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Foto: OSV News Photo/Alkis Konstantinidis, Reuters. Dominio público |
Una multitud de fieles, —muchos de ellos no pudieron entrar a la basílica de San Pedro para despedirse ante el féretro—, no ha dejado de estar presente durante todo el recorrido. Aplaudiendo, fotografiando este momento histórico, con lágrimas en los ojos o simplemente en silencio en un momento de recogimiento y oración. Incluso también se han escuchado algunos «Viva Francisco» o «Viva el Papa», expresados sobre todo por los jóvenes que han venido para el Jubileo de los Adolescentes.
De esta manera, el féretro de Francisco ha llegado a su destino final: la basílica de Santa María la Mayor, cuyas campanas han repicado para dar la bienvenida al Pontífice, al igual que las miles de personas que se han aglomerado en las inmediaciones del templo.
En correspondencia con esa dinámica del amor que tanto recalcó Francisco, en las escalinatas de la basílica le esperaba una representación de quienes eran sus favoritos: los pobres y marginados del mundo. Un grupo de 40 personas entre las que se encontraban migrantes, personas sin techo, refugiadas, pobres, transexuales y presos de la cárcel romana de Rebbibia, que Francisco visitó. Todos ellos se encontraban sujetando rosas blancas explicitando que «los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios», según expresó Francisco tantas veces.
Una vez en el interior de la basílica, dos niños y dos niñas han portado dos cestas colmadas de rosas blancas ante la Salus Populi Romani, el icono mariano que tanto quería Francisco y delante del cual rezó tantas veces, especialmente antes y después de sus viajes apostólicos, o cuando salió de su ingreso hospitalario. Una última ofrenda ante la Virgen hecha por los niños, aquellos por los que el Papa sentía especial cariño.
La ceremonia del entierro será de carácter privado e íntimo, en el que solo estarán presentes las personas más cercanas a Francisco y algunos cardenales, además del camarlengo.