Declara que el transgenerismo es una amenaza para las mujeres
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©Flickr / Pexels |
Un informe
preliminar del Alto Comisionado para los Derechos Humanos denuncia que se está
intentando eliminar la categoría legal de «mujer». La relatora especial
advierte que esta tendencia socava la igualdad y la protección de las mujeres.
El documento representa una crítica inusual dentro del entorno de Naciones
Unidas.
Un borrador de
informe de la relatora especial sobre la violencia contra la mujer,
perteneciente a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos (OACDH), ha afirmado lo que numerosos críticos han señalado
desde hace tiempo: existe un «esfuerzo internacional concertado para borrar» a
mujeres y niñas, y la disforia de género es «socialmente contagiosa».
El informe,
titulado «Violencia basada en el sexo contra mujeres y niñas: nuevas fronteras
y cuestiones emergentes», fue elaborado por Reem Alsalem y advierte que la
ideología transgénero se ha convertido en una amenaza para los derechos de las
mujeres.
Alsalem subraya
que esta corriente ideológica está provocando la «eliminación» de la categoría
legal de mujer:
«Recientemente,
ha habido un esfuerzo internacional concertado para desvincular la definición
de hombres y mujeres del sexo biológico y borrar la categoría legal de
“mujeres”. Tales esfuerzos han socavado el logro práctico de la igualdad entre
hombres y mujeres. Por tanto, se les está negando a las mujeres el
reconocimiento legítimo como una categoría distinta en la ley y la sociedad. Es
una forma de “inclusión coercitiva” que se basa en la expectativa de que las
mujeres sean lo suficientemente amables como para sacrificar su propio
reconocimiento y protección en favor de otros».
El informe
también condena la eliminación del lenguaje específico de mujeres, señalando
que:
«La supresión
de las mujeres en el lenguaje y en la ley ocurre de varias formas: sustituyendo
el lenguaje específico del sexo por un lenguaje neutral; reinterpretando el
lenguaje relacionado al sexo para que se refiera a la identidad de género en
lugar del sexo; y refiriéndose a las mujeres con términos deshumanizantes y
reductores como “personas gestantes”, “menstruantes/sangrantes” o “portadoras
de vagina” con “agujeros frontales”. Este encuadre viene acompañado de la
descripción de la distinción entre hombres y mujeres como “esencialismo
biológico” y “una expresión intrínseca de estructuras patriarcales”, en lugar
de una realidad material sobre la que se imponen normas y estereotipos de
género opresivos».
En el informe
también se observa una resistencia a adoptar el lenguaje ideológico dominante,
al referirse, por ejemplo, a los «esfuerzos por otorgar reconocimiento a
hombres que se identifican como mujeres o niñas», en lugar de usar el término
«mujeres transgénero». Asimismo, denuncia la falta de datos específicos por
sexo en los registros públicos y lanza duras críticas contra la industria
pornográfica, a la que acusa de ofrecer «representaciones violentas y
deshumanizantes de las mujeres».
Alsalem afirma
que la disforia de género es «socialmente contagiosa» y celebra la sentencia
del Tribunal Supremo del Reino Unido que define legalmente a la mujer como
basada en el sexo biológico, destacando que «protege a las mujeres y niñas bajo
una categoría distinta».
En una de las
secciones más contundentes del informe, se enumeran las consecuencias dañinas
de la transición social y médica de menores:
«Existe también
una co-ocurrencia significativa entre lo que se conoce como disforia o
incongruencia de género y los diagnósticos del espectro autista. La
investigación sugiere que la probabilidad de ser diagnosticado con disforia
corporal o de género es tres veces mayor en niños y adolescentes con
diagnóstico de espectro autista, siendo las niñas particularmente afectadas.
Son especialmente vulnerables a asumir estereotipos como estrategia de
afrontamiento, lo cual las pone en riesgo de adoptar equivocadamente esos roles
como identidad, experimentando una disociación de sus cuerpos sexuados. Las
consecuencias duraderas y dañinas de la transición social y médica de menores,
incluidas niñas, están cada vez mejor documentadas».
Entre ellas se
incluyen: persistencia o agravamiento del malestar psicológico; insatisfacción
corporal continua; infertilidad, menopausia precoz y aumento del riesgo de
osteoporosis; disfunción sexual; y pérdida de la capacidad de lactancia en caso
de mastectomía mamaria. «Esto ha llevado, con razón, a varios países —como
Brasil, los Países Bajos y el Reino Unido— a cambiar de rumbo y restringir el
acceso de los menores a bloqueadores de la pubertad, hormonas cruzadas y
cirugías sobre los órganos sexuales y reproductivos».
Alsalem
concluye:
«Permitir que
los niños accedan a estos procedimientos no solo viola su derecho a la
seguridad y la libertad frente a la violencia, sino que también ignora su
derecho humano a los más altos estándares de salud y va contra su interés
superior. Los niños tampoco están en condiciones de otorgar un consentimiento
informado para tales procedimientos. En los casos en que se ha comprobado que
tales intervenciones han causado daños graves y permanentes, el consentimiento
carece de sentido, tanto para adultos como para menores».
En el informe
se exhorta a los Estados miembros de la ONU a prohibir los tratamientos
transgéneros y la transición social en menores de edad. Además, se sugiere
limitar los espacios exclusivos para mujeres a personas del sexo femenino y se
advierte que los activistas trans han minado la libertad de expresión y de
creencias al atacar a mujeres que disienten.
Este informe
podría marcar un punto de inflexión en el debate internacional sobre la agenda
transgénero. Representa un rechazo firme a las políticas promovidas por ciertos
sectores dentro de la ONU durante la última década y ofrece una señal
alentadora para quienes defienden la verdad sobre el cuerpo humano, la
identidad femenina y la protección de los menores.
Fuente: LifeSiteNews/InfoCatólica