DE UN COMENTARIO CASUAL AL CORAZÓN DEL VATICANO: ASÍ NACIÓ EL MOSAICO QUE «COMPLETÓ» LA PLAZA DE SAN PEDRO

Impulsado por Juan Pablo II tras sobrevivir al atentado del 13 de mayo de 1981, en la fiesta de la Inmaculada Concepción conviene recordar cómo un pequeño gesto convirtió una ventana en un homenaje a la Virgen María

Fue colocado el 7 de diciembre de 1981.Vatican News

Hay historias que comienzan con una sencilla y sincera frase, dicha por un joven entre miles, y que—contra todo pronóstico—acaban dejando huella en uno de los lugares más emblemáticos del mundo. Así empezó la historia del mosaico Mater Ecclesiae, la Virgen que hoy observa desde lo alto a quienes cruzan la Plaza de San Pedro.

Semana Santa de 1980. Miles de universitarios del Congreso UNIV llenan Roma. Entre ellos, un joven llamado Julio Nieto se anima a decirle al Papa Juan Pablo II, quien los recibió en audiencia, algo que muchos quizá no habían notado: tras observar las muchas imágenes de santos que coronan la Plaza de San Pedro, había echado en falta una de la Virgen. «¡Bien, muy bien! Habrá que completar la plaza», fue la respuesta de Juan Pablo II.

Aquella frase viajó velozmente hasta los oídos de Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. Y no se quedó quieto. Consideraba que esa intuición juvenil podía ser, en realidad, un deseo profundo del Santo Padre. Así que encargó a un arquitecto y miembro de la prelatura, Javier Cotelo, buscar cómo y dónde podría la Virgen tener un lugar en la gran explanada del Vaticano.

El disparo que lo cambió todo

Tras semanas de estudio, visitas y dibujos, llegó una posible idea: sustituir una ventana del edificio situado entre el Cortile di San Damaso y la plaza por un mosaico. Una intervención que daría un nuevo corazón visual al conjunto arquitectónico concebido por Bernini.

El proyecto se entregó al Papa en junio de 1980. Pasaron meses sin noticias. Se envió otra copia. Y entonces, el 13 de mayo de 1981, el disparo de Mehmet Ali Ağca cambió la historia. Juan Pablo II sobrevivió—«por la mano materna de María», diría él mismo—y quiso, como gesto de gratitud, que hubiera en la plaza una imagen suya. La propuesta presentada meses atrás volvió a cobrar vida.

Las autoridades vaticanas estudiaron el proyecto y aprobaron ese punto: esa ventana en el chaflán, un plano largo y estrecho que, en lugar de formar una esquina, une dos paramentos que se encuentran en ángulo. Así nació el lugar de la 'Mater Ecclesiae', inspirada en la imagen de la Madonna della colonna, que se encuentra dentro de la basílica de San Pedro.

Bajo la imagen se añadió la frase «Totus Tuus», el lema del pontificado de Juan Pablo II que en latín significa «Todo tuyo» y expresa la total devoción con la que el Papa polaco se entregó desde sus inicios como Sucesor de Pedro a la Santísima Virgen María.

«Que todos los que vengan a esta Plaza, eleven hacia Ella la mirada»

El mosaico se colocó el 7 de diciembre de 1981. Al día siguiente, después del Ángelus, Juan Pablo II lo bendijo mirando hacia arriba, como quien saluda a una madre. Y dijo algo que aún hoy acompaña a millones de peregrinos: «Que todos los que vengan a esta Plaza de San Pedro eleven hacia Ella la mirada, para dirigirle, con sentimiento de filial confianza, el propio saludo y la propia oración».

Tres días después, el Papa invitó a monseñor del Portillo a concelebrar con él: quería agradecerle personalmente la iniciativa. Y, como gesto, envió a sus manos el cartón original del mosaico, el diseño en negro que había servido para encajar las piezas de color. Ese dibujo reposa hoy en la sede central del Opus Dei.

Y así, por la audacia de un joven, la guía de un pastor y la devoción de un Papa, la Plaza de San Pedro—esa gran plaza-iglesia de la cristiandad—quedó, al fin, «completa».

María Rabell García

Corresponsal en Roma y El Vaticano

Fuente: El Debate