UN INFORME DE LA ONU PIDE PROHIBIR EL CAMBIO DE SEXO EN NIÑOS

Declara que el transgenerismo es una amenaza para las mujeres

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Un informe preliminar del Alto Comisionado para los Derechos Humanos denuncia que se está intentando eliminar la categoría legal de «mujer». La relatora especial advierte que esta tendencia socava la igualdad y la protección de las mujeres. El documento representa una crítica inusual dentro del entorno de Naciones Unidas.

Un borrador de informe de la relatora especial sobre la violencia contra la mujer, perteneciente a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH), ha afirmado lo que numerosos críticos han señalado desde hace tiempo: existe un «esfuerzo internacional concertado para borrar» a mujeres y niñas, y la disforia de género es «socialmente contagiosa».

El informe, titulado «Violencia basada en el sexo contra mujeres y niñas: nuevas fronteras y cuestiones emergentes», fue elaborado por Reem Alsalem y advierte que la ideología transgénero se ha convertido en una amenaza para los derechos de las mujeres.

Alsalem subraya que esta corriente ideológica está provocando la «eliminación» de la categoría legal de mujer:

«Recientemente, ha habido un esfuerzo internacional concertado para desvincular la definición de hombres y mujeres del sexo biológico y borrar la categoría legal de “mujeres”. Tales esfuerzos han socavado el logro práctico de la igualdad entre hombres y mujeres. Por tanto, se les está negando a las mujeres el reconocimiento legítimo como una categoría distinta en la ley y la sociedad. Es una forma de “inclusión coercitiva” que se basa en la expectativa de que las mujeres sean lo suficientemente amables como para sacrificar su propio reconocimiento y protección en favor de otros».

El informe también condena la eliminación del lenguaje específico de mujeres, señalando que:

«La supresión de las mujeres en el lenguaje y en la ley ocurre de varias formas: sustituyendo el lenguaje específico del sexo por un lenguaje neutral; reinterpretando el lenguaje relacionado al sexo para que se refiera a la identidad de género en lugar del sexo; y refiriéndose a las mujeres con términos deshumanizantes y reductores como “personas gestantes”, “menstruantes/sangrantes” o “portadoras de vagina” con “agujeros frontales”. Este encuadre viene acompañado de la descripción de la distinción entre hombres y mujeres como “esencialismo biológico” y “una expresión intrínseca de estructuras patriarcales”, en lugar de una realidad material sobre la que se imponen normas y estereotipos de género opresivos».

En el informe también se observa una resistencia a adoptar el lenguaje ideológico dominante, al referirse, por ejemplo, a los «esfuerzos por otorgar reconocimiento a hombres que se identifican como mujeres o niñas», en lugar de usar el término «mujeres transgénero». Asimismo, denuncia la falta de datos específicos por sexo en los registros públicos y lanza duras críticas contra la industria pornográfica, a la que acusa de ofrecer «representaciones violentas y deshumanizantes de las mujeres».

Alsalem afirma que la disforia de género es «socialmente contagiosa» y celebra la sentencia del Tribunal Supremo del Reino Unido que define legalmente a la mujer como basada en el sexo biológico, destacando que «protege a las mujeres y niñas bajo una categoría distinta».

En una de las secciones más contundentes del informe, se enumeran las consecuencias dañinas de la transición social y médica de menores:

«Existe también una co-ocurrencia significativa entre lo que se conoce como disforia o incongruencia de género y los diagnósticos del espectro autista. La investigación sugiere que la probabilidad de ser diagnosticado con disforia corporal o de género es tres veces mayor en niños y adolescentes con diagnóstico de espectro autista, siendo las niñas particularmente afectadas. Son especialmente vulnerables a asumir estereotipos como estrategia de afrontamiento, lo cual las pone en riesgo de adoptar equivocadamente esos roles como identidad, experimentando una disociación de sus cuerpos sexuados. Las consecuencias duraderas y dañinas de la transición social y médica de menores, incluidas niñas, están cada vez mejor documentadas».

Entre ellas se incluyen: persistencia o agravamiento del malestar psicológico; insatisfacción corporal continua; infertilidad, menopausia precoz y aumento del riesgo de osteoporosis; disfunción sexual; y pérdida de la capacidad de lactancia en caso de mastectomía mamaria. «Esto ha llevado, con razón, a varios países —como Brasil, los Países Bajos y el Reino Unido— a cambiar de rumbo y restringir el acceso de los menores a bloqueadores de la pubertad, hormonas cruzadas y cirugías sobre los órganos sexuales y reproductivos».

Alsalem concluye:

«Permitir que los niños accedan a estos procedimientos no solo viola su derecho a la seguridad y la libertad frente a la violencia, sino que también ignora su derecho humano a los más altos estándares de salud y va contra su interés superior. Los niños tampoco están en condiciones de otorgar un consentimiento informado para tales procedimientos. En los casos en que se ha comprobado que tales intervenciones han causado daños graves y permanentes, el consentimiento carece de sentido, tanto para adultos como para menores».

En el informe se exhorta a los Estados miembros de la ONU a prohibir los tratamientos transgéneros y la transición social en menores de edad. Además, se sugiere limitar los espacios exclusivos para mujeres a personas del sexo femenino y se advierte que los activistas trans han minado la libertad de expresión y de creencias al atacar a mujeres que disienten.

Este informe podría marcar un punto de inflexión en el debate internacional sobre la agenda transgénero. Representa un rechazo firme a las políticas promovidas por ciertos sectores dentro de la ONU durante la última década y ofrece una señal alentadora para quienes defienden la verdad sobre el cuerpo humano, la identidad femenina y la protección de los menores.

Fuente: LifeSiteNews/InfoCatólica