EL ÓRGANO DE BELÉN VUELVE A SONAR 800 AÑOS DESPUÉS: «UN AUTÉNTICO MILAGRO»

El musicólogo español David Catalunya lidera el proyecto de reconstrucción del órgano más antiguo de la cristiandad, el de Belén, ocultado por los cruzados y que ahora vuelve a sonar en Tierra Santa

Foto cedida por David Catalunya

Construido en Francia en el siglo XI y ocultado por los cruzados de Tierra Santa dos siglos después para evitar su destrucción. El llamado órgano de Belén, considerado uno de los más antiguos de la cristiandad, ha vuelto a sonar tras más de 800 años de silencio.

El instrumento fue hallado en 1906 bajo el jardín de la basílica de la Natividad, en Belén. Ahora un proyecto ha permitido recuperar el sonido de varios de los tubos originales gracias a un trabajo de análisis y reconstrucción. La presentación oficial tuvo lugar en Jerusalén, con la colaboración de la Custodia de Tierra Santa y del Museo Tierra Santa, ofreciendo por primera vez en la era moderna la posibilidad de escuchar el timbre original de un órgano medieval, en un proyecto dirigido por el musicólogo español David Catalunya

¿Qué tal suena el órgano de Belén casi mil años después de su construcción?

Son solo ocho tubos originales los que suenan, pero el órgano tenía 342. Con estos ocho tubos ya nos hacemos una idea bastante precisa de las características sonoras del instrumento. Es especial y emocionante, porque estamos hablando de tubos de casi 1.000 años. Hemos hecho replicas para poder escuchar las notas que faltan, y tiene un sonido muy rico, muy interesante. Tiene todos los tubos del mismo diámetro y eso da una variación de timbre y sonido particulares: el grave es muy rico en armónicos, el medio es muy pleno y el agudo es casi aflautado, como angelical. 

¿Existen partituras de ese tiempo? 

En esa época el repertorio instrumental y de órgano se transmitía de un modo no escrito, pero sabemos que tenía como base las melodías eclesiásticas en uso en el momento. El repertorio era el canto litúrgico de la época o improvisaciones basadas en esos cantos. 

Estuvo olvidado mucho tiempo tras su descubrimiento. ¿Cómo comenzó tu relación con este instrumento? 

Encontré una referencia a él en un viejo libro. Se sabía la existencia de este órgano, pero nadie había hecho una investigación profunda. No se sabía concretamente siquiera de qué siglo era. Me interesó mucho y me sorprendió que nadie hubiera hecho ese estudio. Contacté con el museo y les propuse iniciar un proyecto de investigación, que es el que ahora estamos llevando a cabo. 

¿Y de ahí surgió la idea de reconstruirlo para hacerlo sonar? 

Esa era la idea original del proyecto, además de datar su origen y saber qué tipo de instrumento era. Se trataba de reconstruir el proceso de manufactura del órgano para entender cómo estaba hecho, construir tubos y recuperar así su sonido. Queremos entender, no solo cómo suena, sino también qué lugar ocupa en la historia de la música. Es una arqueología experimental, entender un objeto arqueológico para intentar saber cómo se fue hecho y cómo se usaba, ponernos en la mentalidad de quienes lo hicieron y lo tocaron. Estudio y reconstrucción han ido de la mano todo el tiempo. 

¿Que se pasaba por la cabeza y por tu interior en el momento que lo escuchaste por primera vez? 

Sin duda estamos ante un objeto que ocupa un lugar especial en el Patrimonio Cultural de la Humanidad. Para mí, fue un punto de inflexión el día que los tubos originales sonaron. Llevamos las réplicas a Jerusalén para compararlas con el instrumento original. Cuando estuvimos frente a ellos se nos ocurrió probar los tubos originales, y fue un auténtico milagro, sonaban como si se hubiesen construido el día anterior. Me di cuenta de que era un sonido dormido de hace ocho siglos, un sonido milenario. Fue un momento indescriptible, sentí que mi relación con ese objeto cambiaba, me di cuenta de que era un objeto vivo, no fosilizado. Continuaba hablando, es una reliquia viva, única en el mundo. La emoción fue indescriptible. 

¿Volverá a servir para cantar a Dios y elevar nuestros oídos al cielo? 

Yo espero que sí. El Museo del Tierra Santa tiene esa idea, exponer este instrumento de un modo vivo. Además, habrá varios facsímiles disponibles en diversos lugares, por supuesto uno de ellos en Belén, e incluso en España, para que suene y que ese sonido vuelva a revivir. Y que nosotros podamos revivir la experiencia de la idea original de este instrumento: conectar la música celestial con la música humana, un puente entre ambas esferas, que esa música entre en nuestra alma. Sin duda volverá a sonar para sumergirnos en una sonoridad que nos traiga el cielo a la tierra. 

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Fuente: Alfa y Omega