Orar es hablar con Dios, abriendo tu corazón. Para eso, más que tiempo, se necesita amor
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Korawat photo shoot | Shutterstock |
Vivimos
inmersos en agendas apretadas, notificaciones constantes y responsabilidades
que nos absorben. En medio de toda la alborotada rutina, la oración puede
parecer reservada solo para cuando se "tiene tiempo". Pero el alma
también necesita alimento, y la oración no solo es posible en medio del
ajetreo… es necesaria.
Como decía
santa Teresa de Jesús: "El que no tiene tiempo para orar, no tiene tiempo
para vivir". Ciertamente, deberíamos estar en constante diálogo con
Cristo, haciendo de nuestra vida una oración.
Redescubriendo
lo que es realmente la oración
Antes de
incorporar la oración, es clave liberarnos de la idea de que orar requiere
siempre largos ratos y fórmulas complejas o bien, palabras rimbombantes. La
oración es diálogo. Es levantar el corazón a Dios. A veces será un Padrenuestro
con calma; otras, una mirada al cielo en medio del tráfico.
O bien, alguna
jaculatoria que puedas rezar en ese momento, desde lo más profundo de tu
corazón. Existen muchas jaculatorias, las cuales son oraciones breves pero
fervorosas. Tales como: "Jesús, manso y humilde de corazón, enséñanos a
ser como Tú" o "Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío".
Como esta
existen muchas más y puedes incluso añadirlas como fondo de pantalla en tu
celular. De esta manera, cada que lo enciendas verás la jaculatoria y podrás
elevarla al Señor.
Recuerda: lo
importante que es empezar por momentos breves, sinceros y frecuentes; la
calidad, no la duración.
Haz espacio:
pequeños momentos, gran impacto
Estos son
algunos ejemplos concretos de cuándo orar sin tener que reorganizar todo tu
día:
- Al despertar: agradece el nuevo día antes de
usar el celular.
- En el trayecto al trabajo: escucha un salmo,
reza el Rosario o habla con Dios mientras caminas o conduces.
- Antes de una reunión difícil: una breve
jaculatoria como “Jesús, en Ti confío” cambia la actitud.
- Durante una pausa para el café: ofrece ese
momento y haz una oración breve.
- Al lavar platos o doblar ropa: hazlo con
amor, y ora por quienes usan esos objetos.
- Antes de dormir: haz un examen de conciencia
y da gracias por lo vivido.
Dedica por lo
menos 15 minutos al día para leer y meditar una frase del Evangelio. Aleteia
publica el Evangelio diario con reflexiones breves que puedes usar.
"No
solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios". – Mt 4,4
Ofreciendo
el trabajo diario en oración
Haz de cada
gesto una oración: al respirar, al mirar con ternura, al cargar con paciencia
una tarea. Como decía San Benito: "Ora et labora". El
trabajo, cuando se ofrece con amor, es oración.
Aprovechando
los "espacios muertos"
Esos minutos en
la fila del banco, en una sala de espera, o mientras calienta el microondas son
oportunidades de silencio interior. Ahí también puedes aprovechar para hablar
con Dios y contarle sobre tu día.
Lleva una
aplicación de oración o Rosario contigo. O simplemente repite el nombre de
Jesús. Jesús siempre está disponible para escucharnos.
Un estilo de
vida orante
La clave no
está en encontrar tiempo, sino en integrar la oración como un hilo
invisible que recorre el día. Dios no nos pide oraciones perfectas, sino
corazones disponibles y abiertos hacia Él. Si abrimos pequeñas puertas durante
el día, Él hará el resto.
Karen Hutch
Fuente: Aleteia