A nadie le gusta recibir una corrección, por muy fraterna y caritativa que sea y a pesar del dolor, es una gran oportunidad para crecer espiritualmente
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Con dolor, la corrección te ayudará a crecer espiritualmente |
Conforme crecemos llega la tentación de creernos infalibles,
pensando que todo lo hacemos bien y sin posibilidad de cometer errores. Por
eso, cuando llega la corrección, el dolor es mucho. Sin embargo, hay que verlo
como la oportunidad que nos da Dios para crecer espiritualmente.
La corrección y el sufrimiento
El apóstol
san Pablo escribió a los hebreos sobre este asunto:
"Ya se
han olvidado ustedes de la exhortación que Dios les dirigió, como a hijos,
diciendo: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desanimes
cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a los que ama, y da azotes a sus
hijos predilectos. Soporten, pues, la corrección, porque Dios los trata como a
hijos; ¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos? Es cierto que de momento
ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien tristeza. Pero después
produce, en los que la recibieron, frutos de paz y de santidad"
(Heb 12, 5-7; 11).
San Pablo
toma la palabra para que los hebreos entiendan que Dios se manifiesta a través
de los acontecimientos, pero también de otras personas, sobre todo si tienen
autoridad sobre nosotros, como los padres de familia, los superiores, los jefes
y los maestros.
Por eso les
pide que soporten la corrección porque está motivada por el amor. Y,
obviamente, será causa de tristeza porque a nadie le gusta ser corregido.
El crecimiento espiritual
Pero si
somos realistas, es muy probable que la corrección tenga de fondo alguna
intención o sentimiento distinto al amor: quizá despecho, envidia o venganza.
Sin embargo, Dios permite que detrás de estas manifestaciones que tal vez no
tengan nada de caritativas, se desprenda una oportunidad de crecimiento
espiritual.
Tal como san
Pablo deja vislumbrar, hay un consuelo para quien recibe el llamado de
atención: "frutos de paz y de santidad" (Heb 12, 11).
Veamos con
ojos de fe el incómodo momento en el que seamos corregidos y cambiemos nuestra
actitud, a pesar de que nos cueste mucho. El libro de los Proverbios nos deja
esta caricia:
Escucha el
consejo y acepta la corrección, y al fin llegarás a ser sabio (Pr 19, 20).
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia