Una antigua leyenda medieval conecta al Génesis con la madera con la que se hizo la cruz de Cristo, quizá no sea cierta pero es un buen ejemplo para meditar
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Quizás no
sorprenda que la madera misma sobre la que crucificaron a Jesús, hace casi 2 mil años, sea en sí
objeto de muchos mitos y leyendas. Los cristianos medievales creían que todo
era creado por un propósito y que la madera de la cruz de Jesús no podía haber
sido la de un árbol cualquiera; sino de un árbol concreto con un gran
simbolismo espiritual.
Una leyenda
sobre Adán y la cruz
Uno de los
relatos más populares al respecto aparece en un manuscrito del siglo XII,
titulado Sobre el origen de la madera de la cruz en el árbol del
conocimiento. En este libro, un monje cristiano de nombre Lambertus
comparte la siguiente leyenda:
"Cuando Adán tenía
unos novecientos treinta años de edad, declaró que debía morir; pero que debía
sufrir de grave enfermedad hasta que percibiera el olor del árbol por el que
había pecado contra Dios en el paraíso. Y dijo esto a su hijo Set: 'Ve hacia el
este, al mismo borde del océano, y suplica a Dios con las manos extendidas
hacia el paraíso; y quizás encontrarás ayuda en esta cuestión'. Cuando Set
cumplió el encargo de su padre, fue transportado por el ángel al paraíso y
después de romper una rama del árbol, fue traído de vuelta; y regresó a su
padre. Refrescado por el olor del árbol, su padre falleció.
Acto seguido,
Set plantó la rama, que creció hasta ser un árbol y permaneció hasta tiempos de
Salomón. Los constructores jefes del templo, cuando vieron la gran calidad de
ese árbol, lo talaron; sin embargo, los constructores lo rechazaron como la
piedra que ha venido a ser cabeza del ángulo. Y allí quedó sin usar durante
1090 años, esto es, hasta que llegó Cristo. De esta madera se elaboró la cruz
de Cristo".
Aunque por
supuesto no hay pruebas de que esto pudiera haber sucedido, la leyenda destaca
una conexión espiritual que sí existe.
Jesús, el
árbol y la salvación
San Pablo lo
expresó de esta forma en su carta a los romanos:
“Por
consiguiente, así como la falta de uno solo causó la condenación de todos,
también el acto de justicia de uno solo producirá para todos los hombres la
justificación que conduce a la Vida. Y de la misma manera que por la
desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores; también
por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos” (Romanos
5,18-19).
O en el
contexto de los dos árboles: “De la misma manera que por un solo árbol, todos
se convirtieron en pecadores; también por ese mismo árbol, todos se convertirán
en justos”.
Según esta
leyenda, fue a través del mismo árbol que la humanidad recibió tanto la muerte
como la vida.
San Pablo
relata esta conexión espiritual una segunda vez en su carta a los corintios:
“Así como todos
mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo (…). La muerte ha sido
vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?” (1 Cor
15,22 y 55).
Aunque la
conexión legendaria pudiera no ser cierta, nos ofrece una meditación perfecta
para la Cuaresma; y nos recuerda los caminos misteriosos del plan de Dios a
través de la historia. Y también, cómo Jesús cargó con nuestros pecados y los
clavó a un árbol. El árbol del conocimiento deja de existir y el único árbol
que permanece en pie es el árbol de la vida.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia