En un mensaje León XIV exhorta a los sacerdotes, religiosas, religiosos, y seminaristas latinoamericanos que estudian en Roma a anunciar la primacía absoluta de Cristo desde la llamada vocacional
| Vatican News |
El Papa León
XIV dirigió un mensaje a los sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas
latinoamericanos que estudian en Roma, que la mañana del 12 de diciembre
-fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe- se reunieron en el aula Paolo VI.
“Cuando
Jesucristo llamó a sus discípulos, casi invariablemente utilizó la palabra
‘sígueme’. En esa breve palabra podemos encontrar el propósito más profundo de
nuestra vida, sea como seminaristas, como sacerdotes o como miembros de la vida
consagrada”, dice el Papa al inicio de su mensaje.
Y así sobre la
llamada vocacional centra su reflexión. “Si releemos los textos evangélicos de
llamada -dice el Papa-, lo primero que constatamos es la absoluta iniciativa
del Señor. La llama, sin ningún mérito previo por parte de sus interlocutores
(cf. Mt 9,9; Jn 1,43) y mirando más bien a
que la vocación a la que los convoca sea una oportunidad para llevar el mensaje
evangélico a los pecadores y a los débiles (cf. Mt 9,12-13)”.
También el
Santo Padre habla sobre la exigencia del Evangelio, que “nos exhorta a tomar
conciencia del compromiso que supone responder a esta vocación. Nos habla de
unas exigencias que podemos individuar en la llamada frustrada al joven rico (Mt 19,21):
la exigencia de la primacía absoluta de Dios, el único bueno (v. 17); la
exigencia de la necesidad imperiosa del conocimiento teórico y práctico de la
ley divina (v. 18-19) y la exigencia del desasimiento de toda seguridad humana,
con la consecuente oferta de todo lo que somos y lo que tenemos (v. 21)”.
El Papa hace un
llamado a anunciar la primacía absoluta de Cristo, ante una sociedad de ruidos
que confunde: “Este conocimiento teórico y práctico de la Ley divina se alcanza
ante todo gracias a la lectura de las Sagradas Escrituras, meditada en el silencio
de la oración profunda, a la reverente acogida de la voz de los legítimos
pastores y al estudio atento de los muchos tesoros de sabiduría que nos ofrece
la Iglesia”.
Y los animó a
que, en medio de las dificultades y las crisis, la consigna sea: “Si Cristo
pasó por ahí, también nos corresponde vivir lo que Él vivió. No debemos
apegarnos a los aplausos porque su eco dura poco; tampoco es sano quedarnos
sólo en el recuerdo del día de crisis o de los tiempos de amarga decepción”.
“Miremos más
bien que todo ello es parte de nuestra formación y digamos: si Dios lo ha
querido para mí yo también lo quiero (cf. Sal 40,8). El
vínculo profundo que nos une con Cristo, sea como sacerdotes, consagrados o
seminaristas, tiene una semejanza con aquello que se dice a los esposos
cristianos en el día mismo de su boda: «en la salud y en la enfermedad; en la
pobreza y en la riqueza» (Ritual del matrimonio, 66)”.
Finaliza el
Papa encomendándolos a la Virgen María de Guadalupe, para que “enseñe a
responder con valentía y conservando en el corazón las maravillas que Cristo ha
hecho en nosotros, para así, sin demora, ir a anunciar la alegría de haberlo
encontrado, de ser uno en el Uno y piedras vivas de un templo para su gloria”.
Johan Pacheco
Ciudad del
Vaticano
Fuente: Vatican News