TESTIMONIO DE SACERDOTE SECUESTRADO 51 DÍAS: “ME COSTABA DORMIR POR MIEDO A QUE ME MATARAN”

El 1 de junio de 2025, el sacerdote nigeriano Alphonsus Afina fue secuestrado, en medio de explosiones y disparos, por terroristas yihadistas de Boko Haram. Tras 51 días en los que el miedo a la muerte era constante, fue liberado.
P. Alphonsus Farina, sacerdote nigeriano que estuvo
secuestrado 51 días. | Crédito: ACN. Dominio público

Acción de gracias de un obispo en Alaska

El 23 de julio, justo después de que el sacerdote fuera puesto en libertad, el Obispo de Fairbanks en Alaska (Estados Unidos), Mons. Steven J. Maekawa, agradeció a todos los que rezaron “por el P. Alphonsus durante los últimos dos meses. Sobre todo, gracias por su perseverancia en las oraciones por su bienestar y liberación”.

El sacerdote nigeriano sirvió en los pueblos de la península de Seward en Alaska entre 2017 y 2024. Allí también estudió psicología y asesoramiento para fundar un centro de atención a víctimas –a los que ahora se ha sumado él– de Boko Haram, en Nigeria.

En su comunicado, el obispo afirmó que “la gracia de Dios se manifestó en la buena voluntad y el esfuerzo de muchas personas. Por favor, sigan orando por el P. Alfonso mientras se recupera de su terrible experiencia y recuerden a todos los fieles que sufren en cautiverio. ¡Recordemos cómo el Señor obra poderosamente en la vida de sus hijos!”.

Un secuestro entre explosiones y disparos

En su testimonio compartido con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), el sacerdote cuenta que el día del secuestro, mientras iba desde Mubi hasta Maidiguri con dos miembros de su equipo, fue todo muy violento: Al lado de su auto estalló un explosivo y “unos hombres armados salieron de los arbustos al borde de la carretera y nos dispararon. En la confusión del momento, abandoné mi vehículo y eché a correr”.

“Otros vehículos que se encontraban lejos de nosotros dieron media vuelta y se adentraron en el tiroteo entre los militares y los hombres armados. Estos últimos nos persiguieron en motocicletas. Se acercaron a mí y me dijeron que me detuviera, apuntándome con un arma. Me detuve y levanté las manos”, continuó.

“Me costaba dormir por miedo a que me mataran”

Los yihadistas le quitaron sus dos teléfonos y le obligaron a desbloquearlos, también tomaron su reloj y dinero en efectivo. Tras ordenarle que se sentara entre dos hombres armados en motos, lo llevaron a su auto, donde tomaron su equipaje y objetos litúrgicos.

“Los hombres comenzaron a golpearme y, como resultado, sufrí una lesión en un ojo. La sangre me caía por la cara y me corría por el hombro. Tuve el ojo hinchado y supurando durante tres semanas”, relató. Ahora está a la espera de una cirugía.

Lo subieron nuevamente a su auto y lo llevaron, junto a otros rehenes en otros autos, hasta la montaña de Gwoza, en la selva, donde se produjo otro tiroteo entre los yihadistas y soldados nigerianos. Los hombres armados lo obligaron, junto a otros 13 rehenes, a salir de los vehículos y les prendieron fuego.

“Ese día nos capturaron a 14. Otros escaparon o fueron asesinados; entre estos últimos, uno de nuestro equipo”, narró.

Estuvo cautivo en una habitación con otros cuatro secuestrados, siempre vigilados por los yihadistas armados. “A las tres semanas de mi cautiverio, hubo una operación militar con ataques aéreos y artillería en el lugar donde nos tenían retenidos. A partir de entonces, me costaba dormir por miedo a que me mataran y sigo así mientras escribo estas líneas”.

“Sentí el efecto de las oraciones”

“Sentí el efecto de las oraciones que se rezaron por mí en todo el mundo por la forma en que me trataron posteriormente los hombres armados” de Boko Haram, señala.

“Tras esta aterradora experiencia —-concluye— estoy sobre todo agradecido a Dios por haberme salvado la vida”.

Por Walter Sánchez Silva