León XIV intervino en el Auditorio de la Conciliazione durante el encuentro internacional “Sacerdotes Felices”, promovido por el Dicasterio para el Clero
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El Papa León saluda y bendice a los sacerdotes de todo el mundo (@Vatican Media) |
El Pontífice
recordó a los numerosos sacerdotes mártires, pidió una formación que fuera un
camino de relación con el Señor y habló de la crisis vocacional, afirmando que
“Dios sigue llamando”. La invitación es a crear “ambientes y formas de pastoral
juvenil imbuidas del Evangelio”, ya que muchos jóvenes parecen estar lejos de
la fe.
Amigos,
hermanos, hijos, pastores, en algunos casos incluso mártires que “dieron su
vida hasta derramar su sangre”, discípulos cuyo “celo misionero” puede ser
redescubierto, especialmente para muchos jóvenes que “parecen haberse alejado
de la fe” pero que en cambio “tienen sed de infinito y de salvación”. León XIV
declina de muchas maneras la figura, el ministerio y la misión de los
sacerdotes (“Es hermoso ser sacerdotes”, dice), a quienes indica la
encíclica Dilexit nos , la última del papa Francisco sobre el
Sagrado Corazón de Jesús (“un don precioso para toda la Iglesia”), como el
camino a seguir para “custodiar juntos la mística y el compromiso social, la
contemplación y la acción, el silencio y el anuncio”.
Saludos al Papa
de todos los sacerdotes del mundo.
El Papa habla
desde el escenario del Auditorio de la Conciliazione, a pocos pasos del
Vaticano. Es el momento culminante del encuentro « Sacerdotes Felices -
«Los he llamado amigos» (Juan 15,15) », un evento internacional
promovido por el Dicasterio para el Clero con motivo del Jubileo dedicado a los
seminaristas y sacerdotes. Una cita para el diálogo, la reflexión y el
intercambio que reúne a quienes, en diferentes partes del mundo, participan en
la pastoral vocacional y la formación en seminarios.
El Papa León
XIII llega poco después de las 17:00 h, tras regresar de la Secretaría General
del Sínodo, donde se reunió con los miembros del Consejo Ordinario. Entra por
la escalera central del Auditorio y es recibido con una larga ovación por las
aproximadamente 1700 personas presentes, acompañada de los habituales gritos de
"¡Viva el Papa!" y "¡Papa León XIII!".
La sesión
inaugural del encuentro se celebró primero, dedicada a cinco experiencias
significativas y buenas prácticas de pastoral vocacional implementadas en
México, Italia, Argentina, Irlanda y España. La espera del Pontífice se
interrumpe con cantos tradicionales que surgen del escenario y del público,
compuesto por formadores, seminaristas y animadores vocacionales. Aquellos a
quienes León XIV, en su discurso, llama “amigos en el Señor” y a quienes
expresa una “gran alegría” por este encuentro que, “en el corazón del Año
Santo”, ofrece la oportunidad de “testimoniar que es posible ser sacerdotes
felices” y, al mismo tiempo, de “valorizar el patrimonio de experiencias ya
maduradas” para que lo que se siembra en tantas comunidades se convierta en
“luz y estímulo para todos”.
Amistad con
Cristo, apoyo en las pruebas y renovación de la vocación
Agradeciendo al
Dicasterio para el Clero su generoso y competente servicio, vasto y valioso,
realizado la mayor parte del tiempo en silencio y discreción, León XIV
desarrolla su reflexión a partir de las palabras de Jesús que dan título al
evento: «Os he llamado amigos». No es solo una declaración
afectuosa hacia los discípulos —subraya—, sino una verdadera clave para
comprender el ministerio sacerdotal.
El
sacerdote, de hecho, es amigo del Señor, llamado a vivir con él una relación
personal y de confianza, alimentada por la Palabra, la celebración de los
sacramentos y la oración diaria. Esta amistad con Cristo es el fundamento
espiritual del ministerio ordenado, el sentido de nuestro celibato y la energía
del servicio eclesial al que dedicamos nuestra vida. Nos sostiene en los
momentos de prueba y nos permite renovar cada día el «sí» pronunciado al inicio
de nuestra vocación.
Vivir como
hermanos entre sacerdotes y obispos, no como competidores.
El Papa señala
tres implicaciones para la formación sacerdotal. En primer lugar, vivirla como
un camino de relación y no como una simple adquisición de nociones,
involucrando a toda la persona: corazón, inteligencia y libertad. Esto, dice,
requiere escucha profunda, meditación y una vida interior rica y ordenada. El
Obispo de Roma señala la fraternidad como un estilo esencial de vida
sacerdotal. Porque hacerse amigos de Cristo implica vivir como hermanos entre
sacerdotes y obispos, no como competidores o individualistas. Y la formación,
entonces, debe ayudar a construir vínculos sólidos en el presbiterio como
expresión de una Iglesia sinodal, en la que crecemos juntos, compartiendo las
fatigas y alegrías del ministerio.
En efecto,
¿cómo podríamos nosotros, ministros, ser constructores de comunidades vivas si,
ante todo, no reinara entre nosotros una fraternidad efectiva y sincera?
Finalmente, el
Papa pide que «se preste el máximo cuidado a la preparación de los formadores,
pues la eficacia de su labor depende, ante todo, del ejemplo de vida y de la
comunión entre ellos». Además, la propia institución de los Seminarios
simboliza que «la formación de los futuros ministros ordenados no puede
realizarse de forma aislada, sino que requiere la implicación de todos los
amigos del Señor».
La crisis de
las vocaciones y la fidelidad de Dios
El Papa León
XIII tampoco deja de hablar sobre el tema de las vocaciones, en una época —ya
más que prolongada— caracterizada por la disminución de las llamadas,
especialmente en Occidente, mientras que hay un gran auge en África y regiones
de Asia. «A pesar de los signos de crisis que atraviesan la vida y la misión de
los sacerdotes, Dios sigue llamando y permanece fiel a sus promesas», dice el
Papa Provost. «Debe haber espacios adecuados para escuchar su voz». Por ello,
enfatiza, «son importantes los entornos y las formas de pastoral juvenil
impregnadas del Evangelio, donde las vocaciones a la entrega total de sí puedan
manifestarse y madurar».
¡Tengan la
valentía de hacer propuestas fuertes y liberadoras! Al observar a los jóvenes
de nuestro tiempo que dicen su generoso «aquí estoy» al Señor, todos sentimos
la necesidad de renovar nuestro «sí», de redescubrir la belleza de ser
discípulos misioneros siguiendo a Cristo, el Buen Pastor.
Redescubriendo
el impulso misionero
La invitación
es a redescubrir juntos el celo misionero. «A través de nuestra acción
pastoral, es el Señor mismo quien cuida de su rebaño, reúne a los dispersos, se
inclina sobre los heridos y sostiene a los desanimados», asegura el Papa.
Imitando el ejemplo de Jesús, «crecemos en la fe y nos convertimos así en
testigos creíbles de la vocación que hemos recibido».
Cuando se
cree, se ve: la felicidad del ministro refleja su encuentro con Cristo,
sosteniéndolo en su misión y servicio.
"Es bonito
ser sacerdote"
Una vez más,
León XIV reitera en su discurso la palabra «gracias» a quienes han venido de
lejos y a cada uno por su dedicación diaria, especialmente en los centros de
formación, en las periferias existenciales y en lugares difíciles, a veces
peligrosos. «Al recordar a los sacerdotes que dieron su vida, incluso hasta el
punto de derramar sangre —añade—, hoy renovamos nuestra disposición a vivir sin
reservas un apostolado de compasión y alegría».
¡Gracias por
lo que son! Porque nos recuerdan a todos lo hermoso que es ser sacerdotes, y
que cada llamado del Señor es, ante todo, un llamado a su alegría. No somos
perfectos, pero somos amigos de Cristo, hermanos entre nosotros e hijos de su
tierna Madre María, y esto nos basta...
Abrazos,
saludos y oraciones.
Momentos de
espontaneidad caracterizan la última parte del encuentro, con un sacerdote
español desde la primera fila preguntando al Papa si podía saludarlo en el
escenario. Y León, con una sonrisa, responde: "¡Si tú lo haces, todos
quieren hacerlo!". El Pontífice se dirige entonces a los sacerdotes del
público, preguntándoles de dónde vienen: "¿Cuántos de África? ¿Cuántos de
Asia?". Entre aplausos y gritos, el sacerdote español sube al escenario y
le dice a León XIV que fue nombrado hace 23 años por Juan Pablo II. Le entrega
dos zucchettos blancos, pidiéndole que los bendiga y los use. El Papa ríe,
acepta la petición y baja de la pequeña plataforma para darle un cálido abrazo.
Finalmente, unas palabras improvisadas, antes de la bendición final, le piden
que compartamos un momento de oración.
Traten de
vivir lo que el Papa Francisco llama cercanía: cercanía con el Señor, cercanía
con el obispo, cercanía entre ustedes para vivir esta bella experiencia de
caminar juntos.
Salvatore Cernuzio
Ciudad del
Vaticano
Fuente: Vatican News