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Mons. Arrieta tras la entrevista | Crédito: Victoria Cardiel/EWTN News. Dominio público |
“Hay también que renovar,
ponerse a la altura también de la transparencia en cuestiones patrimoniales”,
defendió el canonista que opera como uno de los principales responsables de
este organismo de la Curia Romana.
En
conversación con ACI Prensa el pasado jueves, tres días antes de que se
celebrase en el Vaticano el Jubileo de la Justicia con cerca
de 15.000 personas, el canonista explicó que esta exigencia no se
debe a que “haya delitos particularmente graves, sino por usos habituales que
eran propios de una sociedad un poquitín anacrónica”.
Mons Arrieta especificó en este sentido que la Iglesia debe
“ponerse al día en el aspecto patrimonial” si bien dejó claro que la gestión de
los bienes y el patrimonio de la Iglesia varía mucho según el país y el
contexto cultural, jurídico y económico.
“El modo en que funciona la Iglesia, patrimonialmente, en Italia
o en España, no tiene nada que ver con cómo funciona en Nigeria o en Gabón o en
Indonesia”, señaló.
Nacido el 10 de abril de 1951 en Vitoria, (España), es desde
2007 secretario del Dicasterio para los Textos Legislativos, cuya función es
garantizar la correcta interpretación y aplicación de las leyes de la Iglesia
en todo el mundo.
Mons. Arrieta, que fue ordenado sacerdote para la Prelatura del
Opus Dei en 1977, detalló en este sentido que la Iglesia también se remite a
las cuestiones del derecho de la jurisdicción donde está presente “en las
cuestiones patrimoniales”.
“El derecho de la Iglesia fundamentalmente protege los bienes
propios de la Iglesia, que son los sacramentos, la estructura mundial de la
Iglesia, de las comunidades cristianas, lo que es una parroquia, lo que es una
diócesis”, explicó.
12 años de trabajo para que la disciplina penal se aplique con más
claridad
Mons. Arrieta fue uno de los principales artífices de la reforma
del Libro VI del Código de Derecho Canónico del 2021, que si bien no tuvo por
finalidad endurecer la disciplina en tema de abusos de menores, precisó la
disciplina penal para que pueda ser aplicada con certeza y claridad en toda la
Iglesia cuando sea necesario.
Fue un trabajo que “nos llevó 12 años, consultando a todo el
mundo, pero ha sido un trabajo bastante largo”, explicó.
Esta reforma del Código de Derecho Canónico definió mejor
algunos instrumentos jurídicos y, por primera vez, estableció la posibilidad de
suspender y sancionar a los laicos que cometan delitos de abusos.
El motivo es claro. En los últimos decenios la participación de
fieles laicos en oficios, ministerios de tipo eclesiástico, es bastante mayor
que en tiempos anteriores, cuando esos cargos eran ocupados solo por clérigos.
“A esta persona le ha confiado la Iglesia una particular autoridad, que exige
una particular ejemplaridad”, explicó Mons. Arrieta.
En cambio, “al otro católico ya será el Estado el que le ponga
la sanción correspondiente”.
La Iglesia no puede castigar cualquier delito
Según indicó, la Iglesia no “puede castigar cualquier” delito
que se produzca en la sociedad, ya que está presente en todo el mundo y convive
con el ordenamiento civil de cualquier país.
“Si uno tiene que reivindicar un derecho, basta que vaya a la
Guardia Civil, a los gendarmes, [a la que] sea la autoridad civil, porque ella
es la encargada de la mayor parte de esas cosas. En cambio, a la Iglesia le
interesa proteger los sacramentos, la palabra de Dios, pues hay excomuniones,
evitar profanaciones, evitar el tráfico de documentos, de certificados
religiosos y, sobre todo, proteger determinados estados de vida”, señaló Mons.
Arrieta.
El Derecho Canónico penal, reducido a unos “50 delitos”
En este sentido, en los últimos años, el Derecho Canónico ha
reducido la tipificación penal a unos 50 delitos, cuando en el pasado era mucho
más extenso, porque todos los demás “ya los persigue la sociedad civil”, es
decir, “ya son delitos civiles”.
Por otro lado, manifestó que hoy la realidad de los abusos
sexuales “está muy a la vista” y se conoce mejor.
“Ahora ha cobrado mayor sensibilidad, también la sensibilidad
social ha crecido mucho. Estamos en el 2025, en el 1925 la sensibilidad social,
ante tantos aspectos, incluido este que hablábamos de los abusos, la
sensibilidad era distinta, o eran tabús, o nadie se debía hablar y otras
cosas”, aseguró.
Y agregó: “Es como cuando uno va al médico y dice, mire usted
tiene esta enfermedad, antes no lo sabía, entonces al momento en que ya lo sabe
y se concreta que es verdad, se puede empezar una terapia”.
El sábado Mons. Arrieta pronunció el discurso inaugural del
Jubileo de la Justicia en el que instó a toda la profesión jurídica a ser
cautelosa ante el "peligro del formalismo", respetando la dignidad de
las personas y dejándose guiar por la "verdad objetiva del caso
concreto".
Por Victoria Cardiel
Fuente: ACI