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La conferencia de la OSCE en Helsinki para celebrar los 50 años de los Acuerdos (ANSA) Dominio público (ANSA) |
Para
celebrar el aniversario, Finlandia acogió el 31 de julio, una conferencia
internacional.
Un espíritu sigue presente en Europa y, a pesar de todo,
continúa inspirando en muchos gobernantes el compromiso político y moral por la
paz. Es el espíritu de Helsinki evocado por el Papa León XIV al término de la
audiencia general de esta semana, recordando que hoy más que nunca es
indispensable custodiarlo para «perseverar en el diálogo, reforzar la
cooperación y hacer de la diplomacia la vía privilegiada para prevenir y
resolver los conflictos». Un llamamiento a la comunidad internacional que el
Papa ha querido relanzar desde su cuenta en X @Pontifex.
Un baluarte en
las relaciones internacionales
Hoy, Europa celebra el 50º aniversario de los Acuerdos —también
conocidos como Acta Final de Helsinki— que en 1975 establecieron la
inviolabilidad de las fronteras y la resolución pacífica de los conflictos en
las relaciones internacionales. Principios que se han visto puestos a prueba
por la invasión rusa a gran escala de Ucrania, iniciada el 24 de febrero de
2022. En aquel momento, la firma del documento por parte de 35 países de los
bloques occidental y oriental, entre ellos Estados Unidos y la entonces Unión
Soviética, tuvo lugar durante la Conferencia sobre la Seguridad y la
Cooperación en Europa celebrada en la capital finlandesa. Sobre el papel, el
acuerdo sigue siendo un baluarte de las relaciones entre Estados bajo el
estandarte del derecho internacional y la colaboración.
En el contexto de la
agresión rusa
Fue en ese contexto de aspiración a la coexistencia pacífica
donde se formó posteriormente, en 1995, la Organización para la Seguridad y la
Cooperación en Europa (OSCE), que con 57 Estados miembros y una serie de
estructuras y misiones se convirtió en un elemento importante de las relaciones
internacionales en la región tras la Guerra Fría. Para celebrar el 50.º
aniversario de los Acuerdos de Helsinki, Finlandia acogió ayer, 31 de julio,
una conferencia internacional en la que participaron como ponentes principales
el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, conectado de forma remota, y el
secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres. Entre los
principales temas que se debatieron esta vez destacaron: el refuerzo de la
presión sobre Moscú, la coordinación entre Ucrania y Finlandia en la lucha
contra la agresión rusa, las reformas de la OSCE y del sistema de seguridad
europeo, y el potenciamiento de la capacidad defensiva de Kiev.
Un sistema que resiste
a los cambios geopolíticos
La Conferencia de 1975 se considera, con razón, uno de los
acontecimientos históricos más importantes en el proceso de distensión de las
relaciones entre Oriente y Occidente, y los principios que se derivaron de ella
han sabido resistir ante acontecimientos extraordinarios como el fin de la
Unión Soviética, la disolución acordada de Checoslovaquia, la caída del Muro de
Berlín y la reunificación alemana o la trágica desintegración de la ex
Yugoslavia. «Muchas cosas han cambiado desde entonces —recuerda Antonio Stango,
fundador del Comité Italiano Helsinki y presidente de la Federación Italiana de
Derechos Humanos— pero no siempre para mejor. Tanto es así que, 50 años
después, parece que la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa,
surgida de ese acontecimiento histórico, hoy en día casi no tiene razón de ser.
No porque sus principios e ideales hayan dejado de ser válidos, sino porque los
instrumentos de que se ha dotado la OSCE se ven regularmente invalidados por la
acción de algunos Estados miembros».
Rusia es todavía un
Estado miembro
Y, a este respecto, cabe recordar que Rusia, aunque se retiró en
2023 de la Asamblea Parlamentaria de la organización, sigue siendo miembro de
pleno derecho de la OSCE. «En realidad, utiliza su pertenencia —señala Stango—
para bloquear la agenda de las diferentes instancias de la organización o su
presupuesto anual, mientras que uno de los pilares de Helsinki era y debería
volver a ser la búsqueda de la paz a través del diálogo y la construcción de la
confianza entre los Estados». Pero para construir la confianza se necesitan
algunos ingredientes imprescindibles.
Reconstruir la confianza
sobre nuevas bases
«Parte del espíritu de Helsinki, justamente evocado —señala
Stango—, consistía en establecer de manera muy clara que, para que hubiera
confianza entre los socios, era necesario que los Estados respetaran los
derechos de sus ciudadanos y no violaran las obligaciones internacionales, los
fundamentos de la convivencia entre Estados».
«De ello se deduce —comenta Antonio Stango— que cuando un Estado
ataca a otro, viola sus fronteras, anexiona partes de él y continúa durante
años una guerra, se invalida el trabajo de una mesa multilateral de seguridad y
cooperación, aunque algunas de sus estructuras y misiones sobre el terreno
mantengan un papel positivo. Por lo tanto, hay que preguntarse cómo salvar ese
espíritu y cómo plantear, en un proceso que llevará tiempo, una reforma
orgánica de la Organización». Pensar en una remodelación de la OSCE no parece,
por tanto, contradecir la esencia del espíritu de Helsinki, quizá —como deseaba
el propio Aldo Moro en los años 70— ampliando aún más la mirada hacia los
rápidos cambios geopolíticos que sacuden el Mediterráneo.
Stefano Leszczynski - Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News