DAÑO PRODUCTIVO, CUANDO HACER MÁS NO SIGNIFICA VIVIR MEJOR

Ser productivo no siempre es lo mejor (ni lo más cristiano) y aquí te diremos por qué y cómo tener un balance adecuado para vivir mejor

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Uno de los pensamientos más comunes al día de hoy es: "si no produces, no vales", generando en el ser humano un sentido de inconformidad constante y demeritando los pequeños logros del día a día. 

Vivimos llenando cada hueco del día con tareas, listas, metas, pendientes. Queremos ser productivos, eficientes, aprovechar el tiempo al máximo. Pero, ¿y si estar tan enfocados en 'hacer' nos estuviera robando lo más importante: ser 

¿Cuándo fue la última vez que estuviste tranquilo sin hacer nada… y no te sentiste culpable por eso?

La productividad, ¿buena o dañina?

Buscar alcanzar nuestro mayor potencial -por medio de buenos hábitos y actividades que nos lleven a ser productivos- no necesariamente es malo. Sin embargo, cuando vemos la productividad como una medida de valor personal, espiritual o social, se vuelve desordenado. 

Es ahí donde la productividad empieza a ser contraproducente, de modo que altera nuestro estilo de vida. Nos obsesionamos con el rendimiento y nos olvidamos de la relación con Dios y con los demás.

Se trata de hacer las cosas con conciencia y con pasión, pues incluso nuestra espiritualidad podría verse como una lista que hay que tachar, como ir a misa, rezar el Rosario, ir al Santísimo, de modo que, estas actividades las hacemos mecánicamente y solo por cumplir. 

Siguiendo el ejemplo de Jesús

Si te preguntas qué puedes hacer para ser productivo, pero sin que te satures de tantas actividades, entonces debes seguir el ejemplo de Jesús en la tierra. Él, más allá de su eficiencia, siempre hizo la voluntad del Padre. 

Jesús tenía claro que había un momento para cada cosa, por ejemplo, orar, curar personas, convivir con sus amigos, su familia y claro anunciar el Kerigma

Así que, por qué no empezar a obrar más como Jesús, cuando se trata de llevar una vida plena.  

Cambiar esta mentalidad, puede confrontarnos con el pensamiento moderno, pero al final del día estaremos haciendo la voluntad de Dios y viviremos más plenamente.¿Y entonces, qué hacemos con nuestras listas y pendientes?

1. ENCAMINA TUS ACTIVIDADES HACIA EL BIEN MAYOR

Ser productivo es bueno cuando está ordenado al bien mayor. Cuando estés a punto de incorporar alguna actividad a tu rutina o bien comprometerte a algo, piensa: ¿qué haría Jesús?

Piensa si esa actividad que estás por añadir te dará mayor bienestar y paz o por el contrario, traerá preocupaciones, te restará tiempo para convivir con tus seres queridos. 

Muchas de las enfermedades son causa del estrés crónico, debido a la mayor producción y al poco descanso y muchas veces sin ser de calidad. 

2. SABER DECIR “NO” Y RESPETAR TUS LÍMITES

Hay que saber parar sin culpa: el descanso también es voluntad de Dios. Incluso Dios descansó, por lo que tomarte unos minutos al día para respirar profundamente y descansar, así como tomar un día para realmente descansar será de gran ayuda. 

El discurso actual nos invita a no parar y creemos que entre más hacemos, estaremos mejor o seremos más exitosos, mientras que la calidad de nuestra vida decae. 

3. AGRADECE Y RECONOCE TUS LOGROS

Deja espacio para la contemplación: mirar, agradecer, disfrutar, orar sin hacer “nada útil”. Estos pequeños detalles son los que harán un cambio significativo no solo en tu día, sino en toda tu vida y claro que impactará en las personas con las que convives. 

Descansar y relajarte, no es malo, sino que nos hace estar conscientes y vivir el presente quitando la ansiedad por el futuro y la preocupación del pasado. Recuerda un día a la vez. 

Ser más no siempre es hacer más

"No fuiste creado para rendir. Fuiste creado para amar, para vivir, para estar con Dios. Y a veces, lo más sano que puedes hacer… es no hacer nada".

Karen Hutch 

Fuente: Aleteia