comienza el domingo 29 de noviembre, y se prolonga hasta el 24 de diciembre.
Podemos distinguir dos periodos. En el primero de ellos, aparece con mayor
relieve el aspecto escatológico y se nos orienta hacia la espera de la venida
gloriosa de Cristo. Las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la
venida del Señor en todos sus aspectos: su venida al final de los tiempos, su
venida ahora, cada día, y su venida hace dos mil años.
En orden a hacer sensible esta doble preparación de espera, la liturgia
suprime durante el Adviento una serie de elementos festivos. De esta forma, en
la misa ya no rezamos el Gloria, se reduce la música con instrumentos, los
adornos festivos, las vestiduras son de color morado, el decorado de la Iglesia
es más sobrio, etc. Todo esto es una manera de expresar tangiblemente que,
mientras dura nuestro peregrinar, nos falta algo para que nuestro gozo sea
completo. Y es que quien espera es porque le falta algo. Cuando el Señor se
haga presente en medio de su pueblo, habrá llegado la Iglesia a su fiesta
completa, significada por solemnidad de la fiesta de la Navidad.
Tenemos cuatro semanas en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando
para la venida del Señor. La primera de las semanas de adviento está centrada
en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar
en vela, manteniendo una especial actitud de conversión. La segunda semana nos
invita, por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a
mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la
conversión es un camino que se recorre durante toda la vida. La tercera semana
preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de
la venida del Señor. Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento
del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo
estímulo de nuestra espera.
En cuanto a las lecturas de las misas dominicales, las primeras lecturas
son tomadas de Isaías y de los demás profetas que anuncian la Reconciliación de
Dios y, la venida del Mesías. En los tres primeros domingos se recogen las
grandes esperanzas de Israel y en el cuarto, las promesas más directas del
nacimiento de Dios. Los salmos responsoriales cantan la salvación de Dios que
viene; son plegarias pidiendo su venida y su gracia. Las segundas lecturas son
textos de San Pablo o las demás cartas apostólicas, que exhortan a vivir en
espera de la venida del Señor.
El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el
morado, igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. Son
cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:
Primer Domingo: 29 de noviembre
La vigilancia en espera de la venida del Señor. Durante
esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación
con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben
cuándo llegará el momento". Es importante que, como familia nos
hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad;
¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como
resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido
y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un
ambiente de armonía y amor familiar. Desde
luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los
que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos,
etc. Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial,
encenderemos la primera vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo
de vigilancia y deseos de conversión.
Segundo Domingo: 6 de diciembre
La conversión, nota predominante de la predicación de Juan
Bautista. Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con
la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino,
Jesús llega" y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando
ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con
las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a
acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos
devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos
la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de
conversión que estamos viviendo.
Durante esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes
cerca, los horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la
Navidad, estés bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos
en la Eucaristía.
Tercer Domingo: 13 de diciembre
El testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y
ayudando al prójimo. Coincide este domingo con la celebración de la Virgen
de Guadalupe, y precisamente la liturgia de Adviento nos invita a recordar
la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está
dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la
visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: ¿Quién
soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?
Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por
lo que nos disponemos a vivir esta tercera semana de Adviento, meditando acerca
del papel que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción
a María, rezando el Rosario en familia, uno de los elementos de las
tradicionales posadas. Encendemos como signo de espera gozosa, la tercera
vela, color rosa, de la Corona de Adviento.
Cuarto Domingo: 20 de diciembre
El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María.
Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de
la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan
a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del
Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado
con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran
fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que está
cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran
vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los
corazones, las familias y las comunidades. Encendemos la cuarta vela color
morada, de la Corona de Adviento.
Fuente: Aciprensa