"Uno de los grandes desafíos de la Iglesia en este momento", continuó, "es fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal en la misión de la Iglesia..."
Filadelfia es la tercera y última
etapa de la visita del Papa a Estados Unidos. Y, aunque carezca de la
vistosidad de su intervención ante el Congreso de los Estados Unidos y ante la
Asamblea General de la ONU, es la más importante desde el punto de vista interno
de la Iglesia, por cuanto asistirá a la clausura del Encuentro Mundial
de Familias que se está celebrando allí.
En el aeropuerto fue
recibido por el arzobispo de la diócesis, Charles Chaput, y a
continuación , celebró este sábado, a las diez y media de la mañana (hora
local), una misa en la basílica de San Pedro y San Pablo ante cientos de
obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y diáconos.
Una celebración, como está siendo habitual en este
viaje, en inglés y latín (en este caso, antes de la consagración, el
Papa y sus concelebrantes rezaron el canon romano completo), con
lecturas y preces en diversos idiomas y la predicación del Papa en español,
aunque en esta ocasión un traductor iba repitiendo los diversos pasos de su
homilía.
Una
Iglesia volcada en las periferias
En ella, Francisco recordó la
tradición bisecular de la Iglesia de Filadelfia, "generaciones y
generaciones de católicos comprometidos que han salido a las periferias
y construido comunidades para el culto, para la educación, para la caridad y
para el servicio a la sociedad en general", palpable en santuarios y parroquias
"que salpican la ciudad" y cuyos campanarios "recuerdan la presencia de
Dios en medio de nuestras comunidades".
Elogió también "el esfuerzo de sacerdotes,
religiosos y laicos que con dedicación durante más de dos siglos han
atendido las necesidades espirituales de los pobres, de los emigrantes,
de los enfermos y de los encarcelados", y "han enseñado a los niños
a leer y a escribir, a amar a Dios y al prójimo y a contribuir
como buenos ciudadanos a la vida de la sociedad estadounidense".
"¿Y tú?"
El sermón del
Papa se centró en torno a unas palabras que le dijo León XIII a
la santa local, Santa Catalina María Drexler (1858-1955),
cuando quien sería luego religiosa y fundadora de las Hermanas del Santísimo
Sacramento le expuso las necesidades de las misiones: "¿Y tú qué vas a
hacer?", le planteó este Papa "muy sabio". "Esas palabras cambiaron la
ida de Catalina porque le recordaron que al final todo cristiano, hombre o
mujer, en virtud del bautismo ha recibido una misión. Cada uno
de nosotros tiene que responder lo mejor que pueda al llamado del Señor para
edificar su cuerpo, la Iglesia".
Evocando que por aquel entonces Santa Catalina era
"una mujer joven con altos ideales", Francisco se preguntó: "¿Cuántos jóvenes en
nuestras parroquias y escuelas tienen los mismos altos ideales y generosidad de
espíritu y amor a Cristo y a la Iglesia? Y nosotros, ¿los desafiamos?
¿Les damos espacio y les ayudamos a que realicen su
cometido?".
"Uno de los grandes desafíos de la Iglesia en este
momento", continuó, "es fomentar en todos los fieles el sentido de la
responsabilidad personal en la misión de la Iglesia... Esto requiere
creatividad para adaptarse a los cambios de las situaciones, transmitiendo el
legado del pasado no solo manteniendo estructuras e instituciones que son
útiles, sino también abriéndose a las posibilidades que el Espíritu nos
transmite".
"El futuro de la Iglesia en una sociedad que cambia
rápidamente reclama ya desde ahora una participación de los laicos mucho
más activa", sentenció Francisco en el momento esencial de su homilía,
cuando invitó que los laicos tuviesen "una responsabilidad compartida en el
futuro de nuestras parroquias e instituciones": "Esto no significa
renunciar a la autoridad espiritual que se nos ha confiado, más bien
significa discernir y emplear sabiamente los múltiples dones que el Espíritu
Santo derrama sobre la Iglesia". Y remató destacando "la inmensa contribución
que las mujeres laicas y religiosas han hecho y siguen haciendo en la vida de
nuestras comunidades".
Fuente: ReL
Francisville
A la
conclusión de la misa, y antes de la bendición del Papa, monseñor Chaput dirigió
al Papa unas palabras de agradecimiento.
Y, comentando la implicación de todas las
instituciones, además de la misma Iglesia, en su visita, bromeó
diciendo: "Ésta es una ciudad que hoy cambia su nombre por
Francisville [Villa Francisco]", lo cual hizo reír a Francisco y a los
presentes, que dirigieron al Pontífice una larga ovación.