Ser productivo no siempre es lo mejor (ni lo más cristiano) y aquí te diremos por qué y cómo tener un balance adecuado para vivir mejor
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Kues | Shutterstock |
Uno de los pensamientos más comunes al día de hoy es: "si no
produces, no vales", generando en el ser humano un sentido de
inconformidad constante y demeritando los pequeños logros del día a día.
Vivimos
llenando cada hueco del día con tareas, listas, metas, pendientes. Queremos ser
productivos, eficientes, aprovechar el tiempo al máximo. Pero, ¿y si estar tan
enfocados en 'hacer' nos estuviera robando lo más importante: ser
¿Cuándo fue
la última vez que estuviste tranquilo sin hacer nada… y no te sentiste culpable
por eso?
La productividad, ¿buena o dañina?
Es ahí donde
la productividad empieza a ser contraproducente, de modo que altera nuestro
estilo de vida. Nos obsesionamos con el rendimiento y nos olvidamos de la relación con Dios y con los demás.
Se trata de
hacer las cosas con conciencia y con pasión, pues incluso nuestra
espiritualidad podría verse como una lista que hay que tachar, como ir a misa,
rezar el Rosario, ir al Santísimo, de modo que, estas actividades las hacemos
mecánicamente y solo por cumplir.
Siguiendo el ejemplo de Jesús
Si te
preguntas qué puedes hacer para ser productivo, pero sin que te satures de
tantas actividades, entonces debes seguir el ejemplo de Jesús en la tierra. Él,
más allá de su eficiencia, siempre hizo la voluntad del Padre.
Jesús tenía
claro que había un momento para cada cosa, por ejemplo, orar, curar personas,
convivir con sus amigos, su familia y claro anunciar el Kerigma.
Así que, por
qué no empezar a obrar más como Jesús, cuando se trata de llevar una vida
plena.
Cambiar esta
mentalidad, puede confrontarnos con el pensamiento moderno, pero al final del
día estaremos haciendo la voluntad de Dios y viviremos más plenamente.¿Y
entonces, qué hacemos con nuestras listas y pendientes?
Ser
productivo es bueno cuando está ordenado al bien mayor. Cuando estés a punto de
incorporar alguna actividad a tu rutina o bien comprometerte a algo, piensa:
¿qué haría Jesús?
Piensa si
esa actividad que estás por añadir te dará mayor bienestar y paz o por el
contrario, traerá preocupaciones, te restará tiempo para convivir con tus seres
queridos.
Muchas de
las enfermedades son causa del estrés crónico, debido a la mayor producción y
al poco descanso y muchas veces sin ser de calidad.
El discurso
actual nos invita a no parar y creemos que entre más hacemos, estaremos mejor o
seremos más exitosos, mientras que la calidad de nuestra vida decae.
Deja espacio
para la contemplación: mirar,
agradecer, disfrutar, orar sin hacer “nada útil”. Estos pequeños detalles son
los que harán un cambio significativo no solo en tu día, sino en toda tu vida y
claro que impactará en las personas con las que convives.
Descansar y
relajarte, no es malo, sino que nos hace estar conscientes y vivir el presente
quitando la ansiedad por el futuro y la preocupación del pasado. Recuerda un
día a la vez.
Ser más no siempre es hacer más
"No
fuiste creado para rendir. Fuiste creado para amar, para vivir, para estar con
Dios. Y a veces, lo más sano que puedes hacer… es no hacer nada".
Karen Hutch
Fuente: Aleteia