La libertad es la que tienen los cristianos para creer o no en las apariciones: “en los dos casos se pude ser un buen cristiano y, lo más importante, alcanzar la salvación”
José Manuel
Díez Quintanilla, desde junio de 2013 presidente de Radio María
España, es el autor de Las apariciones de la Virgen María:
doctrina e historia (LibrosLibres), un libro de 190 páginas que
repasa 9 apariciones de la Virgen aprobadas por la Iglesia “con el
máximo grado de reconocimiento”. Las apariciones que describe son:
– la Virgen
del Pilar, en carne mortal, en Zaragoza hacia el año 40 d.C. (explica
también el milagro de Calanda en el siglo XVII)
– la Virgen
de Guadalupe, en México en el siglo XVI, con el indio San Juan Diego
– la Medalla
Milagrosa en París (1830), con Santa Catalina Labouré, consagrada
– las
apariciones de La Salette (Francia, 1846), a dos niños
pastores pobres
– las
apariciones de Lourdes a Santa Bernadette, muchacha pobre de
14 años (Francia, 1858)
– las
apariciones en Pontmain (Francia, 1871), a 6 niños, flotando
sobre un establo
– las
apariciones en Fátima (Portugal, 1917), a tres niños pastores
(Lucía dos Santos y los hermanos ya canonizados Francisco y Jacinta)
– las
apariciones en Beauraing (Bélgica, 1932), a 5 niños de 9 a 15 años
– las
apariciones en Banneaux (Bélgica, 1933), a Mariette Beco, que tenía
casi 12 años
Con prólogo
del obispo Munilla
El obispo José
Ignacio Munilla, veterano colaborador de Radio María y autor del prólogo del
libro, aprecia que el texto “no se detiene en la narración de los
acontecimientos, sino que profundiza en el contenido de los mensajes de la
Virgen, la vida de los videntes -antes y después de su encuentro con
la Virgen- y las circunstancias que llevaron a la Iglesia al otorgamiento del
máximo reconocimiento a esas manifestaciones, aprobando Oficio Divino y Misa
propios para conmemorar la aparición”.
El autor, Díez
Quintanilla, explica que sus padres le inculcaron desde niño un gran amor a la
Virgen y que ha podido visitar muchos lugares consagrados a María. “Siempre
me ha fascinado pensar por qué había decidido la Virgen aparecerse en tal
lugar, por qué había escogido a ese vidente, qué nos quería transmitir con
su mensaje…”, escribe.
¿Para
entenderlo? El amor y la libertad
El autor cree
que para comprender las apariciones de la Virgen, hay que partir de dos grandes
principios: el amor y la libertad.
El amor es el
de la Virgen hacia los hombres, que “como toda Madre que ama a sus hijos, se
preocupa por nosotros y viene al mundo en forma de apariciones para
trasladarnos mensajes que nos ayuden y nos guíen en nuestro camino hacia Dios”.
La libertad
es la que tienen los cristianos para creer o no en las apariciones: “en los
dos casos se pude ser un buen cristiano y, lo más importante, alcanzar la
salvación”.
En muchas de
estas apariciones la Virgen habla y el libro recoge en letra negrita
sus palabras, que pueden repasarse con agilidad como una catequesis de
la Madre de Dios. Por ejemplo, en Beauraing se apareció en 33 ocasiones, pero
la Virgen habló sólo en 19 ocasiones y repitiendo ideas, que el libro recoge.
La doctrina
sobre las apariciones
El libro dedica
una docena de páginas a explicar la doctrina católica sobre las apariciones
marianas (y a veces de otros santos) en general.
Explica, por
ejemplo, que aunque en La Salette apareciera como “una gran señora” (decía la
vidente) que hablaba en francés, y en Lourdes como una chica menuda que hablaba
en gascón u occitano, es la misma María, que “dentro de ese cuerpo glorioso puede
tener distintas características físicas -edad, estatura, apariencia, lengua-
que son adaptaciones pedagógicas a la cultura y al lenguaje de los
videntes”.
El libro resume
además el decreto de Doctrina de la Fe de 1978 que es “la regulación más
reciente para el tratamiento de las apariciones”, que era un texto sólo a
disposición de obispos y sus colaboradores, hasta que fue traducido y difundido
en 2011 por Benedicto XVI.
Allí se
establece la responsabilidad del obispo local (que es el primero en vigilar e
intervenir), la de la Conferencia Episcopal (sólo si el obispo lo solicita o
permite) y la de la Sede Apostólica (con el Papa o Doctrina de la Fe). Explica
también los grados de aprobación, detallando que la aprobación más alta se da
cuando la liturgia incorpora en el calendario litúrgico una misa y
textos para el rezo de oficio divino específicos sobre esa aparición.
Un tema que
se repite: la necesidad de conversión
Aunque cada una
de las apariciones “modernas” (desde 1930) tiene distintos acentos, todas
insisten en la necesidad de conversión, dice el autor. “El relevo a la
petición de ‘convertíos’ de los profetas en el Antiguo Testamento, retomada
en el Nuevo Testamento por San Juan Bautista, parece que haya sido tomado por
la Virgen María a partir de 1830″.
Sin embargo, el
mismo Díez Quintanilla en 2015 en una conferencia con la Fundación Cari Filii
explicó que “la Virgen no se repite”, en el sentido de que cada aparición tiene
elementos novedosos, que desgranaba
en aquella conferencia (y también en este libro).
El autor
finaliza el libro señalando una serie de elementos marianos en el siglo
XX relacionados con el final del comunismo en Europa y Rusia. “Todavía hoy
no se comprende como el más terrible y duradero de los totalitarismos se
desintegró sin violencia y sin víctimas”, dice del final de la URSS en 1991.
“Habían
transcurrido únicamente 7 años entre la consagración al Inmaculado Corazón de
María y la extinción del imperio comunista. Para muchos cristianos, la
única explicación para esa mano invisible que guió los acontecimientos fue una
providencial y especial protección del Cielo, auspiciada por la Virgen María,
haciendo honor a su última letanía: Reina de la Paz”.
Una
presentación ágil y divulgadora
El libro cumple
a la perfección su objetivo de presentar de forma ágil y divulgativa,
pero con detalle suficiente, estas 9 importantes apariciones marianas,
poniéndolas en contexto y a veces en relación unas con otras. Muchas personas
que son devotas de esta aparición, o aquella otra, disfrutarán
conociendo las otras, pues todas son mensajes de amor y cercanía de la
Madre a sus hijos.
P. J. Ginés
Fuente: ReligiónenLibertad