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Sellan féretro del papa Francisco en El Vaticano. Foto: EFE. Dominio público |
En concreto, el
ritual del cierre, que fue presidido por el cardenal camarlengo, Kevin J.
Farrell, en una ceremonia privada y solemne, y ante un grupo de altos
representantes vaticanos, estuvo marcado por cuatro elementos:
1.
El Rogito dentro de un tubo de metal
El ceremoniero vaticano, monseñor Diego
Ravelli, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, fue el
encargado de redactar el Rogito, el acta oficial que recuerda la vida y obras
del Papa Francisco, «por las que daremos gracias a Dios», como indica el Ordo
Exsequiarum Romani Pontificis. Este documento fue presentado en dos copias y
firmados por los presentes, después de ser leído en alta voz.
Una de ellas fue introducida dentro de un tubo
de metal y depositada en el interior del féretro. La otra pasó a formar parte
del archivo de la Oficina de las Ceremonias Litúrgicas del Pontífice.
2.
Un velo blanco de seda sobre el rostro
A continuación, el rostro del Papa Francisco
fue cubierto con un velo blanco de seda, símbolo de pureza, con la «viva esperanza
de que él pueda contemplar el rostro de Dios Padre, junto a la bienaventurada
Virgen María y a los santos».
El ceremoniero fue el encargado de extender el
velo, mientras se rezó la siguiente oración: «Dios todopoderoso, Señor de la
vida y de la muerte. Creemos que la vida del Santo Padre Papa Francisco está
ahora escondida en Ti, que su rostro está contemplando Tu belleza, por Cristo
Nuestro Señor».
3.
Asperjado con agua bendita
El Cardenal Camarlengo, Kevin J. Farrell,
asperjó después el cuerpo del Santo Padre con agua bendita. Un modo de recordar
el bautismo sacramental que abrió para el niño Jorge Mario Bergoglio las
puertas a la vida de la gracia y la inserción en la Iglesia, y que ya se había
realizado tanto en la capilla de Santa Marta como al inicio de su capilla
ardiente en la basílica de San Pedro.
4.
Una bolsa con 12 monedas
Aunque el Papa había dicho tantas veces que «el
sudario no tiene bolsillos», su cuerpo descansará junto a una pequeña bolsa con
12 monedas. En concreto, una por cada año de su pontificado, acuñadas con su
rostro y con la fecha de cada año. Las monedas fueron introducidas, junto a
otras de plata y bronce, en una bolsa de tela, con el objetivo de facilitar, en
un futuro lejano, conocer la identidad del Pontífice en caso de que sus restos
fuesen exhumados.
José Antonio Méndez
Fuente: El Debate