DE LA ADIVINACIÓN A LA FE

El testimonio de Anna Leśniak

Anna Leśniak

Influencer católica polaca, Anna Leśniak relata cómo abandonó el ocultismo y los errores de su juventud para abrazar una vida centrada en Cristo. Su historia es un ejemplo de conversión y confianza en la intercesión de la Virgen María. Evangeliza hoy a miles desde sus redes sociales.

Anna Leśniak es hoy una influencer católica polaca que evangeliza a través de las redes sociales, especialmente en TikTok. En sus vídeos habla abiertamente de su amor por Jesús Sacramentado, del poder de la oración del Rosario y de su devoción mariana. No obstante, su historia está marcada por una profunda transformación espiritual.

Nacida en Radom, en una familia católica tradicional, Anna se alejó de la fe durante la adolescencia. «Tenía una mentalidad completamente distinta, pensamientos diferentes, prioridades completamente distintas. No iba en mi camino de la mano de Dios», recuerda. En esa etapa decía a sus padres que iba a misa, pero en realidad se marchaba al parque. Su juventud estuvo llena de fiestas y excesos.

Antes de terminar el instituto, acudió por primera vez a una adivina con la intención de saber si aprobaría los exámenes. Aquello derivó en una adicción mensual a estas prácticas. Con el tiempo, se trasladó a Poznań, donde conoció al que sería su marido.

El inicio de su conversión llegó cuando la suegra de su hermana le habló de la Novena de Pompeya. «Me aconsejó que rezara la Novena de Pompeya. Yo no sabía en qué consistía, no sabía rezar el Rosario. Cuando oí hablar de tres Rosarios al día, me pareció inviable. A menudo apenas lograba hacer una breve oración», confiesa.

En ese periodo decidió abandonar las prácticas esotéricas. Dejó de acudir a la adivina y comenzó a rezar el Rosario a diario. Llegó a pensar que estaba poseída, debido al conocimiento que tenía sobre el ocultismo, y buscó la ayuda de un sacerdote exorcista. «Yo llevaba un hilo rojo en la mano para protegerme del peligro y de la energía negativa. Al cuello me puse una cadena con un ángel. El sacerdote me pidió que me quitara estos amuletos y me pusiera una medalla con la imagen de Nuestra Señora», relata. Tras una confesión sincera, sintió la paz en su alma.

Más adelante, quedó embarazada. Su marido le pidió que abortara, algo que ella rechazó rotundamente. Durante un viaje a Dubái, tuvo un sueño en el que la Virgen le decía: «No abortes o tu conciencia te matará». Al despertar, decidió seguir adelante con el embarazo. Poco después, su esposo la abandonó y presentó la demanda de divorcio. Anna regresó a Radom con sus hijos. El embarazo fue complicado, pero Mia nació a término. «Tuve un parto muy rápido, las matronas juzgaron que fue casi un parto de libro», afirma.

En 2020 volvió a alejarse de la Iglesia al comenzar una relación con un hombre casado. «Recibía de él las atenciones que tanto necesitaba», explica. Dejó de rezar, de acudir a misa y de leer la Biblia. Intentó cortar la relación varias veces, sin éxito. Una noche, angustiada, clamó a Dios: «¡Ayúdame, no puedo seguir viviendo así!». Al día siguiente, sintió que se había puesto un muro entre ella y ese hombre, y volvió a confesarse.

En 2023, recibió la declaración de nulidad matrimonial tras un proceso acompañado por un sacerdote exorcista. Agradece incluso sus caídas pasadas. «Tenía que suceder, tenía que pasar por todo esto para tener más conciencia, más fe, y para poder notar estas gracias que recibo de Dios por intercesión de María», asegura.

Anna vive ahora en castidad y ha perdonado a su exmarido. Evangeliza en TikTok, donde cuenta con más de 30.000 seguidores, y promueve la Novena de Pompeya. «Hemos de perdonar para que el odio no nos destruya por dentro. Si guardamos rencor a alguien, el espíritu maligno utiliza eficazmente esas heridas para atacarnos. El perdón da la verdadera libertad», afirma.

Su hija Klara, de 8 años, tiene autismo. «Es difícil aceptar las dificultades. Antes era pretenciosa, no entendía el plan de Dios, pero ahora veo cada vez más. Pido la curación de mi hija, rezo por ella. Ofrezco cada peregrinación por la intención de mi Klara. También sé que a través del sufrimiento me identifico con Cristo, tengo una relación más profunda con Él», admite.

Y concluye: «No hay casualidades, cada circunstancia, las personas que encontramos... es la voluntad de Dios. Lo importante es aceptarla con humildad, para que no sea mi voluntad sino la Suya la que se cumpla al máximo».

Fuente: Portaluz/InfoCatólica