Mons. Ocáriz aborda también la cuestión de la alegría cristiana en relación con las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad
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Crédito: Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei / Flickr |
En su
última carta
pastoral, el prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, reflexiona
sobre el modo en que los cristianos deben vivir con alegría, en un contexto de
“tiempos difíciles”.
“La alegría, en
general, es efecto de la posesión y experiencia del bien y, dependiendo del
tipo de bien, hay diversas intensidades y permanencias de la alegría. Cuando la
alegría no es consecuencia de la experiencia puntual del bien, sino del
conjunto de la propia existencia, se la suele considerar felicidad”, expone al
inicio el sucesor de San Josemaría Escrivá.
El prelado, que
señala que “son tiempos difíciles en el mundo y en la Iglesia (y la Obra es una
pequeña parte de la Iglesia)”, recuerda que “siempre y en cualquier
circunstancia, podemos y debemos estar contentos”.
En este
sentido, recuerda cómo San Josemaría vivió con felicidad sus últimos años, a
pesar de las dificultades: “Todos los que hemos visto y escuchado a nuestro
Padre, en Villa Tevere, durante los últimos siete u ocho años de su vida, lo
veíamos verdaderamente contento, feliz, aunque eran años en que sufrió mucho,
tanto físicamente como, sobre todo, por las graves dificultades que atravesaba
la vida de la Iglesia en esos años”.
Mons. Ocáriz
aborda también la cuestión de la alegría cristiana en relación con las virtudes
teologales, fe, esperanza y caridad.
Respecto de la
fe, señala que “la alegría natural elevada por la gracia se manifiesta
especialmente en la unión a los planes de Dios” y está relacionada con tener
conciencia del amor paterno de Dios. Por ello, añade, “conviene actualizar la
convicción de fe en el amor de Dios”.
Por otro lado,
el prelado expresa que “la fe en el amor que Dios nos tiene conlleva una gran
esperanza” que “tiene por objeto propiamente un bien futuro y posible” que, de
manera fundamental consiste en “la plena felicidad y alegría en la definitiva
unión con Dios en la gloria”.
En el ámbito de
la caridad, Mons. Ocáriz afirma que “el amor a Dios y a los demás está unido,
con la alegría, a la fe y también a la esperanza”. De esta manera, la esencia
compartida de las diferentes expresiones de amor es “desear el bien de la
persona amada (y, en la medida de lo posible, procurarlo) y la alegría
consiguiente al conocer ese bien por fin presente”.
Así, prosigue
el prelado, “el amor, como fuente de alegría, se manifiesta de modo especial en
la entrega a los demás” y, cuando consiste en asumir la Cruz por amor a Dios
“es fuente de bienaventuranzas”, que describen las raíces de la alegría.
Invocando a
María como “causa de nuestra alegría”, el prelado concluye con una invitación a
“estar siempre contentos y a ser sembradores de paz y de alegría en todas las
circunstancias de nuestra vida. En especial, se lo pedimos ahora en este año
jubilar de la esperanza, muy unidos al sufrimiento del Papa Francisco”.
Por Nicolás de
Cárdenas
Fuente: ACI Prensa