TOTAL PROFANACIÓN DEL TEMPLO DEL VALLE DE LOS CAÍDOS EN EL PROYECTO DE «RESIGNIFICACIÓN» DEL GOBIERNO

Desligar el vestíbulo de la nave supondría una profanación

El acceso a la basílica podría desaparecer por completo

Desde que se anunció el pasado martes el proyecto ganador para la “resignificación” del Valle de los Caídos, se ha especulado mucho sobre sus posibles consecuencias, implicaciones para el culto o la basílica. Incluso algunos medios e informaciones han trasladado dudas e incertidumbre en torno a elementos del conjunto arquitectónico como La Piedad o los evangelistas de la base de la cruz.

Hasta hoy han faltado, sin embargo, el análisis de expertos en la materia que ofrezcan una visión nítida y objetiva sobre lo que el proyecto aprobado supondría para el día a día del culto y el funcionamiento litúrgico.

Preocupación y alarma entre los expertos

Especialistas consultados por este medio no dudan en remarcar su preocupación respecto al proyecto ganador, especialmente en lo relativo al acceso y transformación de la Basílica.

En este sentido, el proyecto seleccionado para intervenir en el entorno de la basílica también ha generado alarma por las modificaciones estructurales y funcionales que plantea en el interior de la basílica, toda vez que atenta contra la libertad religiosa de los fieles, y la sacralidad e inviolabilidad de los templos.

Según la propuesta, se prevé que la entrada al templo se realice únicamente a través de un corredor subterráneo, integrado dentro de un futuro centro de reinterpretación política e ideológica, que se levantaría frente al edificio religioso.

Según la documentación difundida sobre el proyecto de resignificación, este corredor partiría del interior de ese nuevo espacio museístico, concretamente de un área circular concebida para acoger performances y expresiones artísticas vinculadas a la memoria histórica. Desde allí se accedería a una escalera soterrada que desembocaría en el centro del vestíbulo de la basílica, un espacio que forma parte integrante de la planta sagrada del templo.

Desligar el vestíbulo de la nave supondría una profanación

Del mismo modo, la transformación del vestíbulo en un área desligada de la nave principal y destinada a actividades de carácter no religioso -puntos de reunión, zonas de descanso o pequeños auditorios- supondría su profanación y la desaparición del espacio exterior necesario en todo templo católico para el desarrollo de actos litúrgicos y devocionales.

¿En qué sentido profanación? Según esa reorganización, la puerta principal del templo quedaría desplazada hasta el límite entre la nave central y el vestíbulo, desvinculando ambos por completo, y alterando en consecuencia el recorrido tradicional de entrada. Una ruptura que constituye la profanación, aunque sea de una parte, de un espacio sagrado.

Entre las consecuencias especialmente graves de estas modificaciones, destacan las que tendrían en el plano canónico y pastoral.

Siguiendo los planos y proyectos, quienes acudieran al templo estarían obligados a atravesar el conjunto museístico exterior, con su correspondiente carga simbólica e interpretativa, de carácter político e ideológico.

Además, se impediría el desarrollo de la secuencia litúrgica habitual que, en condiciones ordinarias, se despliega desde el exterior hacia el interior de un templo católico, particularmente en el atrio y el vestíbulo, que forman parte inseparable del espacio sagrado. Su supresión imposibilitaría prácticas habituales como entradas y salidas solemnes en procesiones, celebraciones nupciales, Vía Crucis, ritos previos a la Eucaristía o celebraciones tradicionales como las del Corpus Christi, la Vigilia Pascual o el Domingo de Ramos.

El vestíbulo, privado de su función religiosa

La transformación privaría asimismo al vestíbulo de su función religiosa, al dejar de estar integrado en la zona consagrada del templo. El culto quedaría relegado a las zonas interiores, sin otra vía de acceso o salida que el pasadizo subterráneo. A ello se suma la incertidumbre sobre las posibles intervenciones museográficas que se quieran introducir en el interior del templo, que podrían entrar en conflicto con su condición de espacio sagrado; y el riesgo de generar un precedente que permitiría a las administraciones redefinir libremente la configuración de otros lugares de culto dedicados.

No obstante, se considera que, en vista al proyecto publicado, no sería complicado en términos arquitectónicos compatibilizar la sacralidad de la planta con las actuaciones planeadas para el exterior. Entre esas posibles modificaciones, se incluyen la creación de un acceso autónomo, el mantenimiento de la puerta principal en su ubicación tradicional entre atrio y vestíbulo, la recuperación del espacio necesario para que el atrio cumpla su misión y la preservación del vestíbulo con su función original, asegurando la continuidad del conjunto consagrado.

Las leyes de memoria, “instrumento de polarización ideológica”

Mientras, la Conferencia Episcopal Española ha comenzado este martes su Asamblea Plenaria, que concluirá el próximo 21 de noviembre.

En el discurso inaugural, el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, no ha dudado en plantear la necesidad de superar "los sesgos ideológicos de las leyes de memoria histórica y democrática”, como son las que amenazan el actual estatus del Valle de los Caídos. Unos sesgos y leyes a los que el obispo se refirió como “un instrumento de polarización ideológica al servicio de los intereses políticos del presente más que cauce para ahondar en la reconciliación que los años de la Transición lograron, en gran parte".

Teniendo en cuenta el análisis realizado por Religión en Libertad, la consiguiente profanación que se llevará a cabo en el templo y que la jurisdicción sobre la basílica del Valle de los Caídos corresponde exclusivamente a la comunidad religiosa que allí reside, sería prudente, cuanto menos, que sus integrantes benedictinos pudiesen manifestarse al respecto


 
José María Carrera Hurtado

Fuente: ReligiónenLibertad