El pregón «ha de poner su acento en el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, sin ambages, ni complejos, ni distracciones», afirma el pregonero de la Semana Santa de Madrid
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Foto cedida por Enrique Guevara |
¿De dónde le
viene el interés por la Semana Santa? ¿Es tradición familiar?
Desde pequeño
mi familia siempre me llevaba a ver las procesiones cuando llegaba Semana
Santa, pero como a tantos otros niños. Personalmente, desde la adolescencia,
sentí una verdadera vocación por ser cofrade, una llamada totalmente voluntaria
y sin tener un especial arraigo o tradición que me incitara a ello. Con catorce
años ingresé en la nómina de hermanos de la de Ntro. Padre Jesús del Gran Poder
y María Stma. de la Esperanza Macarena, que radica en la Colegiata de San
Isidro y procesiona cada Jueves Santo, donde ya llevo treinta y tres años. La
manera de vivir la fe en comunidad en una hermandad tiene grandes atractivos, y
trabajar juntos para poner una vez al año la cofradía en la calle y vestir la
túnica de nazareno es algo difícil de explicar porque hay que vivirlo.
Tiene
numerosas publicaciones sobre las Semana Santa. Libros, artículos,
colaboraciones… ¿A qué responde todo esto? ¿Cuál es el tesoro escondido, qué
hay en la Semana Santa madrileña, que merezca tanta difusión?
Decía un Papa
que el conocimiento lleva al amor, y eso es precisamente lo que me ha ocurrido
con la Semana Santa de Madrid. He querido conocerla en profundidad para
quererla en todo su espectro. Recuerdo cuando empecé a pasar tardes y tardes de
estudiante en la hemeroteca municipal rescatando reseñas periodísticas desde
los años cuarenta del siglo pasado para verificar cómo era nuestra Semana Santa
y cómo había evolucionado. Rastreé periódicos como Pueblo, Ya,
El Alcázar, Diario 16, ABC… todo lo cual me llevó a publicar el primer
libro con dieciocho años que, a la sazón, fue el primer estudio realizado sobre
nuestra Semana Santa de Madrid. A partir de ahí, he ido acumulando tal cantidad
de información, de fotografías y de datos procedentes de los archivos de las
hermandades que me han llevado a seguir editando otros tantos libros sobre la
misma temática e incluso varias monografías sobre varias cofradías. Además,
fundé hace ahora trece años la revista oficial de la Semana Santa de Madrid que
se edita cada año. Hemos conseguido, desde el principio, que tenga una difusión
gratuita para que madrileños y foráneos conozcan nuestras procesiones. La
Semana Santa de Madrid era una gran desconocida, si bien atesora un número de
cofradías, nada desdeñable, y unas imágenes que despiertan gran devoción y con
una tradición muy enraizada.
Creo que
tiene especial devoción al Cristo de Medinaceli. Es una de las imágenes con más
devoción popular. Incluso vimos el otro día al rey y al alcalde de Madrid a los
pies del Cristo. ¿Cómo vivió la visita de ambos?
Mi devoción se
encuentra repartida entre varias imágenes, si bien es verdad que la de Ntro.
Padre Jesús Nazareno de Medinaceli constituye un faro importante en mi vida.
Para muchos madrileños viene a ser el Alfa y la Omega de su fervor y a quien se
encomiendan en tantas vicisitudes. Es tremendamente llamativo que en pleno
siglo XXI, en una sociedad como la que vivimos, la devoción al Cristo de
Medinaceli no solo no se haya mermado sino que ha ido creciendo. Miles de
personas de todas las clases sociales y profesiones acuden cada día a sus
plantas, con especial significación cada viernes y, muy especialmente, el
primero del mes de marzo. Los fieles esperan horas para sentir de cerca a la
imagen y depositar un beso a sus pies. Desde pobres y mendigos, hasta la
mismísima Casa Real. Personalmente, creo que el hecho de que nuestras
instituciones se vean representadas en estos gestos dice mucho de ellas y de su
reconocimiento a la fe que profesa el pueblo.
Me ha
parecido curioso que la talla viajara en camión hasta Ginebra durante la Guerra
Civil. ¿Cómo es esa historia?
La historia de
la imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno de Medinaceli es tremenda y está
cargada de vicisitudes desde que a finales del siglo XVII fue trasladada desde
el norte de África a Madrid. Concretamente, cuando estalló la Guerra Civil la
imagen quedó bajo la custodia de la Junta de Incautación y Protección del
Tesoro Artístico que la trasladó hasta Ginebra para protegerla de su
destrucción, junto a otros muchos elementos de valor. Dictan las crónicas que
la imagen fue llevada de Madrid a Valencia, y de aquí a Figueras, aceptando
después el gobierno español el traslado a la sede de la Sociedad de Naciones de
Ginebra. Dice la crónica de uno de los que transportaron las obras de arte: “…
formé los camiones poniendo a la cabeza el que conducía al Cristo de Medinaceli
para que nos protegiera. En el último camión, con tapices del Duque de Alba, me
metería yo con mi familia”. Una vez en Ginebra, el Cristo se dio por perdido,
hasta que a comienzos del mes de mayo de 1939, se inició el regreso de la
venerada imagen a Madrid, concretamente el día 13, tras haber sido descubierta
en el destino en que se encontraba.
¿Cuál es el
principal mensaje que quiere transmitir en el pregón?
El pregón debe
ser, necesariamente, un anuncio y una proclama que ponga de manifiesto la
llegada de la Semana Santa al modo en que la vive Madrid. Sin duda, este edicto
ha de poner su acento en el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de
Nuestro Señor Jesucristo, sin ambages, ni complejos, ni distracciones. En mi pregón se entremezclan desde experiencias
personales a cuestiones históricas de nuestra Semana Santa, desde la prosa
hasta el verso, desde la vivencia en las calles con las procesiones a los
nombres propios que han trabajado en las últimas décadas por nuestras
cofradías. Me gustaría que cuando la gente salga de escuchar el pregón, lo haga
con ganas de echarse a las calles y disfrutar de nuestras procesiones, de las
imágenes que salen al encuentro con su pueblo, de rezar y de humanizar al Dios
hecho hombre entre cera e incienso. Sin duda, pronunciarlo es un verdadero
privilegio, no solo porque es nuestro obispo quien ratifica tu nombramiento y
es la catedral el lugar donde se convoca para pronunciarlo, sino porque durante
cincuenta minutos serás la voz de la Iglesia de Madrid llamándote a la nueva
vida, al renacer y a la conversión.
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y Omega