Que trata de lo mucho que importa la
perseverancia para llegar a las postreras moradas, y la gran guerra que da el
demonio, y cuánto conviene no errar el camino en el principio. Para acertar, da
un medio que ha probado ser muy eficaz.
1. Ahora vengamos a hablar cuáles serán
las almas que entran a las segundas moradas y qué hacen en ellas. Querría
deciros poco, porque lo he dicho en otras partes bien largo (1), y será
imposible dejar de tornar a decir otra vez mucho de ello, porque cosa no se me
acuerda de lo dicho; que si lo supiera guisar de diferentes maneras, bien sé
que no os enfadaríais, como nunca nos cansamos de los libros que tratan de
esto, con ser muchos.
2. Es de los que han ya comenzado a
tener oración y entendido lo que les importa no se quedar en las primeras
moradas, mas no tienen aún determinación para dejar muchas veces de estar en
ella (2), porque no dejan las ocasiones, que es harto peligro. Mas harta
misericordia es que algún rato procuren huir de las culebras y cosas emponzoñosas,
y entender que es bien dejarlas.
Así éstos entienden los
llamamientos que les hace el Señor; porque, como van entrando más cerca de
donde está Su Majestad, es muy buen vecino, y tanta su misericordia y bondad,
que aun estándonos en nuestros pasatiempos y negocios y contentos y baraterías
del mundo (4), y aun cayendo y levantando en pecados (porque estas bestias son
tan ponzoñosas y peligrosa su compañía y bulliciosas que por maravilla dejarán
de tropezar en ellas para caer), con todo esto, tiene en tanto este Señor
nuestro que le queramos y procuremos su compañía, que una vez u otra no nos
deja de llamar para que nos acerquemos a El; y es esta voz tan dulce que se
deshace la pobre alma en no hacer luego lo que le manda; y así como digo es más
trabajo que no lo oír.
3. No digo que son estas voces y
llamamientos como otras que diré después sino con palabras que oyen a gente
buena o sermones o con lo que leen en buenos libros y cosas muchas que habéis
oído, por donde llama Dios, o enfermedades, trabajos, y también con una verdad
que enseña en aquellos ratos que estamos en la oración; sea cuan flojamente
quisiereis, tiénelos Dios en mucho. Y vosotras, hermanas, no tengáis en poco
esta primera merced ni os desconsoléis aunque no respondáis luego al Señor, que
bien sabe Su Majestad aguardar muchos días y años, en especial cuando ve
perseverancia y buenos deseos. Esta es lo más necesario aquí, porque con ella
jamás se deja de ganar mucho.
Mas es terrible la batería (5) que aquí dan los
demonios de mil maneras y con más pena del alma que aun en la pasada (6);
porque acullá estaba muda y sorda, al menos oía muy poco y resistía menos, como
quien tiene en parte perdida la esperanza de vencer; aquí está el entendimiento
más vivo y las potencias más hábiles: andan los golpes y la artillería de
manera que no lo puede el alma dejar de oír. Porque aquí es el representar los
demonios estas culebras de las cosas del mundo y el hacer los contentos de él
casi eternos, la estima en que está tenido en él, los amigos y parientes, la
salud en las cosas de penitencia (que siempre comienza el alma que entra en
esta morada a desear hacer alguna), y otras mil maneras de impedimentos.
4. ¡Oh Jesús, qué es la baraúnda que
aquí ponen los demonios, y las aflicciones de la pobre alma, que no sabe si
pasar adelante o tornar a la primera pieza! Porque la razón, por otra parte, le
representa el engaño que es pensar que todo esto vale nada en comparación de lo
que pretende; la fe la enseña cuál es lo que le cumple; la memoria le
representa en lo que paran todas estas cosas, trayéndole presente la muerte de
los que mucho gozaron estas cosas, que ha visto: cómo algunas ha visto súbitas,
cuán presto son olvidados de todos, cómo ha visto a algunos que conoció en gran
prosperidad pisar debajo de la tierra y aun pasado por la sepultura él muchas
veces, y mirar que están en aquel cuerpo hirviendo muchos gusanos, y otras
hartas cosas que le puede poner delante; la voluntad se inclina a amar adonde
tan innumerables cosas y muestras ha visto de amor, y querría pagar alguna: en
especial se le pone delante cómo nunca se quita de con él este verdadero
amador, acompañándole, dándole vida y ser.
Luego el entendimiento acude con
darle a entender que no puede cobrar mejor amigo, aunque viva muchos años; que
todo el mundo está lleno de falsedad, y estos contentos que le pone el demonio,
de trabajos y cuidados y contradicciones; y le dice que esté cierto que fuera
de este castillo no hallará seguridad ni paz; que se deje de andar por casas
ajenas, pues la suya es tan llena de bienes, si la quiere gozar; que quién hay
que halle todo lo que ha menester como en su casa, en especial teniendo tal
huésped que le hará señor de todos los bienes, si él quiere no andar perdido,
como el hijo pródigo, comiendo manjar de puercos (7).
5. Razones son éstas para vencer los
demonios. Mas ¡oh Señor y Dios mío! que la costumbre en las cosas de vanidad y
el ver que todo el mundo trata de esto lo estraga todo. Porque está tan muerta
la fe, que queremos más lo que vemos que lo que ella nos dice; y a la verdad,
no vemos sino harta malaventura en los que se van tras estas cosas visibles.
Mas eso han hecho estas cosas ponzoñosas que tratamos: que, como si a uno
muerde una víbora se emponzoña todo y se hincha, así es acá; no nos guardamos;
claro está que es menester muchas curas para sanar; y harta merced nos hace
Dios, si no morimos de ello. Cierto, pasa el alma aquí grandes trabajos; en
especial si entiende el demonio que tiene aparejo en su condición y costumbres
para ir muy adelante, todo el infierno juntará para hacerle tornar a salir
fuera.
6. ¡Oh Señor mío!, aquí es menester
vuestra ayuda, que sin ella no se puede hacer nada (8). Por vuestra
misericordia no consintáis que esta alma sea engañada para dejar lo comenzado.
Dadle luz para que vea cómo está en esto todo su bien, y para que se aparte de
malas compañías; que grandísima cosa es tratar con los que tratan de esto;
allegarse no sólo a los que viere en estos aposentos que él está, sino a los
que entendiere que han entrado a los de más cerca; porque le será gran ayuda, y
tanto los puede conversar, que le metan consigo. Siempre esté con aviso de no
sedejar vencer; porque si el demonio le ve con una gran determinación de que
antes perderá la vida y el descanso y todo lo que le ofrece que tornar a la
pieza primera, muy más presto le dejará. Sea varón y no de los que se echaban a
beber de bruces, cuando iban a la batalla, no me acuerdo con quién (9), sino
que se determine que va a pelear con todos los demonios y que no hay mejores
armas que las de la cruz.
7. Aunque otras veces he dicho esto
(10), importa tanto que lo torno a decir aquí: es que no se acuerde que hay
regalos en esto que comienza, porque es muy baja manera de comenzar a labrar un
tan precioso y grande edificio; y si comienzan sobre arena, darán con todo en
el suelo; nunca acabarán de andar disgustados y tentados. Porque no son éstas
las moradas adonde se llueve el maná; están más adelante, adonde todo sabe a lo
que quiere un alma, porque no quiere sino lo que quiere Dios (11). Es cosa
donosa que aún nos estamos con mil embarazos e imperfecciones y las virtudes
que aun no saben andar, sino que ha poco que comenzaron a nacer, y aun plega a
Dios estén comenzadas, ¿y no habemos vergüenza de querer gustos en la oración y
quejarnos de sequedades? Nunca os acaezca, hermanas; abrazaos con la cruz que
vuestro Esposo llevó sobre sí y entended que ésta ha de ser vuestra empresa; la
que más pudiere padecer, que padezca más por El, y será la mejor librada. Lo
demás, como cosa accesoria, si os lo diere el Señor dadle muchas gracias.
8. Pareceros ha que para los trabajos
exteriores bien determinadas estáis, con que os regale Dios en lo interior. Su
Majestad sabe mejor lo que nos conviene; no hay para qué leaconsejar lo que nos
ha de dar, que nos puede con razón decir, que no sabemos lo que pedimos (12).
Toda la pretensión de quien comienza oración (y no se os olvide esto, que
importa mucho) ha de ser trabajar y determinarse y disponerse con cuantas
diligencias pueda a hacer su voluntad conformar con la de Dios; y como diré
después (13) estad muy cierta que en esto consiste toda la mayor perfección que
se puede alcanzar en el camino espiritual: quien más perfectamente tuviere
esto, más recibirá del Senor y más adelante está en este camino.
No penséis que
hay aquí más algarabías (14) ni cosas no sabidas y entendidas, que en esto
consiste todo nuestro bien. Pues si erramos en el principio, queriendo luego
que el Señor haga la nuestra y que nos lleve como imaginamos, ¿qué firmeza
puede llevar este edificio? Procuremos hacer lo que es en nosotros y guardarnos
de estas sabandijas ponzoñosas; que muchas veces quiere el Señor que nos
persigan malos pensamientos y nos aflijan, sin poderlos echar de nosotros, y
sequedades; y aun algunas veces permite que nos muerdan, para que nos sepamos
mejor guardar después y para probar si nos pesa mucho de haberle ofendido.
9. Por eso, no os desaniméis, si alguna
vez cayereis, para dejar de procurar ir adelante; que aun de esa caída sacará
Dios bien, como hace el que vende la triaca (15) para probar si es buena, que
bebe la ponzoña primero. Cuando no viésemos en otra cosa nuestra miseria y el
gran daño que nos hace andar derramados, sino en esta batería que se pasa para
tornarnos a recoger, bastaba. ¿Puede ser mayor mal que no nos hallemos en
nuestra misma casa? ¿Qué esperanza podemos tener de hallar sosiego en otras
cosas, pues en las propias no podemos sosegar? Sino que tan grandes y
verdaderos amigos y parientes y con quien siempre, aunque no queramos, hemos de
vivir, como son las potencias, ésas parece nos hacen la guerra, como sentidas
de las que a ellas les han hecho nuestros vicios. ¡Paz, paz!, hermanas mías,
dijo el Señor, y amonestó a sus Apóstoles tantas veces (16). Pues creeme, que
si no la tenemos y procuramos en nuestra casa, que no la hallaremos en los extraños.
Acábese ya esta guerra; por la sangre que derramó por nosotros lo pido yo a los
que no han comenzado a entrar en sí; y a los que han comenzado, que no baste
para hacerlos tornar atrás. Miren que es peor la recaída que la caída; ya ven
su pérdida; confíen en la misericordia de Dios y nonada en sí, y verán cómo Su
Majestad le lleva de unas moradas a otras y le mete en la tierra (17) adonde
estas fieras ni le puedan tocar ni cansar, sino que él las sujete a todas y
burle de ellas, y goce de muchos más bienes que podría desear, aun en esta vida
digo.
10. Porque como dije al principio, os
tengo escrito (18) cómo os habéis de haber en estas turbaciones que aquí pone
el demonio, y cómo no ha de ir a fuerza de brazos el comenzarse a recoger, sino
con suavidad, para que podáis estar más continuamente, no lo diré aquí, más de
que, de mi parecer hace mucho al caso tratar con personas experimentadas;
porque en cosas que son necesario hacer, pensaréis que hay gran quiebra. Como
no sea el dejarlo, todo lo guiará el Señor a nuestro provecho, aunque no
hallemos quien nos enseñe; que para este mal (19) no hay remedio si no se torna
a comenzar, sino ir perdiendo poco a poco cada día más el alma, y aun plega a
Dios que lo entienda.
11. Podría alguna pensar que si tanto mal
es tornar atrás, que mejor será nunca comenzarlo, sino estarse fuera del
castillo. Ya os dije al principio (20), y el mismo Señor lo dice, que quien
anda en el peligro en él perece, y que la puerta para entrar en este castillo
es la oración. Pues pensar que hemos de entrar en el cielo y no entrar en
nosotros, conociéndonos y considerando nuestra miseria y lo que debemos a Dios
y pidiéndole muchas veces misericordia, es desatino. El mismo Señor dice:
Ninguno subirá a mi Padre (21), sino por Mí; no sé si dice así, creo que sí; y
quien me ve a Mí, ve a mi Padre. Pues si nunca le miramos ni consideramos lo
que le debemos y la muerte que pasó por nosotros, no sé cómo le podemos conocer
ni hacer obras en su servicio; porque la fe sin ellas y sin ir llegadas al
valor de los merecimientos de Jesucristo, bien nuestro, ¿qué valor pueden
tener? ¿Ni quién nos despertará a amar a este Señor?
Plega a Su Majestad nos dé a entender
lo mucho que le costamos y cómo no es más el siervo que el Señor (22), y qué
hemos menester obrar para gozar su gloria, y que para esto nos es necesario
orar para no andar siempre en tentación (23).
NOTAS
MORADAS II, c. único
1 Lo ha dicho en Vida 11-13.
2 En ella: en la oración, o en esta segunda morada.
3 Los primeros: los de las moradas primeras. En
cambio, en líneas más abajo: éstos son los de las moradas segundas. Para mejor
comprender el sentido del presente símil, cf. el n. 3.
4 Baraterías: tráfico y confusión de negocios (cf.
Carta del 27.7.1573 a J. Ordóñez). Baratona y negociadora, dirá burlonamente de
sí misma en carta a Lorenzo de Cepeda (17.1.1570) y a A. Mariano (21.10.1576).
5 Batería: guerra, porfía (cf. Vida 8, 10; 19, 4).
6 En la pasada: en las moradas primeras. - Sigue:
aacullá, en las M. primeras; aquí, en las M. segundas.
7 Alusión a la parábola evangélica: Lc 15, 16.
8 Eco del texto evangélico de Jn 15, 5.
9 Eran los soldados menos valientes del ejército de
Gedeón (Jueces 7, 5-6). Gracián corrigió esa incertidumbre de la autora,
tachando no me acuerdo con quién, y añadiendo: "Con Gedeón en los Jueces,
cap. 7". - De bruces: la Santa escribe "de buzos".
10 Es uno de los lemas ascéticos de la Santa: cf.
Camino 20, 2; 21, título y n. 2; 23. 36. 41. Y Vida 4, 2; 11, 2. 10. 12... 13.
15...
11 Ella escribe la maná. Se refiere a Exodo 16,
4-35; y de su sabor: Sabiduría 16, 20.
12 Eco del diálogo de Jesús con los Zebedeos: Mt 20,
22.
13 Lo dirá en el M. V, 3, 3...
14 Algarabías: confusión, palabras ininteligibles,
como el árabe hablado por los moriscos (cf. el pasaje de Camino 20, 5; y Vida
14, 4).
15 Triaca: vomitivo de uso popular. Según
Cobarrubias, "es un medicamento eficacísimo compuesto de muchos simples, y
lo que es más de admirar los más de ellos venenosos, que remedia a los que
están emponzoñados con cualquier veneno".
16 Palabras del Resucitado: Jn 20, 21...
17 Tierra "de promisión de la
bienaventuranza", anotó Gracián al margen del autógrafo.
18 Lo dijo al principio de este cap., n. 1, y lo
había escrito en Vida 8, 7-10, y 15, 1-7. Y en Camino 28-29 y 31.
19 Este mal: dejar la oración.
20 Lo ha dicho en los nn. 2-3. La cita bíblica
remite a Eclesiástico 3, 27.
21 Textos tomados de Jn 14, 6 y 9. Gracián enmendó
la cita primera (tachando "subirá" y sustituyéndolo con
"viene"). Luego borró el titubeo de la Santa: "no sé si dice
así, creo que sí". Y anotó al margen: "lo uno y lo otro dice por san
Juan, cap. 14". - Cf. ls mismas citaciones en M VI, 7, 6.
22 Concluye con tres alusiones bíblicas: Mateo 10 24
("no está el siervo sobre el Señor"), Marcos 10, 17 ("Maestro
bueno, ¿qué haré para alcanzar la vida eterna?"), y Mateo 26, 41
("vigilad y orad para no entrar en tentación"). El primero de estos
textos había tenido especial resonancia en la vida mística de la autora: Rel.
36.
Fuente: Mercaba