"Dios, el Misterio infinito, se ha acercado a nuestra nada sostenida por Él y ofrece la respuesta que todos esperan incluso sin darse cuenta"
El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, señaló que, tarde
o temprano, todo ser humano debería hacerse una serie de preguntas fundamentales
y así vencer la “anestesia” en la que se muchos viven actualmente.
¿Por qué debemos sufrir y al final morir? ¿Por qué existe el mal y la
contradicción? ¿Vale la pena vivir? ¿Tiene todavía sentido amar, trabajar, hacer
sacrificios y esforzarse? ¿Dónde terminará mi vida y la de las personas que no
queremos perder nunca? ¿Qué cosa hacemos en el mundo?, son algunas de las
importantes preguntas que “todos se hacen, jóvenes y adultos, creyentes y no
creyentes”.
“Incluso el que las niegue con más fuerzas no es capaz de extirparlas del
todo de la propia existencia”, afirma.
El Purpurado cuestiona luego reflexionando sobre la realidad del mundo de
hoy: “¿ante tantas respuestas parciales, que ofrecen solo ‘falsos infinitos’ y
que producen una extraña anestesia, cómo dar voz a los interrogantes que todos
llevan dentro? Ante la insensibilidad frente a la vida, ¿cómo despertar la
conciencia?”
Para la Iglesia,
explica el Cardenal Parolin, “se abre un camino fascinante, como al inicio del
cristianismo, cuando los hombres se afanaban en la vida sin el coraje, la fuerza
o la seriedad de expresar las preguntas decisivas y, como sucedió con San Pablo
en el areópago, hablar de Dios a quien ha reducido, censurado u olvidado sus
porqués, resulta una extrañeza que parece alejada de la vida real con sus dramas
y sus pruebas”.
El popular encuentro de Rímini tiene como tema “¿Qué te falta con esta
falta, corazón, que de repente estás lleno de eso?”, que ha sido tomado del
famoso poeta italiano del siglo XX, Mario Luzi.
En el texto enviado al Obispo de Rímini (Italia), Mons. Francesco Lambiasi,
el Cardenal Parolin afirma que “el drama de hoy consiste en el peligro de la
negación de la identidad y de la dignidad de la persona humana”.
“Una preocupante colonización ideológica reduce la percepción de las
necesidades auténticas del corazón para ofrecer respuestas limitadas que no
consideran la amplitud de la búsqueda del amor, la verdad, la belleza y la
justicia que hay en cada uno”.
Recordando que el corazón de la persona está inquieto, como afirma San
Agustín, el Purpurado asegura que “la vida no es un deseo absurdo, el vacío no
es el signo de que hayamos nacido ‘equivocados’ sino al contrario una señal que
nos advierte que nuestra naturaleza está hecha para cosas grandes” y que la
nostalgia del alma “solo puede encontrar satisfacción en una realidad
infinita”.
“Por ello Dios, el Misterio infinito, se ha acercado a nuestra nada sostenida
por Él y ofrece la respuesta que todos esperan incluso sin darse cuenta,
mientras la buscan en el éxito, el dinero, el poder, en las drogas de cualquier tipo,
en la afirmación de los propios deseos momentáneos”.
El Cardenal Parolin subraya asimismo que “solo la iniciativa de Dios creador
podía colmar la medida del corazón y Él ha salido a nuestro encuentro para
dejarnos encontrarle como se encuentra a un amigo. Así podemos reposar en
medio de un mar de tempestades porque estamos seguros de su
presencia”.
El Secretario de Estado del Vaticano recuerda luego que en la entrevista que
le hizo el director de la revista jesuita La Civiltá Cattolica en septiembre de
2013, el Papa Francisco dijo que “aunque la vida de una persona haya sido un
desastre, aunque los vicios, la droga o cualquier otra cosa la tengan destruida,
Dios está en su vida. (…) Aunque la vida de una persona sea terreno lleno de
espinas y hierbajos, alberga siempre un espacio en que puede crecer la buena
semilla. Es necesario fiarse de Dios”.
Además, resaltó el Cardenal, el Santo Padre recordó en su reciente visita a
una cárcel de Bolivia en julio que Jesús “vino a mostrarnos, a hacer visible el
amor que Dios tiene por nosotros. (…) Un amor activo, real. (…) Un amor que
sana, perdona, levanta, cura. Un amor que se acerca y devuelve dignidad. Una
dignidad que la podemos perder de muchas maneras y formas. Pero Jesús es un
empecinado de esto: dio su vida por esto, para devolvernos la identidad
perdida”.
La misión de los fieles entonces es ofrecer a todos la buena noticia del
Evangelio “sobre todo con la vida” que responde al anhelo de infinito, como
dice el Santo Padre en la Evangelii Gaudium.
Fuente: ACI