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| Imagen de Carlo Acutis (1991-2006) colgada de la fachada de la basílica de San Pedro el día de su canonización. Dominio público |
Roma
vivió un domingo histórico para los católicos: la canonización de Carlo Acutis, el joven italiano cuya vida
sencilla y generosa inspira a millones de personas, especialmente a los más
jóvenes. La misa se celebró en la Plaza
de San Pedro ante miles de fieles, y mientras algunos peregrinos
seguían la ceremonia en directo, muchos más acudieron a la iglesia Santa Maria Maggiore en Asís, donde
el cuerpo de Carlo permanece expuesto.
Rajesh
Mohur, originario de las Islas Mauricio y niñero de
Carlo desde los cuatro años hasta su muerte por una leucemia fulminante a los
15, recuerda con emoción cada detalle de su convivencia: «Cuando llegué a su
casa, fue Carlo quien me abrió la puerta. Inmediatamente me tomó de la mano y
me acompañó con sus padres».
Lo que debía ser una breve entrevista se convirtió en horas de juegos y conversación. «Me llevó al salón y sacó todos sus juguetes para mostrármelos. Luego pidió a su mamá si podía invitarme a cenar. Me dijo que yo era su 'zucchero' (azúcar) y que lo acompañaría todos los días a la escuela. Eso me conmovió enormemente. Al mirarlo, era como un pequeño ángel. Así comenzó nuestra historia en común», cuenta Rajesh a leexpress.mu.
Un pequeño catequista
Carlo impresionaba no solo por su amabilidad, sino también por su sentido de la generosidad. «Era un niño de un entorno privilegiado, pero no llevaba una vida lujosa y no se dejaba tentar por las cosas materiales. Tenía una vida sencilla y cuando encontraba a personas pobres, cogía sus ahorros y los compartía con ellos», recuerda Rajesh. Cada fin de semana visitaban la ciudad y, antes de ir a la escuela, Carlo no olvidaba adorar la Eucaristía diariamente.
El testimonio de Rajesh revela cómo el pequeño Carlo se convirtió en su maestro de fe desde la infancia. «Cada mañana cuando íbamos a la Iglesia me quedaba detrás observando sus reacciones. Se acercaba al tabernáculo como si alguien le estuviera esperando allí, como si hubiera una presencia. Permanecía en silencio, como en una conversación muda. Casi todos los días era así. Me intrigaba. Entonces me explicó que Dios está presente en el tabernáculo porque allí se encuentra su cuerpo, su sangre, su alma», recuerda.
Más
allá de la adoración, Carlo compartía pequeñas lecciones de vida con su niñero:
«Me decía que nuestra generación tiene suerte, porque ahora basta entrar en la iglesia más cercana para
encontrarse con Dios; me explicaba la importancia de la Eucaristía y
cómo nos guía hacia el Paraíso[...] y que cuando participamos en misa y hacemos
la primera comunión, nuestra vida cambia».
Su devoción no era solo
teórica. El amor a Dios que sentía Carlo también se canalizaba en un amor
concreto por los más vulnerables. Rajesh cuenta: «Un día vimos a un vagabundo
durmiendo sobre un cartón. Carlo le dio el dinero que había recibido por su
cumpleaños para comprar un saco de dormir y pidió a su madre que le diera
comida todos los días. Yo se la preparaba y la entregábamos juntos». Y fue
precisamente la coherencia y sencillez de este joven italiano lo que transformó
la vida de Rajesh. «Me di cuenta de que el
vacío que sentía en el fondo de mi corazón comenzaba a llenarse, y eso
me impulsó a pedir el bautismo. Sus explicaciones y acciones me llevaron a mi
conversión», recuerda.
«En
la Eucaristía están todas las respuestas»
Carlo siguió siendo un
ejemplo en el camino de fe que inició Rajesh. Le
pedía a su madre que le comprara DVDs sobre la vida de Cristo, la Virgen y
los santos y le explicaba la Biblia de manera extraordinaria. Durante más de
dos años y medio, Rajesh tomó clases de catecismo, y sus padrinos en el
bautismo fueron los propios padres de Carlo. El joven italiano le aseguró que
aquel momento sería un punto de inflexión en su vida. «Me dijo que el día de mi
bautismo sería un gran día, porque estaría en contacto permanente con el Señor,
Él actuaría en mi vida y todo cambiaría. Y así fue», recuerda Rajesh.
Tras la muerte de
Carlo, el dolor fue profundo. «Estaba muy desanimado, no quería vivir en la
casa familiar llena de recuerdos de él», confiesa. Sin embargo, encontró consuelo en un sueño donde Carlo se le
apareció y le aseguró que no lo había dejado y que siempre velaría por
él. Le dijo que no temiera a la muerte, porque después de ella está la
eternidad en el Cielo, y que «si seguía todos los mandamientos de Dios y ponía
a Dios en primer lugar en mi vida, iría al Paraíso».
Con
su ejemplo y sus palabras, Carlo transformó la vida de Rajesh y tocó a quienes
lo rodeaban. Para él, la esencia del joven santo se resume en una lección que
resume en la entrevista: «Carlo decía que la felicidad no se encuentra ni en el
dinero, ni en las drogas, ni en las cosas materiales, sino en la Eucaristía. En la Eucaristía están todas las respuestas».
El día del bautizo de
Rajesh, al salir de la iglesia, los padres de Carlo quisieron celebrarlo en uno
de los restaurantes más prestigiosos de Milán. «Le dije a Carlo que era un gran
regalo tanto para mí como para él», recuerda. Pero el joven recién canonizado
le respondió que «el mejor regalo que había recibido era el bautismo».
María Rabell García Corresponsal
en Roma y El Vaticano
Fuente: El Debate
