La confianza del hombre y la mujer debe ser total en el momento de orar, porque Dios se conmueve cuando sus hijos le hablan a su Corazón
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Nastyaofly |
Dios es nuestro
Padre y como tal, nos ama y desea nuestra salvación para que vivamos
eternamente con él en el cielo. Es una verdad tan sublime que, si la
comprendiéramos en su totalidad, moriríamos de felicidad. Sin embargo, tal
parece que no lo creemos. Tal vez os falta orar con confianza para entender que
podemos tocar su Corazón.
Un Padre
amoroso
Encontramos en
el salmo 103 :"Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles", porque desde la caída de Adán y
Eva, Dios prometió que enviaría al Salvador para que no nos perdiéramos para
siempre.
Y fue más allá:
nos amó hasta el extremo de darnos a su propio Hijo como redentor:
El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no
habrá de darnos generosamente, junto con él, toda clase de favores? (Rom 8,
32)
Y por si eso no
bastara, nos hizo sus hijos, como lo afirma san Juan:
¡Miren cómo nos
amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos
realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él(1 Jn
3, 1).
La dureza de
corazón
Nuestro Señor
Jesucristo puso muchos ejemplos en el Evangelio para convencernos del amor y la
cercanía del Padre amoroso que es Dios. Pero quizá nuestra dureza de corazón no
nos permite abrirnos a la gracia y al torrente de misericordia que Él quiere
derramar sobre nosotros.
Solo basta que
creamos y nos volvamos a Él, orando confiadamente, dejándonos inundar de su
Presencia, hablándole como un niño pequeño lo hace con su padre. Solamente hace
falta que nos confiemos a Jesús para tocar su amorosísimo Corazón y Él nos dará
lo que le pidamos:
Cualquier cosa
que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el
Hijo (Jn
14, 13).
Pedir a Dios lo
que anhela nuestro corazón, dejar que Él nos colme de sus bendiciones y esperar
todo de su providencia divina resultará en un inmenso provecho espiritual para
el que se abandona en sus manos, dejando actuar al Señor de la vida, que está esperando
por nosotros.
Ora y confía
porque tocarás su Corazón, y tu Padre del cielo te dará en abundancia lo que
requieres para esta vida y para la eterna.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia